No bote su voto. Votar es como ser padre o madre: no se improvisa

No bote su voto. Votar es como ser padre o madre: no se improvisa

El voto se bota cuando no corresponde a los fines constitucionales, es decir, cuando a cambio te dan una teja, un tamal, o una botella de aguardiente...

Por: Diana Patricia Jaramillo Peña
septiembre 29, 2023
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No bote su voto. Votar es como ser padre o madre: no se improvisa

Pensemos en nuestros municipios, ¿hace cuanto tiempo salimos del lugar donde crecimos, quizás 15, 20, 30 años? ¿Qué de nuevo hay en ellos desde que salimos de allí?, ¿las calles están por completo pavimentadas?, creo que pocos podemos vanagloriarnos de que nuestro municipio siempre se haya caracterizado por tener sus calles en orden, como un atractivo particular teniendo en cuenta cual es la situación real de la mayoría ¿Hay un museo? ¿Un centro de alto rendimiento? ¿Universidad (es)? ¿A qué se dedican los jóvenes, una vez terminada la etapa escolar?

Estas y otras tantas preguntas debemos plantearnos cuando llegan los tiempos de las elecciones ¿Qué han hecho nuestros políticos con el voto que les hemos brindado? Porque somos nosotros los ciudadanos los que elegimos el estado de cosas que tenemos en cada lugar del país.

Votar es entonces un verbo de connotaciones profundas; no se trata solo de ti o de mí, cuando votamos estamos decidiendo los destinos de nuestros paisanos, familiares, amigos, vecinos, visitantes que pasan por nuestras regiones. Votar es un ejercicio individual que se torna colectivo.

Tal ejercicio solo es auténticamente democrático en un clima de libertad, donde cada quién pueda ejercerlo sin estigmatizaciones de alguna índole, donde no sea excluida cualquiera de las partes. Botar es según la RAE, tirar, arrojar.

El voto se bota cuando el uso que se le da no corresponde a los fines constitucionales, es decir, cuando a cambio te dan una teja, un tamal, una botella de aguardiente, un bono de cualquier valor monetario, un cargo, etc. Es muy desalentador escuchar testimonios como el de una enfermera que dice: mire yo soy enfermera, pero no estoy ejerciendo porque el político al que estábamos acompañando, no ganó, toca esperar haber si esta vez queda ¿Puede un municipio contraerse de que una profesional de la salud necesaria en todo momento esté dedicada a otras actividades, y no a la suya, siendo un recurso humano de base (personal de la salud, de la educación y autoridades)?

Otra situación muy particular que sucede en torno a este tema es la sanción social, o perteneces al mismo equipo, o eres excluido en la comunidad; cuántos se enfrentan al hecho, que vecinos o amigos elijan cambiar de acera, y no saludarte, o mirarte y tratarte con desprecio porque no compartes los mismos intereses que ellos; y en otros lugares situaciones más extremas, como perder la vida; acciones estas que denotan ignorancia y fanatismo.

Los fanatismos de cualquier índole solo conducen a grandes catástrofes como quienes llevaron a Hitler al poder, el resultado, dos grandes guerras absurdas. Aquí en Colombia, los años 50 representan esta forma de violencia sistemática en la que, o pertenecías a un bando o no eras. En nuestro tiempo son unos odios exacerbados de ida y vuelta en las redes sociales, entre gentes que bien podrían ser vecinos, familiares o amigos.

Los fanatismos impiden ver que, independientemente de la filiación política podríamos tratarnos con respeto; la diversidad de pensamiento político debería nutrir el ejercicio de la política. Cada territorio en nuestro país, especialmente los más apartados de las ciudades capitales, cargan cruda y duramente los efectos de la ausencia de entendimiento, y las poblaciones más afectadas: indígenas, comunidades afrodescendientes y campesinos. Esta dinámica ha sido una constante en el tiempo.

Es irónico que los espacios más importantes para el presente y futuro del país siempre estén sumergidos en eventos convulsos ¿Qué sucede en estos espacios geográficos? ¿Por qué los caseríos siguen siendo caseríos? Hace 20 años tenían cuatro callecitas sin pavimentar, y hoy tienen cuatro callecitas sin pavimentar ¿Por qué las carreteras terciarias, siguen siendo terciarias? Esto sin contar los centros de salud, los espacios educativos, y lo que atañe a las autoridades, que en muchas zonas del país son inexistentes.

Entre tanto, las grandes potencias se fortalecen de diversos modos, no se dan el lujo de descuidar los ámbitos más importantes como sociedades desarrolladas; de ellos podemos adoptar la conciencia de sociedad para sí mismos, es decir, la conciencia sobre el propio territorio, la riqueza enorme con la que la naturaleza ha dotado a Colombia, somos poseedores del mineral más importante del planeta, el agua, nuestros páramos y ríos son lo más valioso que poseemos, junto con nuestros ecosistemas, estos dos aspectos son determinantes para la vida de la especie, tenemos el privilegio de poseerlos; si eligiéramos, porque es una elección, sobreponernos a la violencia, y alentar un turismo ecológico responsable, y serio, al estilo de las grandes capitales del mundo aprovechando nuestra ventaja geográfica; cambiar muerte por desarrollo sostenible,  respetando a las comunidades y al río como sujetos de vida, reconociendo la identidad de cada uno, esto implicaría una política rigurosa, tendríamos que sobreponernos a la politiquería, que es otra cosa.

Cuando botamos la basura orgánica que resulta en nuestros hogares, nos deshacemos de lo que no es útil para nosotros. Cuando botamos el voto, nos estamos negando y le estamos negando a nuestros próximos la posibilidad de un empleo digno, de que se cumplan las condiciones legales de los concursos por méritos, nos distanciamos más de la vida que merecemos vivir, los territorios se estancan, no avanzan por largos periodos de tiempo, o participan de un mismo flagelo por décadas y décadas como ha sucedido con todas las formas de violencia que ha entrañado el país; la educación no llega a todos, punto determinante para que cualquier sociedad avance.

La ignorancia garantiza la politiquería y los fanatismos; la educación puede facilitar la política y ayudarnos a comprender la diversidad. Por otra parte, por qué naturalizar y garantizar que los hijos se hagan hijos de otras naciones como si nuestra academia fuera de segunda mano, esta decisión, debería ser apenas una opción, entre muchas otras.

La mayoría de docentes colombianas (os) en las universidades poseen altos niveles de formación, no rebajan de doctorado, otros tantos tienen posdoctorado; y cientos de cursos de actualización; han invertido su vida, literalmente, en la educación, y las nuevas generaciones no quieren hacer sus estudios de posgrado aquí en Colombia, y tampoco quieren quedarse en el ámbito laboral ¿por qué su propio país no resulta atractivo, pese a los altos costos que implica estudiar fuera?

Independientemente de que sea considerada una experiencia provechosa para enriquecer el conocimiento, conocer otra cultura, aprender otro idioma, y apropiarse de la tecnología de vanguardia, además de buscarse mejores alternativas laborales, y aprovisionarse de los paradigmas más recientes en las diferentes áreas del saber; hay un problema de fondo.

Salir de cualquier facultad, para recibir un salario de $1.200.000, trabajar más de 12 horas diarias, como ocurre con muchos egresados, que incluso prefieren no acceder a estudios posgraduales, y aventurarse en otros territorios en tareas distantes de su realidad profesional.

En este orden de ideas, todo lo que tenemos y no tenemos como sociedad está en gran medida regulado por la política; en lo que elegimos ¿Hemos elegido salvaguardar los derechos de las mujeres? O elegimos perderlos y retroceder; todo esto ocurre al amparo o desamparo de la política ¿Cómo imaginamos entonces nuestros territorios? Imagino a la capital del Meta, Villavicencio, conectada por una línea de metro, o tren de alta velocidad, teniendo en cuenta los valores de la región, en materia de variedad de alimentos, turismo ecológico, como sitio ideal para la recreación y el descanso, además porque cuenta con los recursos para este tipo de infraestructura, también a Bogotá conectada con las demás ciudades capitales internas, y del continente suramericano.

Estamos demorados. Si nos pensamos distinto ¿Por qué Medellín tiene metro y tranvía, y las demás ciudades capitales no? ¿Qué han hecho los paisas, que en las otras capitales del país no se ha hecho? ¿Por qué allí es evidente la inversión? Todas estas reflexiones, acciones y omisiones pasan por la política, por los representantes que elegimos, por su visión particular de país. Votar es entonces un ejercicio tan serio como ser padre o madre, no se improvisa.

Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad de la Sabana
Especialista en ética de la Universidad Minuto de Dios
Magister en Creación Literaria de la Universidad Central

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