El sometimiento a los pueblos por el interés social internacional, la soberanía y la emancipación de los pueblos en vías de desarrollo se hace cada vez más crítica. No solamente por la conformación de bloques mercantiles dirigidos por países industrializados hacia pueblos de menor desarrollo, sino por la capacidad que tienen estos de cambiar a beneficio de grupos especulativos, creando leyes, decretos, actos legislativos, acuerdos intersectoriales, ayudas sociales, y otros aprobados democráticamente por cortes y parlamentos con el fin de asegurar el interés social internacional de las inversiones; sin este requisito la integración de una región al intercambio será nula.
Después de años de negociaciones del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica impulsado por Obama, que integra a 12 países, entre ellos Colombia, última versión de tratados de libre comercio con 29 capítulos, ha sido conducido, por Estados Unidos y mandatarios regionales, a negociaciones secretas y en silencio a espaldas de los pueblos. Según el país anglosajón, «busca proporcionar un nuevo y significativo ingreso a mercados para los productos y servicios estadounidenses».
El pueblo y los movimientos sociales se han enterado del Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) por filtraciones de hackers internacionales, Wikileaks, y se ha reproducido en medios independientes que han alertado a los países por el hermetismo en que se está promoviendo el Acuerdo Transpacífico.
Lo que busca el TPP es el empoderamiento de grandes economías y corporaciones, a la vez que tiene tintes peligrosos para las economías regionales y legislaciones, así como la autonomía democrática de los países. El TPP representa para los Estados Unidos ingresar comercialmente con inversiones, productos y servicios por la franja Asia Pacífico, apoyado en países estratégicos como Chile, Perú y México. Con este último tiene suscrito el NAFTA, con Chile tiene acuerdo bilateral de libre comercio y, por ende, Colombia tendrá que aceptar o no las normas propuestas por el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica
El tratado involucra a Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, Estados Unidos como promotor, México, Perú, Chile y Colombia, por ser socio en la Zona de Integración Alianza Pacífico. Aunque Chile debate el tratado con empresarios, senadores y representantes, ministerios y gremios para que no se acepte el TPP, por el descalabro económico que se produciría al interior del país, el ministro de Relaciones Exteriores de Bachelet ha señalado que «Chile no va a firmar el acuerdo si el TPP no cumple con ciertos criterios» (Foreign Policy In Focus/ 12 de agosto de 2015)
Del mismo diario, Marcela Ortiz, de la oficina Santiago de Consumers International, señala «Estados Unidos puede requerir cambios en cualquiera de la leyes de los países participantes, a través del proceso llamado “Certificación legislativa”. Funcionarios estadounidenses definen obligaciones del país, hacer leyes y aprobar proyectos»
La activista Sara Larrín, directora de la ONG Chile Sustentable, dice «es una estrategia en la cual Estados Unidos quiere ingresar por una vía “multilateral” a Asia porque obviamente, ese continente tiene una tremenda desconfianza con Estados Unidos y no quiere abrir la puerta a su política interna». (El ciudadano, 2 de agosto de 2015):
Entrando a concluir, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) trae consigo actos que desestabilizan la soberanía nacional. Por ejemplo, se obliga a cambiar la legislación nacional; asocia el acceso de recursos naturales, propiedad intelectual y los derechos que tiene el inversionista que entra como si fuese capital nacional. Son normas que si en el transcurso de las operaciones no son acatadas por el gobierno, los capitalistas podrán recurrir a un tribunal internacional con lo cual se perderá la soberanía y democracia respectiva al dejar se ser autónomo, por inexistencia de marcos jurídicos y constitucionales, hecho que se convino en el momento de aceptar el TPP, por estatutos aforados del gobierno anglosajón. El TPP trae consigo un valor agregado: despojo de la soberanía y democracia nacional.
El congreso neoyorkino le está facilitando un fast track; es decir, autonomía a Obama para que haga rápidamente acuerdos a la vez que no modificarán las reglas estipuladas en 29 artículos.
Con el TPP se entra a cambiar la propiedad intelectual, la salud y medicamentos, servicios que deben estar abiertos a las transnacionales. Servicios públicos, empleo, comercio, proyectos en beneficio local o nacional, educación etc. Y el mas afectado, sector lechero, cárnico, granos, tubérculos, industria nacional, sector frutícola y, por ende, las exportaciones. Con estos requerimientos, los países que acepten el TPP ingresan a un nuevo colonialismo. El que manda siempre será el poderoso y los vasallos agachan la cabeza.
Esperemos que Colombia no esté negociando el TPP, porque sería el desastre. Los TLC no le han cambiado la cara al país, han infundido desaceleramiento industrial, de exportaciones, en la agricultura etc.