Las continuas y contundentes manifestaciones a lo largo y ancho del país expresan la indignación contra el mal gobierno de Duque, la reforma tributaria, el proyecto de ley 010 de salud, a lo que se suma también el rechazo a la militarización ordenada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez y llevada a cabo por el gobierno, con saldos de muertes, heridos y detenidos, que pone en serio riesgo la institucionalidad del país, pues se olfatea la tendencia de declarar un estado de conmoción interior.
Luego de una sistemática campaña de doble moral, del gobierno nacional contra la realización del paro nacional que inició el 28 de abril, aduciendo que era irresponsable convocar marchas por el tercer y más grave pico de la pandemia, como si las aglomeraciones, promotores de contagios, de los sistemas masivos de transporte no fueran su responsabilidad, rematada con un espurio fallo de una magistrada del Tribunal de Bogotá, suspendiendo los permisos(inexistentes pues no sé solicitan) para realizar las manifestaciones, se inició dicho paro convocado por el Comité Nacional de Paro-CNP-.
La protesta es un derecho fundamental que el gobierno y todas las autoridades civiles, militares y de policía, están obligados a garantizar.
Sin embargo desde el inicio de este paro 28A, al igual que en eventualidades anteriores, se ha procedido contra él, primero estigmatizando a los convocantes de paro y a los manifestantes.
De las extraordinarias movilizaciones, alegres, multitudinarias, contundentes, los medios masivos de comunicación, no revelan nada y mucho menos el contenido de su indignación, el mal gobierno de Duque y sus regresivas políticas. Por el contrario muestran en medio de los gases, las respuestas de los manifestantes, tirándole piedras a los policías y a sus instrumentos represivos, camionetas y tanquetas, y calificándolos de actos vandálicos y violentos.
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De las extraordinarias movilizaciones, alegres, multitudinarias, contundentes, los medios masivos de comunicación, no revelan nada y mucho menos el contenido de su indignación
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Y con este pretexto desarrollan una sistemática represión contra los manifestantes, la mayoría jóvenes. En esas circunstancias y abusando de una desproporcionada fuerza, les causan heridas y contusiones, y en no pocas veces la muerte. Pero por si fuera poco, haciendo uso de armas letales, el Esmad termina asesinando a varios manifestantes. Y ante la explosión de la protesta social y desbordada su amplísima movilización y falta de control ante la imposibilidad de contenerla por la incontenible y masiva participación ciudadana, se hace uso de las armas oficiales de la policía con los correspondientes asesinatos y posteriormente se militariza la vida nacional, causando temor y miedo en la población.
Ésta es la típica forma en que este gobierno dictatorial y represivo, de corte fascista, responde ante los justos reclamos de la ciudadanía indignada ante tanto atropello y ninguna respuesta.
Hoy Duque, pasando por encima de las autoridades locales, ha impuesto la presencia militar en muchas ciudades, como en Cali. Con ello, le da un tratamiento de orden público a una protesta popular, preparando posibles quiebres institucionales
En 6 días de paro algunas ONG de derechos humanos, señalan más de 1.200 hechos de violación por parte de militares y policías, con un saldo trágico de 21 asesinados, 4 violaciones, más de 800 detenidos y 200 heridos. Lo cual se constituye en aberrante cuadro de sangre y muerte.
De eso poco hablan los medios de comunicación. El actual defensor del pueblo no dice nada, renunciando a sus obligaciones constituciones y legales, propiciando la impunidad gubernamental y la de sus miembros del ejército y la policía. Dicen más los retirados del ejército que rechazan que Duque ordene la militarización, pues señalan que para los militares no es de su competencia y no están preparados para ello.
La justa ira e indignación popular es una expresión frente a los desmanes de la policía y los militares. Los bloqueos de calles y carreteras son parte de la legítima protesta. Así mismo el paro y la huelga como forma de exigir soluciones a sus demandas o denuncia de los atropellos.
Frente a este proceder, debe ser protegida la protesta social y sus manifestantes. La mejor manera de hacerlo, reivindicando el ejercicio democrático de su accionar, es fortaleciendo la participación multitudinaria de la ciudadanía.
La amplia y decidida participación ciudadanía obliga a ser atendido sus reclamos, como acaba de suceder con el poderosísimo paro nacional que inició el 28 de abril, que logró el triunfo de hacer retirar al gobierno su regresiva reforma tributaria y la renuncia de su equipo económico del ministerio de hacienda y planeación nacional.
Exijamos como nos lo pide hoy el Comité Nacional de Paro, la desmilitarización de la vida nacional, que pare la matanza de los jóvenes manifestantes, castigando sus responsables y se desmonte el Esmad. Es una condición para la garantía de la protesta y las libertades democráticas.
Por eso fortalezcamos el paro participando en sus acciones y movilización social nacional.
Posdata: Profundicemos el paro participando masIVAmente en las marchas en todo el país mañana miércoles 5 de mayo.
Twitter: fabioariascut