¡Venda el carro! Ese es el consejo de la alcaldesa de Bogotá ante las quejas de los que tenemos vehículo por el desacuerdo manifiesto en redes sociales por la medida pico y placa, pero también por las soluciones que ofrece para saltarse la norma. No podemos observar más falta de empatía y de sintonía ciudadana que esta, cuando la mandataria responde de esa manera al 20 % de los ciudadanos que tiene carro y lo usa para trabajar, para trasladar adultos mayores a citas médicas o para lo que quieran, porque todos los ciudadanos tienen el derecho privado de adquirir bienes conforme a su capacidad económica. La respuesta más destemplada y agresiva que se haya visto en años ante una solicitud ciudadana, que es más o menos: venda el carro y deje de joder.
Claudia López ha hecho una Alcaldía con mucho esfuerzo y se le reconoce su compromiso con la ciudad. Hizo una gran campaña para ser electa, pero no hay derecho que nos trate de esa forma. Vender el carro no es una respuesta decente, entendible y viable para quienes han hecho un esfuerzo económico de adquirirlo con su trabajo y para su trabajo y comodidad.
¿Acaso la compra de vehículo debe consultarse con las autoridades? ¿Acaso la compra de un bien privado debe tener un permiso siendo esta adquisición un derecho comercial de un negocio celebrado entre particulares y el sector comercial que ofrece el bien para una ciudad pensada, diseñada y construida con calles y avenidas, donde transitan principalmente carros? ¿Quién dijo que ahora a quienes tienen carro los obligan a compartirlo con extraños por una medida de gobierno? Si una persona vive sola o con un adulto mayor y no comparte con sus vecinos o sus compañeros de trabajo el vehículo, ¿debe venderlo por el capricho de llenar un carro cupo completo todo el día para eximirse de un impuesto de pico y placa?
¿Cuál es la lógica de una medida como esta, que además desatiende la exigencia de la pandemia de mantener distancias con los demás? ¿Cuál es la lógica de pagar doble impuesto de rodamiento por el uso de tres días a la semana de un carro que queda guardado en un parqueadero? ¿Cuál es la guerra contra el carro: el medioambiente o las ganas de joder?
Una ciudad de grandes distancias, con un tráfico insoportable por motos y transporte público desorganizado, con inseguridad en los barrios, con contaminación por basuras, con ladrones en el transporte público, en las vías, en los semáforos, no resiste que una mandataria imponga el pago de nuevos impuestos a quienes necesitan el vehículo.
La gestión pública consiste en que la ciudad sea para todos, no para los que montan en bicicleta, medida que nace del esnobismo de los educandos de Harvard, que les pareció bonito implementarla en nuestra caótica ciudad para comprarse una bici y sentirse en el campus universitario. Luego la inspirada tesis del cuidado del medioambiente sustentó el uso. Pero así como nos dicen ahora que vendan el carro, por qué no llevan al adulto mayor de su familia al médico en bicicleta; vaya compre el mercado de su casa y llévelo en bicicleta o en TM.
Esa no es la forma de responder. Una falta de respeto y de solidaridad hacia quienes necesitamos movilizarnos de otra manera que no sea en la insegura y peligrosa bicicleta. Y desconoce preceptos constitucionales como la que invoco en mi desacuerdo con esta guerra absurda contra los conductores de vehículos, y que lesiona el patrimonio privado de las personas que son tenedoras de carros: 1737 CCC, que establece: "Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho (tener y usar carro) de incidencia colectiva".