El Chivo trabaja de lunes a viernes con un solo objetivo: poder beberse el fin de semana entero. El sábado se sentó a las tres de la tarde y el domingo a las once de la noche seguía pidiendo trago. Se había gastado más de $800 mil. No tiene problema en costearse estas fiestas porque en una mala semana se hace $1 millón y en una buena logra conseguir $2 millones. El Chivo es minero y ese es el sueldo normal para un buzo. Su trabajo consiste en hundirse en el río, desafiar los barrancos que lo pueden ahogar, y ayudar a sacar el oro. Pero como todos los buzos de Segovia y sus alrededores, El Chivo tiene que ponerse en un traje de buzo: el agua en un par de años lo podría matar.
Segovia es la ciudad más contaminada con mercurio en el mundo. Y su quebrada, La Cianurada, es el cuerpo de agua más contaminado del mundo.
Los casos de bebés con seis dedos o sin extremidades son tan recurrentes que ya no son noticia. Son un caso más. La razón es que todo lo que se produzca cerca a Segovia viene seguro cargado con mercurio. Y muchas veces con cianuro. A las personas del interior, y sobre todo a los extranjeros, hay que prevenirlos de llevar su comida enlatada porque 15 días alimentándose con comida local ha dejado visitantes en el hospital para su desintoxicación. Cuando le preguntan a cualquier campesino, se quejará siempre de la contaminación y se referirán a ese rankin, que nadie sabe muy bien cual es, pero que todos dicen fue en el 2013 que declararon La Cianurada como el río más contaminado del mundo.
La WWF publicó en noviembre un estudio contundente: por cada persona, Colombia es el país que más mercurio produce en el mundo. China es el segundo país liberando 0.3 kilogramos de mercurio al año por cada habitante, mientras que Colombia produce 1.6 kilos por persona. No tenemos rival. 159 municipios de Colombia sufren la contaminación por mercurio, y en total se producen 205 toneladas al año.
Por toda la mitad del pueblo de Segovia pasa La Cianurada. Pocos recuerdan el nombre ancestral e incluso en las páginas de la Gobernación de Antioquia se le menciona con ese nombre. El recorrido del agua, cuando llega al precipicio donde acaba el pueblo, desciende hasta un valle apacible por donde serpentea tranquilamente hasta desembocar en el río El Aporriado. Sobre La Cianurada es donde más se hace la minería ilegal, y las minas de la Gran Colombia Gold también quedan a orillas de este cuerpo de agua, que también recibe el alcantarillado sin purificar de Segovia.
Cada año, el cauce de la cañada se va corriendo un poco por las retroescavadoras y las dragas que empujan las paredes Del Río. El agua no corre por el mismo camino de hace 10 años. Los campesinos - mineros que viven a lado de La Cianurada recuerdan, como si fuera un mito, cuando las orillas amanecían cubiertas de peces muertos: sabían que la Frontino acababa de descargar tierra junto al agua. Algunos incluso dicen que los peces literalmente saltaban del agua huyendo del mercurio. Hace años no se ve un bagre ni una dorada. Ni siquiera los gallinazos han vuelto a probarlos.
Los paramilitares y las guerrillas se han disputado a plomo y sangre el control de Segovia y Remedios por una razón: el oro se encuentra veces solo con pisar la tierra. Es la capital minera de Colombia. La tierra la está removiendo legalmente la Gran Colombia Gold, que compró la mina en el 2011 a la Frontino Gold Mine, quien tenía los títulos desde 1881. Después de pagar las deudas de la empresa, Gran Colombia tuvo que pagar $380 mil millones.
Pero se calcula que la misma cantidad de oro se saca entre mineros informales - también llamada tradicional - y los mineros industriales ilegales. Pero todos tienen algo en común: tienen destrozada la quebrada La Cianurada. La Frontino por ejemplo tenía la costumbre de descargar las volquetas con tierra llena de mercurio y cianuro a orillas de la quebrada. Y el gobierno se lo permitía y simplemente le cobraba en el 2002 $328 millones de pesos como multa ambiental.
Lo único que nada en el río son los buzos que, en su traje de neopreno, bajan buscando el oro. El trabajo está tan bien remunerado por el riesgo que pasan. Este año el Chivo ha perdido dos amigos. En medio de la fiesta, le sirve a todo el mundo una ronda de aguardiente de la garrafa que compró por $160,000 y brinda en nombre de ellos. El que se murió en octubre iba nadando con él, y el Chivo tuvo que bajar y sacarlo del alud que lo aplastó contra el fondo del río. Pero sigue metiéndose todos los días, desafiando el mercurio y la muerte, por la fiebre del oro. A sus 22 años no tiene siquiera una casa, compra el mercado cada semana, y luego el fin de semana se gasta el resto en trago: “Entre más bebe uno, más oro le aparece. Es la ley de la minería.” Seguirá nadando en busca del metal preciado hasta que Dios le de vida, y está seguro que como él, cualquiera que saque con sus manos una pepita de oro quedará enganchado por el resto de su vida.
