Alegría incompleta, incomprensión, frustración, dolor en el alma y hasta con rabia, han sido los sentimientos que durante la última semana ha debido pasar por la vida de la familia Díaz Rivadeneira, luego de la aparición vivo de Cristofer Jair de 10 años de edad.
Pero ¿a quién se le ocurre que la ley y la norma permitan separar a la mamá de su hijo de diez años, cuando después de 200 días de desaparecido, sea entregado al ICBF y no le permitan siquiera verlo, saludarlo, darle un abrazo fuerte, estrecharlo por unos instantes en su regazo y en sus brazos, llorar de emoción y caer el shock ante semejante encuentro después de tanto tiempo?
No permitir a una mamá y su hijo de diez años, pasar por esos cortos momentos, esos instantes, para poder decirle en la intimidad de su casa que lo quiere, que lo ama, que lo extrañó mucho y que por su mente pasó la película con las imágenes más dolorosas durante casi siete meses, desde el pasado 7 de octubre, pensando lo peor, hasta ponerse en el papel del chico y pensar: ¿estará aguantando hambre, frío, tendrá ropa, estará sin zapatos, se habrá bañado y aseado su cuerpo, como estará durmiendo, cuál será la hora de despertarse sobre saltado porque tiene pesadillas con sus papás y hermanos mayores? Miles de preguntas hicieron parte de todos esos momentos de dolor y sufrimiento de una madre que se preocupa por cada uno de sus cinco hijos y que, además, padeció en los casi siete meses de la pérdida del niño.
¿Pero la Ley de Infancia y Adolescencia no previó ese pequeño detalle cuando se hizo? Que cuando un niño de diez años se desaparece en otro país y luego que es recogido en Napo, Ecuador, es entregado a un hogar sustituto en Putumayo Colombia y después de 12 días que se completan, su mamá, su papá y sus hermanos no puedan verlo, porque la ley es así.
¿A quién se le ocurrió la brillante idea de promover una ley de semejante talante y ser capaz de separar a una familia, que porque el restablecimiento de derechos del niño, dice que pueden pasar hasta doce semanas en ese trámite? ¿Y entonces la figura de restablecer sus derechos debe ser en un hogar sustituto?
La familia no estuvo de parranda, ni estaban gastándose lo que no tenían, mientras Cristofer Jair, pasaba las duras y las maduras en la selva ecuatoriana. O de pronto hasta no es así. El niño de diez años estaba gozando y de lo lindo y ahora que llegó a Colombia, ordenó al ICBF y la Comisaría de Familia, que no le permitan ver a sus padres y hermanos, porque no los quiero ver, el los odia y les guarda rencor y hasta algo de odio, porque lo abandonaron siete meses. ¿Ahora como Cristofer que tiene diez años y va a cumplir los once en el mes de Julio, ustedes señores autoridades deben aplicar el código y hacer lo que el niño diga, porque la ley lo protege? ¿De qué? ¿NO QUERER VER A SUS PAPAS? ¿De qué está hecha entonces la ley?
Catherine Rivadeneira, dijo en la primera entrevista una semana después de la desaparición del niño del Barrio El Paraíso de La Dorada, San Miguel, que la Comisaria de Familia la había señalado de ser una mala mamá, porque permitía que su hijo desapareciera. Ahora resulta que desaparecer es una profesión, que debe ser impedida por una mamá que atiende a otros cinco hijos. La historia reza que sobre la una de la tarde de ese día miércoles, Jair se fue por unos cuadernos para des atrasarse en la escuela, porque estaban en Ecuador en el cumpleaños de su hermana mayor y sólo regresaron a mitad de semana.
Una madre que cuida a seis hijos dijo ella, no puede permitirse tenerlos secuestrados o escondidos y decirles que no salgan de su casa. Que tengan libertad es una garantía para todos y ella no era la excepción al permitirles tener cierto grado de autonomía. Le dijeron que el niño se lo iban a quitar y pasaría a un hogar sustituto. Catherine dijo a los medios que si de eso se trababa, ella estaba en condición de permitir que le arrebaten a su hijo, pero primero debía aparecer. Apenas había pasado una semana de su desaparición.
Cinco informes nacionales de prensa en televisión reclaman por el retorno de Cristofer Jair Díaz. Se hicieron campañas con volantes y avisos en el Puente Internacional San Miguel, zona limítrofe colombo-ecuatoriana. Se lanzaron volantes con su foto y datos desde un parapente en La Hormiga. La policía ecuatoriana en la zona de frontera y el CEBAF estaban notificados de la pérdida y se formalizó documentación sobre el caso ante el Consulado ecuatoriano, donde hoy reposa la denuncia.
Policía Nacional y Ejército colombiano también sabían de esta historia. La Sijin, el Gaula y la Policía de Infancia y Adolescencia realizaron tareas de búsqueda en veredas fronterizas por el Río San Miguel, donde se presumía que estaba escondido o resguardado por algún cercano a la familia, pero nada. Ya habían pasado tres meses. En diciembre se esperan noticias y se anhelaba que se convirtiera en el mejor regalo de navidad, pero no fue así.
Señalamientos y especulaciones sobre el caso del menor se ventilaron al interior de las instituciones involucradas. Desde mal trato físico y sicológico hasta descuido y desinterés. La pregunta obvia es: ¿Sólo maltrato a un niño de diez años y no con los otros cinco muchachos? Su casa donde viven es modesta, con un buen piso en cerámica moderna y un patio enorme donde hay gallinas, gatos y perros. La fachada está en obra gris y la señal de televisión es pésima. No hay andenes ni anta jardines porque la calle es destapada, hay monte en los alrededores y apenas algunas casas hacen parte de ese barrio, que se ubica muy cerca del hospital.
Catherine es una mujer de baja estatura y su nuevo esposo lo es otro tanto. Su primer esposo falleció en condiciones que no son motivo de esta historia. Defiende la lucha campesina y no ha estado de acuerdo con las fumigaciones con glifosato que se reanudarán por estos días según dijo el CNE. Le ha tocado labrar el campo y vivir en la selva, con bota pantanera puesta y luchar por defender su familia.
Ellos, la familia se resignan a que el ICBF y la Comisaría de Familia le permitan después de unas semanas poder llevar al menor a su casa. Argumentaron que está bien de salud. Pero todavía la pregunta se mantiene; después de siete meses de desaparecido un niño de 10 años, es noticia por su reaparición y vivo y su familia no lo puede ver?
Hasta se dijo que estaba secuestrado por un grupo armado no establecido y que lo tenían en la frontera. Lo único bueno en todo esto es que aparece vivo el niño, hay alegría de su regreso sano y salvo pero contrasta con la de otros dos menores, entre ellas Nicole de Buesaco en Nariño, que lleva mucho más tiempo desaparecida, hay siete personas capturadas por el aparente secuestro y venta al comercio de trata de personas y de órganos y con un aparente desenlace fatal. ¡Qué contrastes!
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