La crisis económica agudizada por el covid-19 fue la causante de que miles de cubanos salieran a las calles el pasado domingo. Tal nivel de manifestaciones no se vivían en el país desde 1994, cuando se hizo el llamado “Maleconazo”.
El llamado a la “libertad” fue la consigna que se escuchó; además de arengas en contra de la “dictadura”. Las movilizaciones se realizaron en provincias como San Antonio de los Baños, Pinar del Río, Santiago de Cuba y La Habana.
La respuesta de la fuerza pública fue contundente, haciendo detenciones a manifestantes e incluso atacando a algunos periodistas. Así mismo, la respuesta del gobierno también fue instantánea, realizando cortes al servicio de internet como forma de censura.
Las manifestaciones en Cuba, recuerdan las manifestaciones que en los últimos años se han vivido en Latinoamérica, principalmente en Chile y Colombia, y no dejan de ser reflexivas, puesto que sin importar la inclinación de los gobiernos, sean de izquierda o derecha, comunistas o capitalistas, la molestia de los ciudadanos se hace latente.
Además, se hace evidente el trato idéntico a las manifestaciones, que tanto en Colombia como en Cuba, se resumen en amenaza a los derechos humanos, abuso de la fuerza y censura.
Pero las coincidencias no terminan ahí, si en Colombia culparon por las manifestaciones a los partidos de izquierda. En Cuba, un país comunista, no pueden dejar de culpar a EEUU, el representante del capitalismo.
El problema de la política en América Latina ya no se enfoca en los modelos de gobernanza, como se hacía en plena guerra fría. El problema radica en que la corrupción ha podrido, hasta lo más profundo, dichos modelos.
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