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Hay niñas como las de la película "Mustang", como la "Amy" que circula en Netflix, como las del pintor Balthus, como la del poema de Wislawa Szymborska

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febrero 07, 2016
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Un grupo de niñas, entre ellas la que me habita, anda haciendo bulla por estos días. Desgreñadas, sin bañar, piojosas y chillonas, todas ellas gritan y hacen rabieta. A la mía la saco a dar largos paseos, la llevo a cine, le pongo canciones, la saco a ver el sol con otras amiguitas. Pero ella, impulsiva como es, me arrastra sin saber donde chiquitas que como ella se marean en rondas compulsivas. A mi pequeña la quiero, me ha llevado a escalar, a hacer aventuras, juega y se ríe, llora y se revuelca. Es un poco rebelde, pero para mí está bien así. La cuido y conservo como un tesoro.

Hay niñas como las de la película Mustang. Pequeñas revoltosas en el calor de Turquía. Andan asomadas por la ventana, en calzones, gritonas y risueñas. A esas les he dedicado pensamientos y conversaciones. No podemos jugar a las muñecas porque ni a la mía le gusta y a las de la peli tampoco. Eso sí, a todas nos ha tocado jugar a los roles, en directo, sin mediaciones, vida real que parece una simulación o que queremos ver así. A ratos, en Belleza salvaje, como se ha titulado, olvidamos que se trata de una historia contemporánea. Los paradigmas que se evidencian en la película nos hacen pensar que se ubica en el había una vez de un pasado remoto. Pero no. En las imágenes se cuentan historias que parecen del pasado aunque vestidas en tenis y yin. Solo queda fugarse antes de los esquemas de la propia sociedad devuelven a las niñas en una cruel máquina del tiempo en donde la virtud habita en la castidad, y en nombre de ello todas las vejaciones, silencios y violencias.

Denise Gamze Ergüven es el nombre de la directora de esta película nominada el Oscar y ganadora de varios premios. Ella, que nació en Turquía y se educó en Francia, ha dicho en varias entrevistas, que el tema de su opera prima es la libertad, que ella misma vivió la lucha entre los viejos esquemas que limitan aquel derecho de vivir la vida que se quiera escoger. Y dice para una entrevista publicada en cineuropa.org : “Tenía muchas ganas de relatar en qué consiste ser una mujer, una hija, en Turquía: esa especie de filtro permanente que comienza muy temprano. La primera secuencia, cuando las niñas juegan en el mar montándose encima de los chicos, es algo que yo viví y por lo que me mortificaron sin parar, si bien las reacciones de mis personajes responden más a cierta rebeldía. El proyecto nació de la voluntad de poner de manifiesto todas las cosas que habría querido hacer y decir otorgando a mis personajes el coraje que nunca tuve”.

Como lo relata en la misma entrevista, hace de la mitología una base dramática y de la luz, la oscuridad y el encierro una guía potente para narrar eso que se expresa en dominación y conveniencia, pero que también a veces se oculta en hilos más sutiles. No puedo dejar de establecer una conexión entre esta historia y la obra del pintor Balthus (Balthasar Klossowski de Rola – 1908-2001), quien fue criticado por ubicar su obra en ese delgado límite entre el voyeurismo y la mirada a la intimidad de una niña. Al respecto decía: “Las niñas son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres puros y sin edad. Las jóvenes adolescentes nunca me interesaron más allá de esta idea. (…) Las niñas para mí son sencillamente ángeles y en tal sentido su inocente impudor propio de la infancia. Lo morboso se encuentra en otro lado". La libertad sin tiempo, salvaje por el refugio en el mundo interior infantil que empieza a despertar al drama de la vida, de la domesticación, está presente en sus pinturas, y también en Mustang, y si lo vemos bien, en la lucha femenina, larga y personal, de ser uno mismo.

Otra niña, una más ruidosa, ha aparecido también en mis pantallas y tiempos libres llenado con sus canciones historias propias. El documental Amy que circula en estos días por Netflix, cuenta la vida de Amy Winhouse. Este, también nominado al Oscar, toma a partir de videos, fotografías y  testimonios de amigos, un relato personal de la vida de esta cantante tan intensa que también buscó la libertad hasta quebrar sus alas en el drama de buscar en otros su propia afirmación.

Los usuarios de Spotify también pueden encontrar allí la música completa del documental, y entre oberturas y pequeñas piezas musicales, se hace un fuerte contraste con la voz impetuosa de Amy que en  solo dos  discos contó el mayor drama: la pérdida, la ausencia de sí misma reflejada en la figura de una espalda que da la vuelta para decir hasta luego o adiós. La mirada fija de la sociedad también lesionó a esa niña que en las canciones se afirma en la opinión de su “daddy” y que se tatúa en el lado del corazón el nombre de su amado Blake. Para Asif Kapadia, director del documental, este trabajo se trataba de entender a una niña que creció ante el público y que necesitó un límite. Al respecto, dice: “No se trata solo de ella, también es acerca de nosotros, de la forma en que tratamos a la gente. Construimos ídolos y luego los destruimos. Somos un poco cómplices de todo esto”.

La persistencia en la vida sencilla, el drama de las pequeñas cosas. Todos llevamos ese niño por dentro. Las niñas que las mujeres portamos salen a dar vueltas, ilusionadas y desfachatadas. En zapatos de colores vamos andando los caminos. Entra la de hoy, y esa niña de siempre, como dice Wislawa Szymborska en el poema que titula "Adolescente".

¿Yo, adolescente?
Si de repente, aquí, ahora, se plantara ante mí,
¿tendría que saludarla como a una persona próxima,
a pesar de que es para mí extraña y lejana?
¿Soltar una lágrima, besarla en la frente
por el mero hecho
de que tenemos la misma fecha de nacimiento?
Hay tantas diferencias entre nosotros
que probablemente sólo los huesos son los mismos,
la bóveda del cráneo, las cuencas de los ojos.
Porque ya sus ojos son como un poco más grandes,
sus pestañas más largas, su estatura mayor
y todo el cuerpo recubierto de una piel
ceñida y tersa, sin defectos.
Nos unen, es cierto, familiares y conocidos
pero casi todos están vivos en su mundo,
y en el mío prácticamente nadie
de ese círculo común.
Somos tan diferentes,
pensamos y decimos cosas tan distintas.
Ella sabe poco,
pero con una obstinación digna de mejores causas.

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