Nicolás Mora en Betty la fea creó un ícono, ahora es enfrentado por Mario Duarte

El último esfuerzo de Mario Duarte por quitarse de encima el fantasma de Nicolás Mora

Montado en una tarima el actor y músico cuenta su historia con la que busca que sus fans se olviden del personaje de Betty la fea que lo llevó a la fama

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agosto 11, 2023
El último esfuerzo de Mario Duarte por quitarse de encima el fantasma de Nicolás Mora

Llego a la 1:45 p. m. a una casa blanca de dos pisos en el barrio capitalino La Soledad y toco el timbre, sin respuesta. No busco a Nicolás Mora en Betty la fea, sino a Mario Duarte, quien aún duerme. Maneja horarios nocturnos de rockstar, aunque no actúe como uno de ellos.  

Quince minutos más tarde, Mario Duarte se asoma por la ventana. La empleada encargada del hogar familiar abre la puerta. El anfitrión baja inmediatamente, pide un café bien cargado y me ofrece. 

Es increíble para un escritor que ha visto más conciertos que telenovelas, encontrarse con el hombre que siempre ha estado opacado por Nicolás Mora, el mejor amigo de Beatriz Pinzón y personaje que Mario Duarte encarnó en aquel clásico de la televisión mundial Yo soy Betty, la fea

Pocos saben que el barranquillero Mario Duarte es toda una estrella de rock. Cuando se sube a una tarima en Rock Al Parque a cantar “Ay qué dolor” ante 20.000 personas o al escenario en el Teatro Nacional para confesarse en su monólogo musical Oir a Mario frente a 200 asistentes.

Ya sea con café o cerveza, las conversaciones con el también cantante de La Derecha, son fluidas, sin filtro y por supuesto, cargadas de humor: “Soy un padre soltero, cabeza de familia y estoy que pido trabajo en Crepes & Waffles”, dice para referirse a Rafaela, una chiquitina rubia de ojos hiperabiertos que tuvo en 2018 con la actriz Esmeralda Pinzón (Enfermeras, Sin Senos No Hay Paraíso, La Hija Del Mariachi). Todavía está encontrándole la vuelta a la paternidad, confiesa. Mientras los juguetes de la niña habitan la sala y él comenta que siempre ha sido un emprendedor, incluso antes de que estuviera de moda la palabra.

El disco de Nicolás Mora en Betty La Fea

En 2001, en los tiempos de aparición y reinado de Nicolás Mora, el personaje que siempre lo ha opacado, Mario Duarte lanzó su álbum en solitario llamado Golpe de ala que está disponible en todas las plataformas desde la semana pasada y que podría considerarse, junto con el espectáculo teatral, el más íntimo de sus proyectos.

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El álbum Golpe de ala evoca una de las frases más recordadas de su personaje, que hace referencia al mal olor de la axila. Incluye canciones como Oye, Cinco pistolas y ha sido un disco tan amado como odiado, incluso por el propio Mario que, como buen artista, también le ha dado vida no solo a Nicolás Mora en Yo soy Betty, la fea, sino a Don Carmelo (Pedro el Escamoso), Dagoberto García (Francisco El Matemático) o Delio Villamizar (Amar y Vivir).

Por eso, con este camino recorrido, el actor y rockero Mario Duarte tiene autoridad moral para enfrentarse a Mora, pero ya no pelea contra él y comprende que cuando el éxito es tan grande como el del parcero de Betty, solo le queda agradecer.  

Reconoce que su vida ha sido la actuación y no la música. La televisión es un trabajo diurno y a él, lo atrapa la noche. No importa que implique tener un mayor nivel de tolerancia, que como músico viva eternamente desvelado o que el rock nunca haya sido su gran proyecto laboral. En 2024, la banda musical La Derecha cumple 30 años y siempre hay ganas de volver. 

¿Cómo podría hacerlo con lo mal que se paga a los artistas independientes en todo el continente? Hace algún tiempo le ofrecieron una gira de 22 fechas en México, con un pago considerablemente ridículo. Su amigo Dani Boom (Systema Solar) lo ayudó a enfocarse y le dijo: ¿Para qué te vas a regalar por allá, si nosotros acá te queremos?

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Oír a Mario para callar a Nicolás Mora

Oír a Mario es la forma como Duarte ha querido callar a Nicolás Mora, no solo contando sus vivencias familiares, rumbas o las historias compartidas con mujeres que tienen golpe de pata, sino las situaciones y los productos culturales que terminaron definiendo al músico y actor. 

Por ejemplo, en su monólogo le rinde tributo a su herencia costeña, de la misma manera que lo hizo hace años cuando en un disco de La Derecha interpretó el clásico Simulación de Diomedes Díaz. Y se burla de las que son para él contradicciones presentes en las letras de las canciones amadas por su madre como Detalles de Roberto Carlos.

En Oír A Mario, el actor también habla de crecer, o incluso, de padecer. Crecer con sus padres, con sus amigos, padecer Bogotá, Colombia. Colombia como rockero independiente en tiempos de un señor que cortaba la luz todos los días, un tal César Gaviria. 

Mario define la obra como la oportunidad de hablar de sí mismo y callar a Nicolás Mora sin ser “demasiado ególatra”. Le encanta que Bogotá sea una ciudad que permita que todo el mundo la critique, lo que según él, habla bien de ella, que sea una capital que permita que la cuenten, que se cuente a sí misma sobre las múltiples vidas que confluyen aquí: el campesino, el empresario, el trabajador informal y el día a día. 

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El show Oír a Mario tiene un poco de música en vivo, de humor, de actuación. Muestra la multiplicidad de facetas de Duarte porque si hay algo en lo que es enfático es en que es una persona de muchas caras: mejor dicho, que todos lo somos, aunque abunden quienes pretendan mostrar lo contrario.

Lejos de los escenarios, Mario Duarte es mucho más crítico con su arte y con la realidad actual. Entiende que se tienen que hacer nuevos análisis, que incluso la telenovela que lo consagró era clasista, gordofóbica, aporofóbica, aunque explica que esos elementos obedecían a un género de humor muy propio de la época y aclara que el propio Fernando Gaitán (libretista) ahora sería el primero en condenarla. “Es una novela que rompe un género y para romper un género hay que estar dentro del género”, dice para rescatar la importancia de la transgresión. 

En su mesa hay una edición del libro La carretera de Cormac McCarthy, escritor norteamericano recientemente fallecido quien, entre otras características, fue famoso por prescindir del punto y coma y utilizar la coma simple solo cuando lo consideraba necesario. Un hombre que pasó muchos años entre la pobreza y el mal llamado emprendimiento, y que por muchos años debe haber soñado con una casa acogedora como esta. 

La charla, imposible de condensar aquí en su totalidad, ya está alcanzando los cincuenta minutos y en poco más de cinco horas, Mario Duarte tendrá que ser lo suficientemente elocuente para que lo observen, para que lo escuchen y para que sea él, quien silencie a Nicolás Mora, su eterna sombra. 

Llega el momento de partir, pero no sin antes intentar resolver una de las mayores inquietudes de quien está leyendo esta nota. Este tema es el único que no se toca, ni de fundas y así que saber si estará presente en la nueva serie que Prime Video está preparando sobre Yo soy, Betty La Fea, seguirá siendo una incógnita. Tocó adivinar.

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