Nicolás, el peor fracaso de Gustavo Petro

Nicolás, el peor fracaso de Gustavo Petro

La imbecilidad del hijo del presidente debe tener muy avergonzado ha un presidente que siempre ha estado a la altura de su moral

Por: Martín López González
marzo 12, 2023
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Nicolás, el peor fracaso de Gustavo Petro

Nicolás, un chico plástico en apuros

Por: Martín López González

Sin duda alguna, Nicolás y Daysuris eran una pareja plástica de esas tantas que se ven por ahí. Él, pensando solo en dinero; ella en la moda en Paris, aparentando lo que no eran, viviendo en un mundo de pura ilusión en una ciudad de plástico como Barranquilla, capital mundial de la bacanería y el espantajopismo. Pasaron de vivir en el barrio Santo Domingo de estrato 1 a un impresionante pent-house en un exclusivo sector de la ciudad donde reinan corazones de oropel y en vez de un sol amanecen millones de pesos en maletas. Para ambos era más importante parecer que ser.

Según su exsuegra, “él no era nadie cuando llegó aquí. Ese muchacho vino con su maletica y punto, su personalidad había cambiado, en gran medida, a causa del dinero que empezó a conseguir”. Como dicen en la costa, hay dos cosas que son inocultables: la buena y la mala situación económica. No hay nada más evidente que la trazabilidad a los gastos personales y al movimiento de una cuenta bancaria. Ha habido todo un despliegue de sus gustos en el consumo, sus visitas a sitios exclusivos, tratamientos estéticos y costosas compras; muy propias no de su linaje, pero si de sus nuevos vecinos y amigos.

Sus nuevos hábitos conexos a la súbita prosperidad lo llevaron a ostentar, quizás para igualar los niveles de vida de la antigua relación de Daysuris, quien siempre ha estado relacionada con temas políticos y en el pasado tuvo una relación y un hijo con Pedro Name, de la poderosa familia del mismo apellido. Niño que es ahijado de la actual gobernadora del Atlántico, lo que hacía al Nicolás padrastro “compadre” de Elsa Noguera. Esto indica la singularidad de este delfín rosado, un advenedizo en esa elite social y política, quien cambió de estatus en una movilidad social horizontal, sin cambiar de rol.

Todo lo opuesto a su progenitor hoy presidente de la República, descendiente de un maestro y auditor de la Contraloría; quien a puro pulso con mucha dedicación y estudio fue cambiando de rol: concejal, representante a la cámara, senador, alcalde de Bogotá y presidente de la república, y por ende de estatus, en una movilidad social ascendente que al contrario que a su hijo, le llevó más de 45 años. El hijo, según las declaraciones de la despechada exesposa, en tan solo unos meses logró apropiarse de cientos de millones de pesos de extraña procedencia; en una jugarreta tal, que no era posible ser denunciada por las víctimas financiadoras.

Pero vaya vueltas que da la vida, la denuncia la hizo su propia cómplice, socia y exesposa. Al parecer, la triple embarrada de Nicolás fue no solo timar a unas personas con promesas aún desconocidas, retener y gastar cuantiosos recursos ajenos, sino el activar una bomba de tiempo representada en una mujer herida por la descarada infidelidad con una de sus propias amigas. Ese embelesamiento hedonista en la búsqueda del placer de hombre dominado por esos “apetitos sensuales” de la dolce vita lo cegó, al no calcular el estallido de su mujer. De esta forma, los polvos y desenfrenos de Nicolás generaron una crisis presidencial.

Fue tal la explosión que retumbó en el Palacio de Nariño y la honda explosiva arrasó con el prestigio de su padre, gran adalid de la lucha anticorrupción de nuestra historia patria. Famoso por honesto, decente y poco amante del dinero. Según la exesposa denunciante, Nicolás ni reportó, ni llevó el dinero al destino. Él sabía que no tenía cabida en una campaña hasta hoy transparente, que en todas las regiones enfrentó precisamente el poder de las mafias. No es gratuito que la denuncia haya sido un espectáculo mediático, antes que a las instancias del Estado y llega precisamente a la Revista Semana, experta en chismes y basuras anti-Petro en pleno debate nacional por las reformas del gobierno.

Ese golpe frontal a la familia presidencial, gracias al papayazo de Nicolás, es hoy el caballito de batalla de la férrea oposición al gobierno y sus reformas. Muchos memes comparan al hijo igual que el padre recibiendo dinero en bolsas y se recuerda el video sin audio presentado en un álgido debate de control político en el Congreso por la situación del fiscal, Néstor Humberto Martínez y el caso de corrupción de Odebrecht, donde se ve a Gustavo Petro contando dinero, evidencia que fue desestimada por la Corte Suprema al ver el audiovisual completo. Situación parecida a nuestros días, en medio de grandes debates, salió el video en aquel entonces y ahora estalla lo de Nicolás.

Por otro lado, se quiere semejar el presente caso con el de los “inocentes” hijos de Uribe, defendidos como gato boca arriba por su papá presidente o con el elefante del presidente Ernesto Samper Pizano, quien no sintió esas enormes pisadas y todo fue a sus espaldas. En el episodio actual la propia denunciante dice que el elefante no entró, por eso quien debería verlo no lo vio, aludiendo que el presidente Petro no estaba enterado de las andanzas de su díscolo hijo.

En un acto de transparencia y respeto a las instituciones, el presidente Petro le pide a la fiscalía general de la Nación investigar hasta dar con la verdad de los turbios enredos de su primogénito. Eso es equivalente a tirarle un indefenso corderito a una manada de hienas hambrientas. Según Carlos Alonso Lucio, uno de los odiadores viscerales de Gustavo Petro Urrego, esta acción demuestra lo taimado del presidente al traicionar a su propio hijo, quien a diferencia de la exesposa, muy de la casa Char, afirma que el presidente si sabía y consentía esas acciones.

Sabemos de las andanzas del fiscal Barbosa quien no oculta su antipretismo y ya se perfila como candidato presidencial, dispuesto al igual que lo hizo el procurador Ordoñez a utilizar la institución en forma selectiva, mirando para otro lado en casos como Centros Poblados, Aida Merlano, los bienes en la SAE, la corrupción en la UNP, en contraste con una despiadada persecución de los liderazgos alternativos de Calor Caicedo y Daniel Quintero. Así pues, le esperan días y un panorama muy oscuro a Nicolás Petro Burgos, quien podría descender estrepitosamente a un nivel mucho más bajo del que provino: la cárcel.

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