Un dolor profundo embarga a la familia Chirán Mosquera por la muerte de Nicolás Oswaldo de 16 años de edad mientras disfrutaba de un paseo al río los Dos Brazos, en Popayán. Pero en medio de la pesadumbre infinita, la muerte de este muchacho no es una muerte cualquiera; posee el brillo imperecedero del heroísmo, y es en sí misma la expresión más elevada del amor fraternal, pues antes de dejar su último aliento bajo las aguas, Nicolás logró salvar la existencia de Esteban, su hermano de 12 años, a quien una súbita corriente embravecida había arrebatado de los brazos de su madre que lo sostenía cerca a la orilla mientras le enseñaba a dar sus primeras brazadas.
Esperamos que estas palabras sirvan de consuelo a su familia, pues Nicolás es nuestro héroe, con ese acto de generosidad sublime no solo le imprime un significado especial a la vida de su hermano, si no que eleva la condición del ser humano en su conjunto y nos devuelve la esperanza a todos.
Ni toda la maldad que se extiende por el mundo como una mancha luctuosa y deja a su paso un rastro de muerte y destrucción, podrá borrar jamás un solo acto de sacrificio de un ser humano que da la vida por otro. Él no vaciló ni un segundo en lanzarse a las aguas del río que al caer la tarde se hicieron impetuosas y no tuvieron compasión con esta familia humilde que pretendía pasar un rato de ocio al aire libre.
No, Nicolás no vaciló, y aunque en un hipotético estado de conciencia entendiera las consecuencias de esa decisión, es decir, su propia muerte, seguro lo volvería a hacer. Miles de veces, hasta el infinito. Y ese espíritu de entrega es el que se ha perdido en la sociedad, en la familia, a nadie le importa lo que le ocurra a los demás, y vivimos embebidos en cambio en un espíritu de mezquindad donde solo interesa lo nuestro, donde cada uno se debe salvar como pueda.
Pero aparte de esta reflexión que pretende llevar algún sosiego en esta tragedia terrible, queremos llamar la atención y denunciar a unas personas que siendo propietarios de unos predios aledaños a la río los Dos Brazos, se arrogan además el derecho al acceso al afluente y no solo restringen el paso sino que cobran tarifas.
Increíble tanto abuso y que no exista autoridad municipal o policial que sancione ejemplarmente a estas personas que cobran por lo que es de todos. Y esta gente que habita las orillas, que instala rejas, que asegura con candado le cobró la entrada a la familia de Nicolás el día fatídico de su muerte. Y cuando pretendían salir a buscar ayuda desesperadamente encontraron la salida bloqueada.
Esperamos que la autoridad municipal recoja esta inquietud y haga presencia en estos parajes donde los particulares hacen lo que les da la gana y abusan de la gente humilde que pretende disfrutar de la naturaleza.