Nicaragua me sabe a ron, a fríjol con arroz, a ensalada de repollo.
Me pica a chile rojo, me huele a café negro, me suena a marimba, a gaita, a cantos de aves.
A Nicaragua la siento en mis piernas agotadas por escalar sus volcanes y en las rocas que golpean mi cara al deslizarme en tabla por sus pendientes inclinadas.
En mi retina llevo el río de lava ardiente del volcán Masaya, los copetes nubosos de los volcanes de Ometepe y los marcados contrastes de formas, texturas y colores del joven Cerro Negro, a punto de estallar.
Recuerdo sus atardeceres morados y naranjas decorados con copos de algodón, iguales en la costa que en el interior.
A Nicaragua la atravieso en botes de madera carcomida, en buses atestados saliendo de la plaza, en taxis destartalados que llenan los vacíos del mercado.
A Nicaragua la recorro a pie, con tenis de suelas desgastas, con medias empapadas, con cámara y cerveza en mano.
En mi memoria están grabadas las palabras tiernas de Rubén Darío a Margarita Debayle: “La princesa está bella,/ pues ya tiene el prendedor/ en que lucen con la estrella verso,/ perla, pluma y flor”.
Mi espíritu es sacudido por el legado de Augusto C. Sandino, el “General de los hombres libres”, quien alguna vez dijo: “Nuestra causa triunfará porque es la causa de la justicia, porque es la causa el amor”.
Sus buses oxidados me confirman la supervivencia de la religión de Cristo, con sus dogmas escritos en las ventanas y sus ciegas canciones de alabanza sonando en parlantes desgastados.
Política y religión: he ahí dos fuerzas que dan vida a un país en reinvención.
Nicaragua me recuerda a Colombia, mi tierra, mi dolor, mi ilusión; comparten el acento costeño, la calidez de la gente, la bicicleta de Carlos Vives y Shakira. También la historia de guerrillas y el estigma profundo de país violento, invivible, vetado.
Los días por sus volcanes, lagunas y pueblos me confirman el amor por los viajes, la pasión por la fotografía y las verdaderas amistades.
Nicaragua es el comodín que se convirtió en rey, es el país del miedo que se convirtió esperanza.
Publicado en: pecesfueradelagua.com
Instagram del autor: @oiperezhoyos