Uno de los fallos de la Corte Internacional de Justicia más conocido fue el dictado en 2012 en el caso de Nicaragua y Colombia, un conflicto que lleva más de 30 años y al parecer va para largo. Nicaragua entonces presentó una demanda para exigir las fronteras. En 2012 la Corte dictó la primera sentencia, que le otorga la soberanía de las islas de San Andrés a Colombia. Sin embargo, Nicaragua no muy satisfecho presentó dos nuevas demandas para que la Corte le otorgara derecho en la plataforma continental a 200 millas más allá de su costa, y para que Colombia cumpliera con el fallo de 2012. Colombia no aceptó y afirmó que la Corte no era competente y esta respondió diciendo que sí, que aceptaba aquellas demandas. Así sucesivamente se ha ido el tiempo en demandas y contrademandas.
Cuando pienso en este caso lo primero que se me viene a la mente es que esta demanda ha funcionado casi como una relación amorosa, en la que Colombia es aquella novia hermosa, de buen cuerpo, llena de buena música, con una identidad inimaginable y Nicaragua es aquel novio que solo quiere aprovecharse de las cualidades de Colombia. Supongamos entonces que Nicaragua le termina a Colombia porque simplemente ya no quiere más y Colombia insiste en quedarse.
Es precisamente lo que podemos ver con el caso: Colombia tan linda y llena de cualidades no ha entendido lo que ya dictó la Corte (además este órgano de las Naciones Unidas es competente para ello), hasta ha llegado a pensar que la Corte podría tener algún tipo de segunda instancia cuando esto es imposible, y que aquel novio que la ha dejado solo tenía unos intereses y por cuestiones de argumentación ha logrado quedarse con lo que le interesa.
Por todo esto es que debemos trascender un poco más y no quedarnos en una “pelea de novios”. Lo que en este momento es conveniente para nosotros los colombianos es respetar las decisiones de la Corte, adoptarlas y comenzar por proteger San Andrés, sus recursos naturales, actividades pesqueras, su famoso mar de siete colores, entre otras y enfocar a el gobierno en la inversión y preservación de este pequeño y a la vez inmenso paraíso natural.