Era la caliga un antiguo calzado usado por los soldados de las legiones romanas y era Germánico un gran comandante de esas legiones. Germánico el gran Guerrero en sus campañas llevaba consigo a su hijo desde los dos años de edad vestido con su pequeño uniforme militar y sus pequeñas caligas o calígulas derivando de ahí el apodo que los soldados romanos le pusieron al niño.
Asesinaron al padre del niño Calígula y creció resentido, traumado, sin dormir tranquilo, pensando en el ojo que por la tortura perdió su madre, en sus hermanos, uno preso y el otro suicidado, pensando en sus huérfanas hermanas, y creció con el miedo como su fiel compañero, pues su posible asesinato era lo más seguro porque los temores del emperador Tiberio de que él o alguno de su familia lo destronaran así lo hacía ver. Sin embargo esto no pasó y antes de morir Tiberio le heredó el trono.
Asume Calígula como emperador y es de locos, el solo conocer la noche eterna que tuvo Roma bajo su poder. Por el estrés postraumático de su situación eran demenciales sus actos: declaró la guerra al mar y ordenó a los soldados apuñalar las olas y recoger las ostras como trofeos de guerra, se autoproclamó dios, ni profeta ni sacerdote, él era dios, escandalizaba a los invitados en sus banquetes cuando frente a ellos hacia ruidosas orgías con sus tres hermanas a quienes obligaba también a prostituirse.
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Acuñó monedas con su figura y ordenó construir monumentos en todo el imperio con su figura siempre montado en su caballo, en su brioso corcel llamado Incitatus, en su hermoso caballo al que idolatraba, con el que dormía las noches anteriores a las carreras en su pesebrera con pisos de mármol y comederos de marfil.
Le cuidaban su caballo, 18 criados y su ejército callaba los vecinos de las pesebreras cuando el caballo dormía. Las noches anteriores a una carrera decretaba silencio en Roma con el castigo de pena de muerte a quien osara incumplir el decreto, y cuando su caballo perdió una carrera ordenó matar al auriga o conductor del carruaje con una muerte extremadamente lenta para que el sufrimiento se prolongará.
Valía más el honor del caballo que la vida de esa persona, pensaba mejor el caballo que esa persona y que muchas personas más incluyendo a los senadores y cónsules y por eso según él ejecutó su más grande acto de lucidez mental: llevó a su caballo Incitatus al Senado y allí lo proclamó cónsul. Allí estaban, ese era el emperador y esa era la bestia….¿o al revés? Cada uno lo dirá… yo sólo cuento lo que Suetonio, el historiador nos contó.