Los jóvenes, los que están en la calle, los que no tienen trabajo ni cómo pagar una universidad, los que no tienen comida en la casa pero sí una olla comunitaria en la esquina, hablan de elecciones, de salir a votar y de mejorar el país a punta de votos.
Entre ellos, pillen a Alejandro Villanueva, un joven bumangués, egresado de colegio privado y estudiante de universidad privada que está en la calle exigiendo oportunidades para los jóvenes que no han tenido los mismos privilegios.
Escúchenlo y comprendan que esta coyuntura trasciende el Comité Nacional del Paro. Él y su grupo no se sienten representados. Hablan de abordar el problema desde lo local, porque las soluciones son tan específicas como diferente es cada región.
Hasta los vagos de Fecode hablan de elecciones en una charla pública en pleno paro en un parque lleno de gente grabando, ¿y el país se escandaliza? El residente en su despiste los llama “electoreros desvergonzados” por “politizar” el paro.
¿En serio? ¿Hay algo más político que el sindicalismo? ¿No se han enterado de que toda marcha, protesta, revuelta o paro es algo político? ¿Se les olvidó que todo el mundo (hasta los sindicatos) está en campaña desde enero? “Ni piliticin il piri” dicen. ¡Imbéciles!
Mientras se estigmatiza al paro, a la oposición y al magisterio por invitar a votar, “la gente de bien”, el partido de gobierno, varios congresistas y la prensa comprada defienden el llamado a los civiles a armarse y salir a la calle a disparar.
¿Malo invitar a votar y bueno invitar a salir a disparar? Así de inmenso es el poder de degradación moral de esta dictadura traqueta y paramilitar. Y de sus seguidores.