Ni los hombres son de Marte ni las mujeres de Venus
Opinión

Ni los hombres son de Marte ni las mujeres de Venus

La variedad y la “incoherencia” sexual es lo más frecuente en la especie humana

Por:
marzo 18, 2016
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Ni los hombres son de Marte ni las mujeres de Venus. Ambos somos de la Tierra, terrestres y mezcladitos. Por lo menos en nuestra estructura cerebral y mental. A esta conclusión llegan varias recientes publicaciones de neuroanatomía y estadística resumidas en un artículo titulado ¿Son realmente diferentes el cerebro masculino y el femenino? No parece que es así. Entonces la imagen que encabeza esta columna, con sus siderales estrellitas rojas y rosadas en el cerebro, es solo un estereotipo cultural falso.

El conocido paradigma “hombres de Marte, mujeres de Venus” adquirió inmensa popularidad tras el libro con ese título de John Gray publicado en 1993.  Desde ese año se han vendido más de siete millones de ejemplares según la editora Harper Collins. El autor publicó otros libros con el mismo tema. Y han aparecido versiones en audio, seminarios y vacaciones para parejas, obras de teatro, comedias de televisión, ropa, fragancias y aderezos para ensaladas “de él y de ella” basados en esa supuesta diferencia. Ya cuatro años después de la primera publicación la revista Time se preguntaba si John Gray era un verdadero psicoterapeuta o solo un triunfante mercachifle. Sin juzgar al célebre “gurú” el estereotipo tiene problemas más profundos pues puede estimular machismos y feminismos desembocados y equivocados.  Además de apoyar este peligroso argumento en peleas de parejas: “Yo soy así… ¿y qué?”

En alguna ocasión tuve una agria discusión con una colega quien me acusó de apoyarme en mi condición de hombre para decir lo que decía. Yo, groseramente, le contesté: “No, yo no me fijo si una persona tiene vagina o pene para criticar su punto de vista”. El conflicto llegó hasta la jefa, inteligente y sabia mujer, y tuve que ofrecer perdón personalmente días después. Tenían razón ambas, me había excedido en mi lenguaje… pero sigo pensando lo mismo, calladito y avergonzado. No respeto diferencias anatómicas en la mayoría de mis argumentos y discusiones. Y ahora menos si las últimas investigaciones no encuentran diferencias de género en la estructura del cerebro humano.

No ha sido fácil sostener ante la sociedad,
hombres y mujeres, que no hay una diferencia fundamental
en las mentes masculinas y femeninas

Pero no ha sido fácil sostener ante la sociedad, hombres y mujeres, que no hay una diferencia fundamental en las mentes masculinas y femeninas.  Preferimos por diversas razones creer lo contrario.  Francois Poullain de la Barre en el siglo XVII fue quien primero propuso la “igualdad” cerebral con su célebre aforismo “El espíritu (la mente) no tiene sexo”. Al final de su vida defendió la tesis contraria, unos dicen que debido a la persecución que sufrió, otros dicen que simplemente fue otro varón traidor al feminismo. Simone de Beauvoir decía en El Segundo Sexo (1949): “Se debe sospechar todo lo escrito sobre las mujeres por los hombres porque ellos son juez y parte”.

Lo más reciente es que se han revisado por resonancia magnética 1400 cerebros de hombres y mujeres sanos, entre 13 y 85 años de edad sin encontrar diferencias significativas entre géneros en la materia gris, la materia blanca y sus conexiones.  Los investigadores de la Universidad Rockefeller proponen que la mayoría de los cerebros son “mosaicos” de características anatómicas: unas comunes a hombres a mujeres, unas más frecuentes en el sexo masculino, otras en el femenino pero nunca exclusivas de un género.  La conclusión final es que “los cerebros humanos no pueden categorizarse en dos clases distintas: masculinos o femeninos”. Entonces no hay base biológica para afirmar que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus.

    También hacen un análisis estadístico en 5000 personas de rasgos de personalidad, actitudes, intereses y conducta habitual encontrando que es rara la consistencia interna entre características masculinas y femeninas. O sea, nadie es completamente masculino o femenino en el estudio. O nadie es siempre hombre típico ni mujer típica. Yo diría que la variedad y la “incoherencia” sexual es lo más frecuente en la especie humana.

De todas maneras esta es una discusión que nos obsesiona desde la antigüedad. Ya el mítico Tiresias, quien fue hombre y mujer por épocas, afirmó que la mujer sentía diez veces más placer sexual que el hombre y se metió en problemas con los dioses. Y Aristóteles decía que la mujer tenía menos dientes que el hombre por caer en la trampa estadística de examinar cráneos femeninos que usualmente, por promedio de vida, son más viejos que los masculinos.

Lo que podemos concluir por ahora es que no hay diferencia neuroanatómica entre hombres y mujeres. También hay que tener cuidado con cualquier prejuicio y distinción estadística pues la mayoría estamos en la mitad de la curva para muchas características. Y finalmente aquella Miss Antioquia que dijo lo de hombre con hombre, mujer con mujer del mismo modo y en el sentido contrario pudo tener un ápice de confusa verdad.  Cuidado con categorizar al prójimo.

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