Ni la paz ni el país están en juego

Ni la paz ni el país están en juego

Por: Felix Antonio Niño
junio 03, 2014
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Ni la paz ni el país están en juego
Foto. © 2014 · Michael Abri

Innumerables visiones de lo que pasa en Colombia surgen en esta época electoral. No falta quien trata de aterrorizar a desprevenidos e ingenuos afirmando que el voto del 15 de junio es el final, que el país se salvará o sucumbirá de una vez por todas, que el caso es de GUERRA o PAZ. Llama la atención uno de esos títulos incendiarios, comunes por estos días: “Con sensatez para la paz… o con vehemencia para la guerra!” Los colombianos preferimos “… con vehemencia para la PAZ”

Mi parecer es que no está en juego ni la paz ni el país: La paz no está en juego porque es responsabilidad de todos los colombianos y especialmente de cada ser humano en particular, de su conocimiento de sí mismo; de su sistema de creencias, de su capacidad de guiar su propia vida en la dirección correcta; todo ello determina su personal aporte hacia la paz y, es tan cierto, como que el perdón está en cada corazón y no en documentos a incumplir. Afirmo que nadie perdona por los demás, el perdón es la necesaria catarsis del odio y el resentimiento y es íntimo y es necesario a la paz interior, es del mundo interno de cada colombiano, está en el territorio de su propia conciencia y ella es individual. “Conciencia colectiva” es solo un decir para hacer creer que la gran masa tiene perfecto conocimiento de lo que está pasando y que está alerta, que no es ajena al acontecimiento.

Al siguiente día de la elección, la paz seguirá siendo un tema que hay que resolver y al siguiente día de la suscripción de un acuerdo de paz, la paz seguirá siendo el tema y el nombre se cambiará por el de post conflicto. Por ello no votaremos paz o guerra, eso no es lo que significa esta elección. Todo ser humano desea la paz, hasta el mismo guerrero segador de vidas, es la historia del hombre en la tierra y la humanidad tiene el reto de aprender a caminar hacia la plena armonía. Empezaremos a lograrlo cuando seamos conscientes de pertenecer a la especie humana.

El país tampoco está en juego, ahí está vigente el país a pesar de todos los gobiernos que ha soportado, unos buenos, otros no tanto y, sin embargo, el país está ahí, lo cual se explica en el ser colombiano, así somos, sobrevivimos pese a los gobiernos. Esta suerte se debe en mucho al ciudadano común y corriente, raso, sin ínfulas de gobernante pero, de manera general aunque lamentable, apático hacia el crucial tema de decidir en el interés común.

Por ello, es decir, por no estar en riesgo ni la paz ni el país, es que no debemos dejar que el deseo de polarizar de unos pocos nos confunda. Eso ya ha acontecido y ha generado épocas oscuras y vergonzosas para Colombia, como la puja entre conservadores y liberales de mitad de siglo pasado. Ficción convertida en colores porque los historiadores no tienen como contar a las nuevas generaciones que se trató de un verdadero debate de ideas, los muertos niegan esa posibilidad; porque para unos y otros estos colores (trapo azul - trapo rojo), significaron la pérdida de muchas vidas, la gran mayoría de humildes y trabajadores conciudadanos, pérdidas innecesarias; sin embargo, cuando vino la paz (Frente Nacional), la gran oportunidad de las reivindicaciones sociales se desaprovechó, en beneficio, de nuevo, de unos pocos. El país va a seguir siendo país a pesar de la actual clase política, mayoritaria en personajes impreparados, mediocres, bribones, listos, pequeños y grandes pillos, que medran en ausencia de conocimiento general sobre los derechos y obligaciones del ciudadano; nuestro país seguirá siéndolo, esperanzado sí, en las nuevas generaciones que puedan proponer, promover y sobretodo practicar, nuevas formas de pensar, de sentir y de actuar la política, que de noble servicio mutó con el tiempo a monstruosa amenaza.

Escoger bien y a conciencia es investigar de manera personal quien realmente es cada candidato y no hacer masa con fanatismos que se van recalentando por expertos como desayuno para el día electoral, ni con excesos de algunos medios de comunicación, que frecuentemente sucumben a la tentación de informar sin atender la indispensable imparcialidad, convirtiéndose más en instrumentos de poder, lo que equivale a construir opinión nacional en beneficio de intereses particulares y no del interés común.

Albert Einstein dijo: "Existe una fuerza más poderosa que la electricidad y que la misma energía atómica: LA VOLUNTAD". No tengo duda que esta afirmación, aplicada a la política, es la semilla generadora del país de convivencia y progreso que anhelamos; lo demás lo tenemos de sobra, por gracia divina.

Deseo a todos una concienzuda decisión, basada en personal discernimiento! Votar a conciencia es estar en el imperio de la autodeterminación.

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