Ni la homosexualidad ni el aborto son contra natura

Ni la homosexualidad ni el aborto son contra natura

'Son comportamientos propios de nuestra especie que de hecho nos sirven para sobrevivir y adaptarnos'

Por: Pablo Arciniegas
noviembre 12, 2015
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Ni la homosexualidad ni el aborto son contra natura
Fotos: tomadas de utadeo.edu.co/theclinic.cl

Dos debates importantes se reabrieron esta semana. El primero sobre si los homosexuales están en la capacidad de adoptar, a pesar de que la Corte Constitucional así lo considera. Y el segundo es sobre la regulación del aborto, disputa ocasionada por la movida del fiscal Montealegre de hacer más accesible este procedimiento.

Opositores de ambas posturas han decidido descalificar tanto el fallo de la Corte como la idea de Montealegre (que podría desestabilizarse por el fin político, más no humano, que persigue), argumentando que estos comportamientos son contra natura, por no mencionar más calificativos.

Nada más lejos de la verdad. Primero, porque tanto la homosexualidad como el aborto son situaciones más que normales en la naturaleza. De hecho, son ampliamente apreciables en los animales que consideramos domésticos. Decir que la homosexualidad es algo ajeno a la naturaleza, considero, es parte del error en el que caen las religiones -semíticas, sobre todo- al considerar el sexo como algo no más que procreativo.

Grave falta, ya que este argumento no tiene en cuenta que el sexo entre animales, asumiendo al ser humano dentro de este grupo, también sirve para lubricar las tensiones dentro de las manadas o para someter a un igual sin necesidad de recurrir a lo que nuestra moral llama violencia.

Los bonobos, nuestros parientes primates más cercanos, por ejemplo, realizan constantes orgias intersexuales cada vez que dentro de su organización ocurren situaciones que pueden llevar a la agresión, ya sea por territorio o comida. Pero, si esto parece un caso lejano, basta con mirar a nuestros perros, fieles compañeros, cuyos machos buscan montar a su igual antes de agredirlo.

Desmond Morris, famoso etólogo, detalla a profundidad este comportamiento, exponiendo en su libro El Mono Desnudo la siguiente premisa: 'La naturaleza es lo suficientemente astuta para utilizar el sexo como primer recurso antes que la violencia. La violencia es un gasto de energía'.

Ahora, en mamíferos cuyo sistema nervioso alcanza a una complejidad similar a la nuestra, el sexo tampoco es solo procreativo. Los delfines, lo han datado oceanógrafos y biólogos marinos, también ejecutan el coito por puro placer, y a veces, en el caso de nuestro reconocido delfín rosado del amazonas, se practica la penetración entre machos, a través del espiráculo (orificio por el que se respira).

Más ejemplos de homosexualidad en otras especies: los murciélagos, cuyo índice de relaciones es el más alto entre los mamíferos, algunas especies de serpientes, en las que el macho es capaz de producir la misma feromona de las hembras para despistar a sus contrincantes, y las bacterias que según sus proteínas y organelos pueden tener más de 30 sexos.

Con eso espero evacuar las dudas sobre si el homosexualismo es natural, solo me resta decir que el sexo visto como una dualidad es algo netamente humano.

Respecto al aborto, la naturaleza actúa en animales con gran índice de crías (casi todos), como si tuviera una póliza de seguros. Me explico, la mortandad infantil para muchas criaturas vertebradas o invertebradas es la norma, siendo una excepción registrada los casos de animales que cuidan de sus crías hasta casi entrada la adultez.

Digo esto porque uno de los factores que incide en esta mortandad es la aniquilación de los recién nacidos por parte de sus propios padres.

Vemos, por ejemplo, en las aves cómo algunas especies empollan dos huevos, para que más tarde el mayor de los polluelos mate a su hermano recién nacido. O a los tiburones que pelean dentro del vientre de su madre para salir solo uno victorioso. O en el caso de los roedores, algunos disponen de sus crías como alimento para evitar la competencia dentro de su descendencia.

Pero tal vez el ejemplo más propio de control de natalidad en el mundo es el de las plantas, que dependen para fecundarse de condiciones climáticas precisas. ¿Entonces estarían ellas,  árboles y flores, que no se abren desobedeciendo el mandato divino, o tendrían otro dios?

Ahora, los contradictores a estos hechos dirán que en la naturaleza, los animales que se acercan genéticamente a nosotros, no son capaces de atentar contra sus crías, sobre todo porque sus periodos de gestación son muy largos, y matar a un cachorro es un gasto completo de energía.

Pero los leones parecen no tener en cuenta esta norma, ni muchas especies de osos, quienes son capaces de asesinar a la camada de su consorte, para darle cabida a los propios.

La naturaleza es cruel, sí. Pero se gobierna bajo las leyes de la Selección Natural: el que más se adapta sobrevive.

En el caso ser humano, homo sapiens, habrá quienes digan que esta frialdad no aplica, que la particularidad de nuestra especie es apartarnos de estos comportamientos 'salvajes'. Y en un principio podría verse de esta manera, ya que nuestras madres sienten gran aprecio por nosotros y ninguna es una homicida en potencia.

Además, la mistificación que el clero -ya sea musulmán, judío o cristiano- le ha otorgado a la vida potencia esta idea de que por naturaleza nuestros padres no van a atentar contra nosotros, a pesar de que el resto de mamíferos lo llegué hacer en situaciones de supervivencia y adaptabilidad de su grupo.

Porque recordemos, nuestra especie, milenios atrás sí se mantuvo en equilibrio con su medio, gracias a que había el número propio de individuos para repartir con justa competencia la comida u otros recursos.

Sin embargo, hoy, la gran adaptación del hombre, es decir su consciencia de sí mismo, su imaginación y su cultura, le ha jugado en contra, y en los casi quince mil años de nuestra especie, nuestro número ha aumentado desmedidamente a los 7.100 millones de habitantes del planeta Tierra, que conviven en situaciones tan paradójicas como la obesidad mórbida norteamericana y la desnutrición de gran parte de África o la Guajira.

Sin embargo, es también nuestra inteligencia y el instinto animal, lo que nos puede sacar de este embrollo.

Hace casi 50 años la farmacología, tal vez alerta de la superpoblación, patentó los métodos anticonceptivos y décadas adelante aparecieron los compuestos que podían simular las condiciones de un aborto espontaneo. No sin mencionar los procedimientos quirúrgicos que la medicina inventó como la vasectomía o la ligadura de trompas.

Pero los adeptos a los cánones religiosos hablarán entonces del nasciturus y del potencial que tienen nuestras células sexuales para crear un nuevo ser humano, y se referirán a esto como algo sagrado, que de ser interrumpido sería considerado como un crimen o (peor) un pecado, pero a la hora de proporcionar una solución a la superpoblación sus doctrinas no dicen nada, porque –claro- se necesitan más adeptos a la fe.

…O por lo menos hacen un llamado a la castidad que, sinceramente, además de ser algo que sí es contra natura, me parece risible.

Richard Dawkins, reconocido biólogo inglés, denomina en su libro Evolución, al proceso de formación del hombre dentro del vientre como una rutina  de 'autoemsamblado', en la se aprecia total ausencia de cualquier poder ‘divino’.

Además, el científico hace hincapié en algo muy conocido por la comunidad médica y científica: el cúmulo de células que luego darán paso a la formación del feto no tienen sistema nervioso ni vascular alguno durante la primera semana de gestación, por lo que darles terminación no se puede asociar con un acto atroz.

Lo lamentable -eso sí- es que se practique el aborto sin acompañamiento médico, debido a su consideración como práctica ilegal.

Entonces, ahí lo tenemos, ni el aborto ni la homosexualidad son contra natura. De hecho, podría decirse que son comportamientos propios de nuestra especie, que de hecho participan instintivamente en nuestro método para sobrevivir y adaptarnos como animales.

De modo que si en próximos discursos de políticos se utiliza a la naturaleza para respaldar ideas homofóbicas o que criminalizan el aborto, no solo se estaría incidiendo en una falacia, sino desconociendo décadas de trabajos científicos.

Por último, dedico toda mi anterior reflexión a los líderes de agrupaciones colombianas que proclaman tanto la discriminación sexual: Marco Fidel Ramírez (quien poco sabe qué es una familia en términos biológicos), Viviane Morales y su séquito, y Alejandro Ordóñez (para quien sobran las palabras).

 

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