Un viejo adagio dice "divide y reinarás", que se aplica como una estratagema para debilitar al oponente, tener dominio sobre la población y generar el caos con la información mal intencionada.
Es por ello que, en tiempo de campaña política, las informaciones hay que leerlas con sospecha. Lo primero que entra en riesgo es la verdad. Algunos sectores en su afán de demostrar el favoritismo terminan haciendo el ridículo, para ello se valen de artimañas como las encuestas infladas o esconder a un padrino que está muy desprestigiado. Y como siempre: lo bueno que sucede en el país es por mi gestión y lo malo es por culpa de mi contendor.
Se acude a la estrategia de señalar a la misma población como culpable de sus problemas, mientras el sector oficialista se lava las manos. Les dicen a los indígenas que la causa de sus problemas son los negros; a los mestizos que la crisis es por culpa de los indígenas que marchan para reclamar sus derechos.
Con ello intentan debilitar las fuerzas con mensajes de odio y racismo en su intento de fraccionar e individualizar la lucha popular. De esta manera, el gobernante busca esquivar la presión popular. Y, en sintonía con los medios de comunicación, quieren sembrar la confusión.
Las peleas internas harán que la clase gobernante tenga que ocuparse menos del levantamiento popular.
Esa estrategia es empleada por los gobiernos tiránicos, que esencialmente consiste en despertar el odio y el desprecio entre ciertos sectores poblacionales, como ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, que en la Alemania nazi el tirano del Tercer Reich infundió odio de la población aria hacia los testigos de Jehová, los homosexuales y los judíos, justificando que ellos eran los causantes de todos sus problemas.
Esta manera de generar confusión permite dominar la voluntad de los ciudadanos. Lo ocurrido con la revista Semana, que publica unas encuestas proyectadas para la segunda vuelta presidencial, no es más que un fenómeno tan provocador, como tirar la piedra y esconder la mano.
Ellos mismos afirman en letra pequeña que eso sería en un eventual escenario, teniendo en cuenta la foto del día. Pero las cosas cambian y las encuestas están hechas a petición del cliente. Eso es como ir al sastre y pedirle que me confeccione un traje a la medida.
Se ha hecho célebre la sentencia del inmolado dirigente conservador, Álvaro Gómez Hurtado, que decía que "las encuestas son como las morcillas: son muy ricas, pero es mejor no saber cómo las hacen". Y las encuestas están hechas para favorecer al candidato que apoya revista Semana y la noticia la réplica un aliado político como el periódico El Tiempo.
Pero a su vez, otro medio de comunicación pública otra encuesta hecha por ‘Yarumo’, que quiere hacerle el eco a la anterior. Además, el ciudadano más sencillo se alcanza a dar cuenta que eso es inverosímil: un personaje como Fico Gutiérrez, con una personalidad cargada de informalidad y sin propuestas, es increíble que suba como palma de chontaduro.
A su vez, le fijan un techo a su fuerte contenedor, como lo es el líder del Pacto Histórico y quién verdaderamente viene punteando. Solo buscan avanzar en favoritismo con vagas sensaciones, y el pueblo raso no debe caer en la trampa.
Otro elemento es que Petro hace plaza pública, mientras que Fico no llena ni la sala de su casa. Paralelo a esto, empezaron a funcionar las bodegas operadas por troles con mensajes degradantes, con la finalidad de provocar una respuesta emocional negativa.
Las encuestas, contratadas por las élites, solo buscan confundir al extremo, bajarles el fervor a los seguidores del Pacto y causar división entre los electores para ir ganando ventaja: "divide y vencerás".
Señores, permítanme darle el beneficio de la duda, yo no soy de los ciudadanos que navega en un mar de confusión.