Juan Manuel Santos ha edificado su gobierno sobre mentiras: ignoró su juramento de no subir los impuestos, traicionó el ideario que lo eligió, incumplió a campesinos, estudiantes y transportadores, y pregonó transparencia mientras dirigió los presupuestos estatales hacia la consecución de sus objetivos. Pusilánime, descafeinado, incapaz.
Álvaro Uribe, por su parte, se ha convertido en cuadro vivo de hipocresía y cinismo: lanza pólvora contra la idea de entregar curules a las Farc y olvida que él mismo las ofreció en el 2003 a guerrilleros (sin la condición de que se desarmaran), critica la impunidad con furia de poseso a sabiendas de que la concedió en el indulto al M-19, y convulsiona de odio ante la posibilidad de la liberación sin juicio de algunos guerrilleros mientras ignora de forma olímpica que él mismo liberó a Rodrigo Granda y varios insurgentes más. Mezquino, patético, peligroso.
La discusión que por estos días se desata en las redes no augura buenas cosas. Basta leer los foros y las publicaciones para corroborar una realidad catastrófica: la inmensa mayoría de quienes opinan —tanto a favor del NO como a favor del SI— no se han tomado el trabajo de leer los acuerdos. Eso descarta de plano no solo una discusión útil sino una elección consciente. Y no puedo imaginar una peor tragedia para el futuro cercano de Colombia que poner una decisión tan trascendental en manos de votantes que eligen desde la desinformación torpe y fanática.
Torpeza y fanatismo, dicho sea de paso, son dos particularidades que suelen revelarse de manera transparente en coyunturas como esta.
Escribo fanatismo cuando pienso en quienes incluyen en su argumentación, a favor o en contra del proceso de paz, los nombres de Santos o de Uribe. Y escribo torpeza cuando pienso en quienes a estas alturas del juego siguen negándose a separar su concepto sobre el proceso de reconciliación de su concepto sobre los dos personajes.
Bien sea a favor del SI o a favor del NO, votar es un derecho incuestionable, una responsabilidad generacional, y ambas, verdades de Perogrullo. Por otra parte, decir "yo votaré SI en el plebiscito porque Uribe..." o "yo votaré NO porque Santos..." son marcadores de miopía histórica, de irresponsabilidad social y de analfabetismo político.
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De apostilla
Soneto para quien aún no lee los acuerdos
(Pala)
Que las armas se irán pa' Venezuela.
Que se firma la patria comunista.
Que Timochenko, una vez congresista,
colgará su retrato en cada escuela.
Que Juan Manuel es el alma gemela
de Márquez—como fue de Marulanda—,
y que tienen armada ya la banda
para cantar igual que Pimpinela.
¡Señora, caballero, señoría!
¡Busque en Google y guarde la escopeta!
¡Hay tiempo de ser serios todavía!
Quien no quiere posar de analfabeta
sigue en estricto orden esta guía:
leer primero y luego abrir la jeta.
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