Las putas, los edificios feos, los políticos y los periodistas malos tienen algo en común: el paso del tiempo los va volviendo respetables. Eso es lo que me está pasando con Andrés Marocco. Cuando empezó hace 15 años en ESPN, al lado de Vito de Palma o de Mario Kempes, me despertaba ese viejo y persistente sentimiento de sentir vergüenza de ser colombiano. Ahora, nivelado por lo bajo en la mesa de trabajo de F90, me hace reír. Incluso si no está, hace falta. Allí se encuentra con su par, Antonio Casale, otra calamidad. Está bien que ambos reconozcan que son hinchas de sus equipos, el Bucaramanga y Millos, lo que está mal es la chambonada, la gritería, la falta de conceptos y de disco duro. ¿Qué sería de un periodista deportivo sin disco duro? Sería plano, sin gracia e irritante, como Antonio Casale.
Todo lo contrario es Nicolás Samper. Me acuerdo que, en el confinamiento que provocó la pandemia, Nicolás ponía su cámara frente a su biblioteca. Además de los Sábato, Borges y Ribeyro de rigor, estaba una biografía de Dante Panzeri, el sabio que hizo de El Gráfico la revista más importante para los futboleros de Hispanoamérica durante la década del cincuenta. Samper es capaz de recitar –no es una hipérbole- la nómina que el técnico Jorge Solari formó para que Arabia Saudita le ganara a Bélgica en el mundial de Estados Unidos 1994. Sabe en qué minuto la Puya Zuleta, delantero del Unión Magdalena, le marcó en mayo de 1999 a Millonarios. Sabe cuál fue la taquilla exacta que recibió Santa Fe el día de febrero de 1992 que le metió siete goles a Millos y de qué color eran los pájaros que se pararon en el poste de Sergio Goicoechea cuando Nacional los eliminó de la Copa Libertadores de 1989 en el Campín. Nicolás es Funes el memorioso.
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Que don Julio Sánchez tome nota antes de que Caracol se adelante: el nuevo programa deportivo sería Nicolás-De Francisco
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Y eso que ya dejó de intentar cultivar los gustos estéticos de sus lánguidos compañeros. Hasta hace muy poco celebraba en F-90 los cumpleaños de Eric Clapton o Jimmy Page. Porque, así como Hernán Peláez sabe de boleros, Nicolás es un experto en rock. Por eso es que los puentes, cuando con el doctor Peláez ocurra lo inevitable, se tienden hacia Nicolás Samper. Que don Julio Sánchez tome nota antes de que Caracol se adelante: el nuevo programa deportivo sería Nicolás-De Francisco. Si, son mayores de 47, pero, viendo las momias de Londoño-Rentería –Vélez, estos son pelados sub23. Ya han trabajado juntos y los resultados han sido buenísimo. Sería un programa que iría más allá del fútbol, que se metería en terrenos como la música, la literatura y, lo más importante, no serían unos lambericas de los poderosos como César Augusto Londoño quien convirtió en un burdel de mala muerte El Pulso del fútbol.
Por ahora podemos disfrutar a los dos, Peláez teniendo una vejez espectacular haciendo lo que adora y con quien quiere, apoyados por Julio en la W Radio, y Nicolás compartiendo set con nimiedades intelectuales como Casale y Marocco. Pero ya, ya, necesita que alguien le dé la libertad de montar el programa que quiera y rodeado de quien quiera. Ya es hora de liberar a Nicolás Samper.
Adenda: Señores de Spotify, pago el servicio Premium, ¿por qué me imponen cada tanto los gritos del cansón del Casale en una de sus publicidades? Es un crimen para mis oídos.