Con la transformación de la guerrilla de las Farc en un partido político salió a la luz una dura división entre sus principales dirigentes. Por un lado, la línea del máximo comandante, Timoleón Jiménez, que dirigió desde la sombra la negociación del acuerdo de paz con los delegados del gobierno de Juan Manuel Santos; por el otro, el grupo que respalda a Iván Márquez, máximo negociador de la guerrilla en La Habana y uno de los rostros más visibles del partido, que se fue para la clandestinidad después de la captura de Jesús Santrich en 2018. Sin embargo, mientras las diferencias se hacían cada vez más notorias, de manera silenciosa el excomandante del Bloque Sur, Joaquín Gómez, fue marcando distancias con uno y otro grupo, pero sin romper relaciones con sus viejos camaradas.
Manuel de Jesús Toncel, el verdadero nombre de Joaquín Gómez, llegó a ser uno de los hombres más poderosos del sur de Colombia. Hace 33 años se fue para Florencia, Caquetá, a dictar clases en la Universidad de la Amazonía después de estudiar en la Unión Soviética, pero tras las constantes y serias amenazas por su abierta militancia en el Partido Comunista decidió enlistarse en las filas de las Farc. El guajiro venido del desierto a las selvas del Caquetá ascendió rápidamente dentro de la guerrilla, y demostró que no solo era un ideólogo sino un tropero de los duros. En el 96 fue uno de los que lideró la toma a la base militar de Las Delicias, en Putumayo, y con 450 hombres a su mandó le dio uno de los golpes más duros al ejército. Fue tanto el impacto de su operación que el mismo presidente Samper, ante la presión de Gómez, dio la orden de despejar militarmente Cartagena del Chairá provocando la rabia del entonces comandante de las Fuerzas Militares, el general Harold Bedoya. Sin embargo, tras el despeje de la zona el Bloque Sur liberó a los 60 secuestrados que tenía en su poder desde el día de la operación a la base militar.
Después de tres décadas en la selva húmeda del Amazonas, Gómez regresó a su tierra para hacer política. Al propio estilo guajiro, fue condimentando su ejercicio con la vida social. En el espacio territorial recibe constantemente la visita de ONGs, entidades del Estado y viejos amigos que dejó años atrás. “La política es el corazón del proceso de paz”, ha repetido Gómez decenas de veces desde que estuvo en La Habana hasta el día de hoy. Fue el único de los comandantes del secretariado que regresó a su tierra para apoyar el acuerdo y su implementación. Su mayor ambición es hacer política en el departamento, y está confiado en que la pueda hacer.
A parte de los senadores de Farc que obtuvieron su curul gracias al acuerdo de paz, Gómez es el único del Secretariado de la guerrilla en estar aspirando a un cargo de elección popular. Desde Pondores se ha convertido en un ácido observador de la política colombiana, y no ha dudado en salir a criticar a Timochenko y a quienes pertenecen a su línea por las directrices que ha tomado con el partido.
En septiembre de 2018, un año después de la fundación del partido en pleno centro de Bogotá, Gómez envió una carta desde La Guajira y firmada junto a Bertulfo Álvarez —uno de los pocos marquetalianos que aún sigue vivo— a la dirección nacional excusándose por no poder asistir al primer congreso nacional del partido. Sin embargo, el grueso de la misiva fue la cantada de tabla que le hizo a los dirigentes y compañeros suyo en la comandancia de las Farc.
Pero el punto de quiebre entre Gómez y la dirección nacional del partido fue Jesús Santrich. Desde La Guajira, el excomandante del Bloque Sur de las Farc no ha dudado un solo minuto en salir a defender a Santrich, mientras que Timochenko marcó amplias distancias tras su captura. Incluso, aseguró que debía ante todo demostrar su inocencia, lo que colmó su paciencia.
Aunque Joaquín Gómez se ha acercado más a las posturas de Iván Márquez y El Paisa por el caso de Jesús Santrich en el último año, ha dejado claro que de La Guajira no se mueve como algunos han querido hacer creer entre los excombatientes que todavía tiene bajo su responsabilidad en los espacios territoriales como con la opinión pública. “La política es el corazón de la paz”, ha repetido incansablemente, por eso su aspiración está en la Gobernación y no en las armas, a pesar de que comparta la idea de Márquez que haberlas entregado antes de garantizar la implementación del acuerdo fue uno de los mayores errores. El otro error fue negociar con un país que “no es soberano” y que depende de Estados Unidos.
Y es que Gómez no está dispuesto a dejar a los cerca de 200 excombatientes que viven con él. Hoy tienen varios proyectos productivos con los que han salido adelante a pesar de que el gobierno nacional les ha dado la espalda, como señalan en cada oportunidad que tienen. Sin embargo, además de organizar una campaña y varios proyectos agrícolas a sus 72 años, también tiene que defenderse de los ataques con los que, según él, no quieren dejarlo hacer política.
Y señaló a la Inteligencia Militar de estar armándole montajes para capturarlo y extraditarlo. Gómez, quien tiene 55 órdenes de captura y 22 medidas de aseguramiento en Colombia, además de los USD 2,5 millones que todavía ofrece el gobierno norteamericano por su cabeza, asegura que están armando informes en su contra en los que se asegura que se está reuniendo con Márquez y El Paisa.
Mientras 'Timo' maneja el partido a la distancia e Iván Márquez cada día está más por fuera que por dentro del proceso, Joaquín Gómez intenta no perder desde su terruño el foco porque tiene decidido jugársela por la política y su apuesta es a lo grande: la Gobernación de La Guajira.