Depende.
Veamos por qué:
De pronto, de la nada, estalló en todo el mundo una bomba cuyas esquirlas son mortíferas quejas, denuncias y señalamientos que han destruido reputaciones masculinas, con los correspondientes daños y heridas graves en la estabilidad de hogares porque las esposas, por supuesto, no van a permitir que su esposo las deje como unas cornudas idiotas ante su familia, amigos, sociedad y el mundo, ante el hecho de que su esposo es un hostigador sexual, con otras mujeres que han tenido, aunque tardíamente, el valor de hablar y señalar a estos hombres, quienes en uno o varios momentos abusaron de otras mujeres famosas o no que entonces guardaron silencio.
Estalló la bomba y su onda expansiva de denuncias, involucró a famosas actrices del cine o sencillas secretarias que debieron soportar los ultrajes por razones que solo ellas, en su caso particular, saben.
Pero a ese estallido, también se unieron denuncias que más que ser una agresiva acción sexual de cualquier índole, en realidad no pasaban de ser un simple coqueteo sin ningún trasfondo más alla de eso. De un coqueteo.
Y es ahí, donde no debemos caer ni hombres ni mujeres.
No se puede confundir el piropo, el coqueteo galante y pícaramente dicho, con el abuso sexual, ni de hombre a mujer, ni de mujer a hombre.
Porque así como hemos visto casos de hombres que abusan de mujeres, hemos visto casos de mujeres que abusan de hombres, como aquella maestra en Estados Unidos, que obligaba a sus alumnos a tener sexo con ella, a cambio de buenas calificaciones.
Entonces, que no se venga hoy en día, a descalificar, a prohibir, a sancionar, una costumbre tan antigua como la misma creación del hombre:
El galanteo.
Jodida está la mujer que se ofenda porque un hombre le dijo en palabras no vulgares que es muy bonita o incluso provocativa.
Jodido está el hombre que se abstenga de decirle respetuosamente a una mujer eso mismo.
Hay una línea muy clara y muy bien definida entre el acoso y el piropo.
Dejando también en claro, por supuesto que hay mujeres como Brigitte Bardot, famosa exactriz y hoy ultradefensora de los derechos de los animales
"A mi me encanta que me digan que tengo un culo lindo”.
"Así que ha dejarse de puritanismos estúpidos” remató la sexy francesa.
Todo depende —digo yo—, de qué es lo que se dice, cómo se dice, a quién se le dice e incluso dónde se le dice.
Ya la mujer en su yo interior determinará si se trata de una brutal, vulgar y agresiva acción por parte de un depredador sexual, o de un fino, elegante y pícaro piropo de un galán.
Yo creo que el hombre llega, hasta donde la mujer permite.