Con relación a la elección del nuevo Fiscal General de la Nación, quiero manifestar que para ese botín burocrático de 30 mil empleados, fuera de los contratos multimillonarios, hay que ser realistas y nada ilusos frente a la capacidad de independencia que puede tener quien va a fungir como tal. Son los “partidos” que tienen el poder los que van a imponer sus condiciones y mucho más ahora que se acerca la firma del acuerdo final de paz.
Idoneidad, capacidad administrativa, independencia y autonomía frente los factores de poder económicos y políticos, no va a ser tan fácil para el Presidente que tiene que jugar con la capacidad de maniobra para la gobernabilidad en estos dos años que le restan de mandato, teniendo en cuenta el plebiscito que se viene encima, y mucho más para atornillar el posconflicto con las Farc y con el ELN, en un eventual acuerdo de Paz.
No le veo mucha perspectiva al nombramiento de una persona independiente en la Dirección de La Fiscalía General de la Nación, porque, sencillamente, la cantidad de presiones en el vendaval del posconflicto que se avecina, no deja mucha esperanza para un ejercicio independiente hasta que no haya una profunda Reforma de la Justicia y una profunda Reforma Electoral. Y no es porque el presidente no lo quiera, sino porque en este país el poder lo manejan los gremios económicos a través de los partidos políticos del establecimiento. Pero no seamos pesimistas, aquí suelen ocurrir las cosas más raras del mundo.
La Historia es interesante. El Presidente pasó la terna de candidatos y ahí mismo se formó el tierrero: Renunció la Super-ministra de la Presidencia, María Lorena Gutiérrez, y en el acto el primer mandatario pidió la renuncia protocolaria de todos los ministros. Todo indicaba que la crisis ministerial se debía, en gran medida, a la inclusión del Dr. Néstor Humberto Martínez, muy cercano al Vice Presidente Vargas Lleras, de Cambio Radical, que, como sabemos, no es muy amigo del proceso de Paz.
Entonces varios columnistas destaparon el avispero: ¿Cómo se le ocurre al Presidente Santos abrir una convocatoria para aspirar al cargo de Fiscal General de la Nación, si al fin y al cabo tenía el gallo tapado debajo de la mesa? Fue un procedimiento irrespetuoso con la opinión pública y sobre todo con la aspiración legítima de 150 juristas que participaron en el concurso abrigando la esperanza de llegar por sus propios méritos a la Fiscalía General de la Nación.
Vana ilusión. No contaron con las cartas marcadas del establecimiento económico, político y mediático, de manera que la convocatoria demostró ser una farsa, pues son las intrigas politiqueras y los grandes intereses económicos los que mueven “los concursos” para los altos cargos públicos, en este país de la “meritocracia”.
¿Qué independencia y autonomía de vuelo se puede esperar del ex superministro de la Presidencia? “Lleva media vida ocupando los más altos cargos bajo los más variados gobiernos; ha sido superintendente Bancario de Barco, ministro de Justicia de Samper, ministro del Interior de Pastrana, Superministro de la Presidencia de Santos; abogado y asesor de los grupos económicos más grandes de Colombia y de las corporaciones multinacionales que tienen negocios en el país: de los banqueros, de las empresas de radio, televisión y prensa, de los del carbón, de los del petróleo, de los de la minería de oro, de los ingenios azucareros, de los terratenientes agrícolas, de los acumuladores de baldíos”. (Antonio Caballero) Y pare de contar porque le sobran atributos. Poderoso caballero es don Dinero.
Da para pensar que el actual mecanismo para la elección de Fiscal General de la Nación no garantiza la autonomía e independencia que se requieren para el ejercicio del cargo más apetecido de la Rama Judicial, donde se mueven las presiones y las intrigas de los “cacaos” más poderosos del país, en un Estado descompuesto por la corrupción que, además, se dispone a entrar en la nueva etapa del posacuerdo, por lo cual sería mejor que el Fiscal dependiera del Gobierno y lo eligiera directamente el Presidente de la República, cargando con su responsabilidad para bien o para mal, como piensan algunos, aunque otros proponen que debe ser electo por la Academia y la Rama Judicial, tratando de remediar un poco las falencias de la mal llamada “Reforma para el Equilibrio de Poderes”, que, entre otras cosas, no ha podido remediar la crisis.