Selva, humedad y pantanos. Esas fueron las condiciones a las que se enfrentó Neil Armstrong en la frontera entre Colombia y Panamá como preparación de su viaje a la luna.
Corría el año de 1963, Estados Unidos competía con la Unión Soviética en todos los ámbitos y el espacio exterior no era la excepción. Para cumplir con la promesa del entonces presidente John Fitzgerald Kennedy de lograr que el hombre llegará a la luna, la agencia espacial NASA, siendo asesorada por la CIA, envió a un grupo de hombres a la selva del Darién con el objetivo de prepararlos psicológica y físicamente para la travesía. Se esperaba que de aquel campamento secreto salieran los elegidos para formar parte de la misión que seis años después pisaría el satélite terrestre.
Debido a lo difícil que resultaba movilizarse entre la vegetación y las pocas herramientas que tenían a su alcance, Armstrong y sus compañeros se vieron obligados a sortear obstáculo tras obstáculo para poder sobrevivir. En una ocasión, según recuerda el astronauta oriundo de Ohio, se alimentó con carne de serpientes y bebió agua extraída de plantas.
Una de las pocas pruebas que existen sobre este suceso es una fotografía de Armstrong con John Glenn. Fue publicada en días previos al aterrizaje del Apollo 11 en la luna y hoy reposa en el archivo de la Universidad Estatal de Ohio. En ella se ve a Armstrong, próximo a cumplir 33 años y con un machete enfundado en su cintura, y a su colega posando delante de un cambuche improvisado de hojas y ramas. Un pedazo de tela blanco cuelga detrás de ellos y sobre él está escrito un particular juego de palabras.
Foto: University State of Ohio
“Choco Hilton” se lee sobre sus cabezas, demostrando así que, pese a la ardua experiencia en la que estaban, se tomaban su día a día con humor al equiparar su refugio con un hotel de cadena.
Glenn no sería parte de la misión que catapultó a Armstrong a la fama. Sin embargo, en 1998, abordaría el STS-95 y se convertiría en la persona más vieja en ir al espacio con 77 años. Sería su segundo viaje por fuera de la atmósfera de la Tierra ya que, en 1962, un año antes de la icónica foto en mención, había orbitado el planeta.
Por su parte, Neill Armstrong volvería a Colombia en otras dos oportunidades. Ambas en Bogotá.
La primera fue antes de viajar a la luna, en 1966, cuando colaboró en una gira de promoción del programa espacial de Estados Unidos. Como anécdota quedará que Armstrong, tras atender varios compromisos sociales con figuras influyentes de la época, asistió al Nemesio Camacho ‘el Campin’ para presenciar un partido de fútbol entre Santa Fe y América. Se le pidió que hiciera el saque de honor que antecede muchos de estos encuentros, pero se negó ante la excusa de que solo sabía jugar beisbol. Finalmente, el saque fue hecho por Richard Gordon, otro astronauta que lo acompañaba en el viaje.
La última vez que Armstrong estuvo en la capital, su estadía tuvo otra connotación. La misión Apollo 11 había sido todo un éxito y el mundo entero presenció como su tripulación logró lo impensado. Tan solo dos meses después de regresar al planeta, Armstrong, convertido en toda una celebridad, llegó al país en el avión presidencial norteamericano y estuvo alrededor de un día entero. El expresidente Carlos Lleras Restrepo lideró la comitiva que lo recibió.
Antes de partir con rumbo a Buenos Aires, el primer hombre en llegar a la luna aseguró que jamás olvidaría Colombia.
