Al momento de escribir este artículo, cuatro colombianos de raza negra han ganado una medalla en los Juegos Olímpicos: los antioqueños Ibargüen, Martínez y Figueroa (este último con formación en el Valle del Cauca) y la vallecaucana Alvear.
En las redes sociales y en algunos lugares de predominancia negra, se han realizado memes, fotografías y alusiones a los cuatro medallistas, mientras que voces críticas del sistema -- no necesariamente de raza negra-- han llamado la atención de que los excluidos han resaltado la imagen deportiva del país. Todo esto a manera de paradoja, lo cual coincide con la imagen que un espectador desprevenido puede tener de Colombia, en términos de composición demográfica, pues según la melanina de los deportistas, no es muy distante a la media del Caribe, las Antillas y África occidental o central.
Con la victoria de nuestros deportistas, se ha abierto una polémica en Colombia en la que algunos sectores identifican las muestras de orgullo negro como revancha o resentimiento. Esto me hace recordar algunas frases que he escuchado en diferentes etapas de mi vida: “Ustedes mismos se discriminan” o “Entre ustedes los negros es dónde más hay racismo”.
A Barack Obama le preguntaron hace más de un año cuál era su opinión sobre la expresión #blacklivesmatter (las vidas negras importan). Muchos sectores le reclamaban al Presidente de Estados Unidos por qué no rechazaba una expresión considerada por algunos sectores como excluyente, ya que no podría decirse que las vidas negras importaban, porque todas las vidas, independientemente de su raza, importaban. Obama, en una respuesta brillante, manifestó que la expresión no podría ser considerada excluyente ya que se refería a una problemática que específicamente involucraba a la comunidad negra de los Estados Unidos, luego de los asesinatos ejecutados por la Policía de ese país
Ahora bien, no puede hablarse de racismo o resentimiento por parte de los negros que señalan, con orgullo, que hasta el día de hoy todos los medallistas olímpicos colombianos sean de esta raza. Lo que existe, más bien, es una catarsis colectiva ante un país donde sus estructuras sociales, económicas y políticas excluyen de una forma estructural a las comunidades negras, ya que deben analizarse las asimétricas condiciones de disparidad en necesidades básicas insatisfechas de salud, educación y vivienda. Inclusive en el deporte, donde la nula infraestructura y escasa formación deportiva desafían los resultados obtenidos. Todo esto confluye con las significaciones sociales imaginarias que todavía reflejan expresiones populares como: “la vi negra” “noche negra” “mercado negro” entre otras donde se adjetiviza lo negro como lo negativo.
Lo rescatable es que hoy, como en el Munich del 1936, Jesse Owen le muestra a Adolf Hitler que las barreras raciales son mentales y que las asimetrías sociales, económicas y políticas --que determinan el imaginario colectivo y hacen parte de la idiosincrasia de un país haciendo mella en su cultura-- se pueden superar eliminando las condiciones cualitativas que hacen del racismo un tema estructural con claras definiciones subjetivas.
A quienes se han sentido atacados o discriminados por la catarsis colectiva, es importante que apliquen la máxima kantiana de “ponerse en el lugar del otro”, abstrayendo lo que ha significado y representan las huellas de la esclavitud, que tienen vigencia en formas negativas con la consecuente y sistemática exclusión.
La gran enseñanza de estos juegos es que la inversión nacional, en otros menesteres, se podría enfocar en el compromiso de que Colombia sea una potencia deportiva.
¡Cuántos negros no saldrán de toda la nación para engrandecer la patria! así como los indios, mestizos y blancos como quienes quieren ser considerados son importar el color de su raza.
*Excandidato a la alcaldía de Tumaco