Casi no me sorprendo por los términos utilizados por Diego Martínez Lloreda para diferenciar “el negro de mostrar” y “la negra de esconder”.
Nada que venga de este personaje nos debe sorprender pero sucede que sus palabras son tan hirientes, tan racistas, tan francamente cargadas de estupidez que es imposible no reaccionar con indignación.
Hace un par de años durante una conferencia en la Feria Internacional del Libro, recuerdo al Sr, Martínez, vestido con su camisita blanca de “los buenos somos más”, hacer una intervención energúmena contra los indígenas que se habían atrevido a tumbar la estatua de Sebastián de Belalcazar en el oeste de la ciudad, seguramente ignorante de las atrocidades cometidas por nuestro fundador en contra de los antepasados de esos mismos indígenas amén de haber asesinado al fundador de Cartago.
El personaje en cuestión no le perdona a Francia intentar “vivir sabroso” porque según su mentalidad mezquina la negra se está igualando. Nada vale el duro camino que esta mujer ha debido recorrer a lo largo de su vida para lograr alcanzar digna y legalmente el lugar que ocupa como Vice-Presidenta del país. Mostrar al negro que tenemos como canciller, por su porte y elegancia solamente, es un insulto al personaje en cuestión ya que brilla más que por su vestido, por su capacidad intelectual.
Desafortunadamente el señor Martínez Lloreda no está solo ni es el único que siente que los negros y la “gente del pueblo” se deben mantener en su lugar, con humildad y agradecimiento. Brille para el la luz perpetua para ver si logra iluminar su capacidad mental.