“Normalmente, cuando las personas están tristes no hacen nada. Solo lloran sobre su condición. Pero cuando están enfadadas, provocan el cambio”.
Malcolm X
—Negro, una requisa.
—No acepto que me llame así.
—Una requisa por la buena o por la mala.
—Si es con esos términos toca a la mala.
—Lo que pasa es que ustedes se ofenden porque uno les dice así.
—Entonces por qué no me dice caballero, joven, señor como a cualquier ciudadano…
Así arrancó toda una discusión y un discurso de enojo en el centro de Bogotá, protagonizados por Carlos Angulo, un afrodescendiente que cansado del racismo que ha enfrentado toda su vida, gracias a su reacción y sus palabras se volvió tendencia en las redes. Angulo, de 33 años, es oriundo de San Luis Robles, una población cercana a San Andrés de Tumaco en Nariño, salió hace 23 años de su casa y —entre ires y venires— lleva seis en Bogotá.
Y es que para quienes fuimos criados con apertura y sin discriminación hacia nada ni nadie, nos cuesta creer que a estas alturas de la historia de la humanidad sigamos viendo episodios de este estilo. Sin embargo, lo que este ciudadano puso en evidencia es que las cosas están bastante lejos del “deber ser” en nuestro país en cuanto al trato igualitario entre los seres humanos, comenzando por la raza.
Busqué a Carlos, un carpintero de oficio, para saber más sobre su reacción y me encontré con un hombre absolutamente estructurado, conocedor como el que más de la historia de las comunidades afro no solo en Colombia, sino en el mundo, y dueño de toda una filosofía que ha construido entre la lectura y sus propias experiencias. ¿Su modelo de vida? Nada más y nada menos que Malcolm X, un líder negro norteamericano que luchó por los derechos de los afroamericanos y quemurió asesinado en 1965, antes de cumplir cuarenta años.
Angulo cuenta que comenzó estudiando Ingeniería Mecánica en la Universidad tecnológica de Pereira, pero era tanto el racismo que pensó que aquí no se necesitaban más ingenieros sino alguien que estudiara la historia y pusiera en evidencia la realidad de su comunidad en este país. Hizo dos semestres de Derecho en la sede centro de la Universidad Autónoma en Bogotá, pero como su situación económica no se lo permitió, decidió ser autodidacta: “Ni la educación secundaria, ni la universitaria explican la verdadera presencia y el aporte de la gente negra del país.Eso hizo que me dedicara a estudiarla por mi propia cuenta”, dice. Lo hace comprando los libros baratos, de segunda, que se consiguen sobre la séptima, en el centro de Bogotá. Le valen entre mil y diez mil pesos, encuentra combos por los que paga dos libros y le regalan uno, y como ya lo conocen también le fían. “Me interesa es la información que me permita interpretar el funcionamiento del mundo, en lo político, en lo social, en todo”, dice. Siguiendo los preceptos de Malcolm X, a quien llama su guía, agrega que “Uno puede llegar a la presidencia si se educa todos los días. He interiorizado sus discursos; su lucha merece la pena ser relumbrada por personas que, como yo, se sienten reprimidas en su propio país.”.
El último censo en Colombia (Dane 2005) dice que los afrocolombianos son el 10,6 % de la población (4'316.592 personas). Sin embargo, la ONU en 2011 publicó un informe según el cual uno de cada cinco colombianos es afrodescendiente, lo que representa la quinta parte de la población. Considera que el subregistro se dio porque "El término 'negro' suele tener una connotación peyorativa, por lo que muchos afros pudieron sentirse inclinados a no autorreconocerse". La información agrega que más de la mitad de los negros viven en las cabeceras municipales. De hecho, en Bogotá hay tantos afro como los que hay en Quibdó y en Medellín; hay incluso más de los que habitan en Tumaco.
Una de las luchas de Carlos Angulo tiene que ver con el reconocimiento de lo que la comunidad afrodescendiente ha hecho por el progreso del país. Y si uno se remite a la historia se encuentra con personajes a los que les debemos hasta nuestra libertad, y son negros. “Coronel, salve usted la patria”, le dijo Bolívar a Juan José Rondón cuando estábamos perdiendo la batalla del Pantano de Vargas. Rondón, venezolano, era hijo de esclavos libertos. Qué tal el almirante José Prudencio Padilla, conocido como el “mulato Padilla”, hijo de negra y blanco, guajiro, militar, marino y prócerdel Caribeneogranadino, que participó en las guerras de independencia.Y como para rematar, dejando de lado muchos otros personajes, nuestro primer revolucionario fue Benkos Biohó, un rey negro africano de la hoy Guinea Bissau (occidente de África), que lideró un movimiento independentista y a quien el gobernador de Cartagena le ofreció en 1605 un tratado de paz. Mejor dicho tuvimos rey negro, subversivo y con proceso de paz.
La reacción de Angulo a la luz de quien no ha vivido la discriminación racial es exagerada, pero es que le pasa con frecuencia. Según él, trataba de demostrar que las instituciones no correponden a lo establecido en la constitución. “Puse la denuncia en la Procuraduría y me la recibió otro blanco que también me maltrató, porque no hay solidaridad. ‘Tome este papel y diga lo que le pasó’, y no va a pasar nada”.
Este hombre —que por cuenta de las redes pudo elevar su voz de protesta—, asegura que el color de su piel siempre lo hace victimario, aunque se esté defendiendo. Cuenta cómo el señor del bus, el del taxi, el arrendador o el empleador deciden si lo que él busca le sirve o no, por el color de su raza. Insiste en que las grandes fortunas de este país detrás de la minería, la ganadería, la agricultura, la pesca, etc., se construyeron con fuerza negra y ni a ellos —cuando los liberaron—, les reconocieron económicamente su esfuerzo ni la posición ancestral que les pertenece.
Sin duda, nuestro afro de las redes sociales batalla todos los días por lo que llama “el poder negro”, que para él es la resignificación de la palabra “negro” hacia su dignificación y su lucha. Cuestiona: “¿Si nos llaman afroamericanos, entonces ustedes los blancos son euroamericanos o euroindios porque vienen de blancos? ¿Nosotros seríamos los mestizos euroamericanos o euroindios?”
Con la misma actitud irreverente de Benkos Biohó antes de ser ejecutado por los españoles hace más de 400 años, cuando les dijo a sus verdugos: ”Yo soy lo que muchos de ustedes no podrán ser, un guerrero”, hoy Carlos Angulo vive su propio desafío y frente a él dice: “No soy comunista porque hasta las luchas de clases son racistas. Soy obrero, pobre, negro, revolucionario –no de balas- y enfrentaré lo que sea necesario”.
¡Hasta el próximo miércoles!