Antes de que Antanas Mockus fuera alcalde de Bogotá, en 1995, aún retumbaban los ecos de las bombas que azotaron la ciudad en plena guerra con el Cartel de Medellín. Las carretas arrastradas por rocines extenuados se confundían con las busetas viejas que escupían el humo negro de la polución. En el imaginario quedó que Antanas Mockus, un filósofo, matemático y profesor que se había casado en un circo, montando sobre un elefante, y que resolvía los problemas, como rector de la Nacional, bajándose los pantalones y no llamando a la policía a reprimir a punta de bolillo y gases lacrimógenos, había cambiado, a punta de cultura ciudadana, una ciudad post apocalíptica.
Sus mensajes pedagógicos calaron y el original profesor Mockus fue elegido alcalde con una austera campaña cuyo símbolo era una pirinola en cuyas caras decía: todos ponen, todos pagan. Popularizó un concepto que distinguió a Bogotá y fue un punto de quiebre: la cultura ciudadana, que le sirvió para su reelección en el 2001.
Este descendiente de lituanos que se convirtió en la referencia de honestidad, transparencia y de la antipolítica, llegó a la vida nacional como un símbolo, una especie de tótem con el que se identificaron y movilizaron millones de jóvenes en las elecciones presidenciales del 2010. La Ola Verde que amenazó con borrar del mapa a ocho años de uribismo en las elecciones del 2010. Con el mensaje La vida es sagrada, intentó instaurar el concepto de la vida por encima de la guerra, la violencia y la muerte instalada en la mentalidad colombiana.
El recuerdo de los mimos enseñando a convivir, de los árbitros parados en los semáforos sacando tarjetas amarillas o rojas dependiendo del comportamiento de los ciudadanos, la hora zanahoria y el propio Mockus vestido de Supercívico, convencieron a tres millones de colombianos de que un educador de su tamaño podría cambiar el destino de Colombia. Por segunda vez intentaba la presidencia esta vez respaldado por Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñalosa y envalentonado por la Ola Verde, prometió que lo primero que haría siendo presidente era ir al Banco de la República y rociarlo con agua bendita. Nunca lo pudo hacer.
Con el peso de la derrota, Mockus, después de su retiro del Partido Verde en el 2011 y con el propósito de darle comunidad a su legado, creo Corpovisionarios, una Corporación sin ánimo de lucro, que tenía como principal objetivo divulgar su visión de cultura ciudadana orientada a mejorar la calidad de vida urbana. El prestigio del exalcalde le alcanzó para que las principales ciudades del país decidieran implementar los consejos de Corpovisionarios. Los contratos son firmados por la representante legal, María Isabel Patiño, quien fue la directora del IDU durante su última alcaldía.
El primer viaje que hizo Maurice Armitage, una vez salió elegido alcalde de Cali en octubre de 2015, fue a Bogotá. Quería concretar a Antanas Mockus para que Corpovisionarios le diera una asesoría destinada a convertir su ciudad en un pozo de urbanidad y civismo. El exalcalde había apoyado su campaña en agosto del 2015, un espaldarazo que resultó de utilidad entre los sectores de opinión, seis meses antes de su elección.
En un momento de gran rivalidad entre los candidatos Rafael Pardo y Enrique Peñalosa, el exalcalde Mockus hizo público desde Nueva York su apoyo a Peñalosa; ambos se encargaron de divulgar ampliamente la imagen y un corto video de su encuentro en un restaurante en la Gran Manzana. Ya en el Palacio Liévano, el alcalde Peñalosa no dudó en contratarle a Corpovisionarios, un plan de cultura ciudadana de cuatro años para la capital.
El alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, también quiso convertir a su ciudad en una especie de Mockuspolis.
El alcalde de Medellín Aníbal Gaviria contrató a la corporación de Antanas Mockus para realizar encuestas de Cultura Ciudadana en Medellín y su sucesor Federico Gutiérrez continuó el vínculo.
A estas ciudades se les unió también San Andrés, cuya alcaldesa, Aury Guerrero, firmó el 25 de julio del 2015, a tres meses de las elecciones de octubre, un contrato, por $ 2.000 millones para crear un Laboratorio cultural que identificara los comportamientos que afectan la vida diaria de los isleños. El alto valor de la asesoría encendió las críticas.
Pero las asesorías del profesor Mockus trascendieron el ámbito urbano y rápidamente copó el escenario de distintas entidades del Estado y multiplicidad de temas, siempre atravesados por el espíritu pedagógico y la medición de comportamiento.
El primer contrato le reventó en el último año del primer gobierno de Santos. Con un modesto contrato de $47 millones para un trabajo con el personal del DANE, que firmó Jorge Bustamante, en junio del 2013, un mes antes de dejar el cargo. Este contrato le abrió el camino con otras entidades públicas para hacer trabajos internos como el que hizo con Ecopetrol después del Dane.
El presidente de Ecopetrol, Javier Gutiérrez le pagó en agosto de 2013, la suma de $ 699 millones por una “consultoría" para impulsar un cambio cultural en los comportamientos, actitudes y percepciones de los trabajadores, contratistas y comunidades, de impactos relacionados con el compromiso con la vida”.
La cosecha de contratos importantes llegó con la reelección de Santos en el 2014. En esa campaña se hizo explícito su matrimonio con quien había sido un rival poco respetuoso en la campaña del 2010 sin dudar en utilizar su fragilidad en la salud por el mal de Párkinson para debilitarlo electoralmente, refiriéndose siempre de manera peyorativa como “el profesor”. Se amparó para justificar el acercamiento en el tema de paz y no fueron pocas las veces que piso el Palacio de Nariño para respaldarlo. En plena campaña presidencial afirmó abiertamente: “desde una independencia radical, extrema. Es decir, casi que me siento tanto más obligado moralmente a pedirles a los colombianos que no nos equivoquemos. Imagínese, ¿diez años de nuevo?”
Lo que parecía una iniciativa loable resultó ser un contrato por $ 480 millones con el gobierno Santos a través de la Oficina del Alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo con el que se buscó estimular la movilización ciudadana.
El contrato dejó un mal sabor; se cumplía nuevamente el axioma de contraprestación pecuniaria a cambio de respaldo político.
Con el Instituto de Bienestar Familiar dirigido por Cristina Plazas firmó un convenio en noviembre de 2014, por $285 millones para “aunar esfuerzos para orientar en la sensibilización de nuevas masculinidades a través de la implementación de acciones que permitan transformar las relaciones de poder hegemónicas que perpetúan la violencia basada en géneros…”
El Banco de la República en cabeza de José Darío Uribe firmó en diciembre 11 de 2015 un contrato por $ 517.369.369 dirigido a fortalecer la cultura y el comportamiento ético y valores de los empleados del banco.
Los dos contratos con más músculo que firmó Corpovisionarios con el gobierno Santos fueron en la última semana del año con el Departamento de Prosperidad Social por $ 2'054.600.000 en diciembre 26 de 2015 y exactamente un año después el Ministerio de Vivienda, en diciembre 27 del año pasado por $ 2.281.580.000
El objeto del de Prosperidad Social fue para procesar y analizar información documental recaudada en los llamados Territorios de Paz.
El Ministerio de Vivienda en cabeza de Elsa Noguera, contrató a Antanas Mockus a través de Fonvivienda (Fondo para la vivienda gratuita) con el propósito de “aunar esfuerzos con miras a acompañar el proceso de estabilización social de los usuarios de viviendas gratuitas en la ciudad de Neiva –Cuarto centenario Fase IV- y el proyecto Plaza de Bolonia en Bogotá."
Este rosario de contratos son la principal incomodidad frente a un líder que había construido una imagen de independencia. Es también el argumento que han tenido las toldas del Centro Democrático lideradas por Álvaro Uribe Vélez, para desconfiar del silencio pasivo de Mockus frente al poder y quien lo ejerza, sin importar las circunstancias. Un comportamiento que llegó al límite hace pocos días, cuando la reacción del exalcalde frente a los dineros de Odebrecht que entraron a la campaña de Santos Presidente 2014, no fue de crítica cuando se atrevió a afirmar: “no hubiera ganado las elecciones por los 2 millones de afiches ni tampoco creo que nos hayan tumbado”, con lo que quedó claro que si algo no quería Antanas era pelear con el presidente Santos ni con su gobierno al que le falta un año en el poder.
Publicado originalmente el: 22/03/2017