Negociar como si no hubiera guerra, y hacer la guerra como si no hubiera negociación

Negociar como si no hubiera guerra, y hacer la guerra como si no hubiera negociación

"El gobierno tiene que persistir en la negociación política con el Eln, en vez de estar persiguiendo con decretos policivos, inocuos y fascistas"

Por: Tiberio Gutiérrez
septiembre 10, 2018
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Negociar como si no hubiera guerra, y hacer la guerra como si no hubiera negociación
Foto: Twitter @IvanDuque / Cancillería del Ecuador - CC BY-SA 2.0

Así fue como llegó el presidente Santos a los acuerdos de paz con las Farc. Sin embargo, todo parece indicar que el presidente Duque no va a tener en cuenta las experiencias de este proceso que, a pesar de las dificultades que tuvo y que sigue teniendo para la implementación de los acuerdos, al final se logró coronar con la dejación de las armas por parte de las Farc para la superación del conflicto y para empezar a construir una paz estable y duradera.

Desde el comienzo de su campaña el presidente Duque anunció los requisitos para continuar con la mesa de negociaciones en La Habana, sin los cuales era imposible avanzar hacia la paz con el Eln.

"Hasta que no se cumpla con la liberación de los secuestrados, no vamos a designar a nadie del gobierno para que se siente en esa mesa a tener ningún tipo de aproximación", afirmó Duque este sábado en Amagá (Antioquia) sobre el plazo que le dio a la guerrilla del Eln para que tuvieran un gesto de buena fe.

Si bien no les dio un plazo para que cesaran todas las actividades de guerra, sí les envió un mensaje claro: "No se puede hablar de paz mientras se apela a la violencia como mecanismo de presión al Estado y a la sociedad. Hemos dicho que como Gobierno tenemos toda la voluntad, pero sí y solo sí hay un camino creíble y ese camino debe empezar por dar por terminado todas las actividades criminales empezando por la liberación de todos los secuestrados". Es decir, acabar la guerra unilateralmente. ¿Entonces para qué una mesa de negociación?, ¿para qué se está asumiendo la negociación política del conflicto armado?

El negociador del Eln, Pablo Beltrán, manifestó: “Hemos dicho al comisionado Ceballos: el Eln tiene la disposición en estos cuatro años de llegar a un acuerdo. Liberamos unos ayer (Jueves) en Arauca y tenemos previsto liberar a lo largo de este fin de semana a los que tenemos en Chocó. Pero le manifiesto mis reservas sobre los datos de supuestos secuestrados por nuestra parte. Tenemos noticia de nueve personas de la fuerza pública”. Más adelante complementó: “La iglesia y otros sectores humanitarios acompañados de la Cruz Roja (CIRC) están en estos momentos tratando de que en el Chocó se haga la liberación de seis personas, integrantes de las fuerzas armadas que fueron detenidas el 3 de agosto y que nosotros nos comprometimos a que se iban a liberar muy pronto. Aspiro a que este fin de semana o principio del otro se pueda lograr esta liberación”.

El jefe del Estado dijo que nombrará un jefe negociador y reiniciará la mesa de diálogos pero sobre la base de “una agenda clara y unos tiempos definidos” y agregó que hasta que no se cumpla esa premisa “nosotros no vamos a designar a nadie para que se siente en esa mesa a tener ningún tipo de aproximación”.

El Eln mantiene su disposición de paz pero califica de inaceptables las condiciones del Gobierno.

En un comunicado, la guerrilla se compromete en liberar a las personas secuestradas en Chocó en cuanto sientan que existan las condiciones favorables para hacerlo sin poner en riesgo la vida de los privados de la libertad.

El pasado sábado, en el marco del taller Construyendo País, en Amagá, Antioquia, el presidente Iván Duque Márquez sostuvo sus condiciones para reanudar los diálogos con el Eln: “liberar a los secuestrados que todavía se encuentran en poder de la guerrilla y cesar todas las actividades criminales. Sin esa seguridad, el Gobierno no designará a un jefe negociador para que se siente en la mesa de negociación.”

Frente a esa posición el Eln emitió un comunicado a la opinión pública en el que expresa que, las condiciones impuestas por el Gobierno para reanudar los acuerdos son “inaceptables”.

“Al desconocer los acuerdos hechos con el Estado y colocar unilateralmente condiciones inaceptables, este Gobierno está cerrando esta mesa, acabando el proceso de diálogos y los esfuerzos hechos desde hace varios años por el Eln, la sociedad, el anterior Gobierno y la comunidad internacional”, se lee en el boletín.

Esta guerrilla sostiene que liberará a los seis uniformados que se encuentran en su poder en el Chocó, pero que este procedimiento debe cumplir unas condiciones y protocolos para no poner en riesgo la vida de los secuestrados.

“El Gobierno, al haber entregado a las Fuerzas Militares el manejo de las liberaciones humanitarias y negarse a un acuerdo para los protocolos, ha hecho mucho más difícil las liberaciones de los uniformados privados de la libertad en Arauca y Chocó por frentes nuestros, en tanto ello crea grandes riesgos para la vida de los detenidos, para las personas e instituciones que ayudan en estos casos y para nuestras unidades guerrilleras”, explican.

El pasado 5 de septiembre, la guerrilla liberó a los tres soldados que se encontraban retenidos en Arauca en cumplimiento a las condiciones del presidente Duque para reanudar las negociaciones. Sin embargo, hasta el pasado 7 de septiembre, no lograron liberar a los otros seis uniformados en el Chocó, en el marco del ultimátum que les puso el mandatario.

A pesar de prometer abandonar los diálogos si el Eln no cumplía con la liberación de los secuestrados hasta el 7 de septiembre, Iván Duque no levantó la mesa de los diálogos y sostiene que habrá disposición siempre y cuando la guerrilla cumpla con las condiciones.

Por su parte el Centro Democrático le pidió a Duque no iniciar ningún tipo de negociación si no se cumple con el cese de hostilidades y la liberación de los demás secuestrados. “Le pedimos al Gobierno Nacional no reanudar ningún tipo de negociación con el Eln entre tanto no cumplan con las dos condiciones necesarias para iniciar cualquier negociación con grupos ilegales”, escribe la bancada del Centro democrático.

El Eln en su comunicado le recuerda al Gobierno que ya se encuentra una parte negociada entre las dos partes y que las demás instancias comprometidas con los acuerdos están a la espera de la orden de reanudación del presidente Duque.

“Señores del Gobierno, traemos ya un proceso de diálogo y negociación tendiente a la terminación del conflicto. Traemos unos acuerdos hechos con el Estado a través del Gobierno anterior, traemos un acuerdo sobre el diseño del proceso, sobre su agenda, sobre la marcha de la mesa, sobre los acompañamientos internacionales, sobre las cesaciones bilaterales del fuego, sobre el acompañamiento de la Iglesia, sobre protocolos de seguridad y funcionamiento y muchos más asuntos”, les recuerda el Eln.

Por su parte, en conversación con Blu Radio Miguel Ceballos, alto comisionado para la paz, manifiesta que no entienden por qué el Eln cuestiona las condiciones si son las mismas que se han impuesto a otros actores en el mismo proceso.

La guerrilla dice que seguirá activa en el proceso, buscando opciones de paz y continuidad del proceso, como deseo propio y de la sociedad que pide acabar con toda manifestación de violencia.

Es decir que el Eln tiene la llave en sus manos para continuar con la mesa: la liberación de los secuestrados. El problema es que el gobierno viene con la política de sometimiento y el Eln dando espacio para el crecimiento de una opinión adversa a la negociación; además de una estructura militar donde parece que no hay un mando central sino varios frentes con independencia para proceder, lo que hace muy difícil llegar a acuerdos consistentes y duraderos.

La experiencia del proceso con las farc deja lecciones que se pueden aprovechar de parte y parte, como por ejemplo, el cese bilateral del fuego por un tiempo determinado, al final del cual se podría prorrogar para comenzar a negociar la agenda con la concentración de tropas en puntos determinados, y con la veeduría internacional.

Claro que uno de los problemas más complicados es la renegociación de la agenda, que entre otras cosas ya se había definido con el gobierno de Santos, a tal punto que en La Habana estuvieron muy cerca de llegar al cese bilateral del fuego, pero que no se logró por razones que aún hoy no están claras.

Ahora el gobierno quiere negociar con una agenda nueva, sobre todo el punto de la participación de la sociedad civil que está formulado de tal manera que parece como si el protagonismo del Eln se diluyera en cada uno de los actores sociales, como si de estos dependiera llegar o no a los acuerdos finales del proceso de negociación.

Me parece que este punto hay que aterrizarlo para poder implementarlo con el realismo de las condiciones concretas. Lo mismo tiene que ver con la política de los hidrocarburos, a sabiendas de las intenciones del gobierno de avanzar en la exploración del crudo con los métodos del fracking poniendo en peligro el ecosistema de los páramos, del agua, de la vegetación y de la fauna circundantes, un tema muy grueso como para poder llegar a un acuerdo en el manejo de la política petrolera.

En relación con la nueva agenda que reclama el gobierno, hay que tener en cuenta el acuerdo con las Farc, que adelantó en buena medida parte de la negociación con el Eln, claro que teniendo en cuenta las particularidades originales, ideológicas, estructurales y políticas del Eln, las cuales las diferencian de las Farc, y que hay que tener en cuenta para no cometer el error de exigir el mismo proceso al pie de la letra.

Esto no quita que, por ejemplo, en el problema agrario, en la participación política, en el tratamiento de los cultivos ilícitos, en el del sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición para las víctimas, esto no quita que se pueda llegar a acuerdos rápidamente, teniendo en cuenta la justicia transicional, la comisión de la verdad, la comisión de historia del conflicto armado y de las víctimas y el bloque de búsqueda de los desaparecidos, que no debe variar en lo fundamental.

Me parece que en lo que sí debe de haber mucho énfasis por parte del Eln es en el compromiso real del gobierno de desmontar el paramilitarismo y el narcotráfico, en todos los eslabones de la cadena, porque de continuar harían nulos los acuerdos con las Farc y eventualmente con el Eln.

En este sentido no le hace mucho bien a las negociaciones con el grupo insurgente, ni sirven de estímulo para los acuerdos con los combatientes “elenos”, las trabas y demoras en la implementación de los acuerdos de paz con las Farc, y sobre todo, la inseguridad de sus excombatientes que han caído asesinados por falta de garantías en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, donde han perdido la vida 75 exguerrilleros de la Farc, a tal punto que la presidenta de la Unión Patriótica y senadora de la República, Aída Avella, afirmara que “ el asesinato de líderes es la reproducción del genocidio de la UP”, y además, espacios donde aún no se concretan los planes productivos para la guerrillerada y para las comunidades de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), de tal manera que ya la ONU anunció el abandono de seis líderes de estas comunidades territoriales y de sus respectivos proyectos productivos.

Estos elementos tienen que poner a pensar al gobierno y las clases dirigentes en la necesidad urgente de parar el genocidio y dar cumplimiento a la implementación de los acuerdos de La Habana, si es que en verdad el Estado tiene la autoridad moral para pedirle al Eln cesar sus acciones ofensivas para poder continuar con la mesa de negociación.

La verdad es que lo primero que tienen que definir con claridad es la agenda de negociación, que debe ser muy puntual y muy concreta para que pueda avanzar en la credibilidad de la opinión pública, so pena de seguir negociando en medio de una guerra interminable, lo que llevaría a un desgaste del Eln, que es lo que quiere el gobierno de Duque y sus asesores políticos del Centro Democrático.

Por eso es indispensable para ganar en credibilidad que se defina muy pronto el cese bilateral del fuego, porque es muy difícil ganar opinión pública en medio de la guerra. La experiencia con las Farc lo demostró ampliamente: primero los farianos decretaron el cese unilateral y luego vino el cese bilateral, con lo cual se despejó la concentración de tropas en zonas territoriales con la correspondiente veeduría internacional, proceso del cual ya se tiene la experiencia con las Farc.

El otro camino del Gobierno sería coger por el atajo de la guerra con sus posiciones inamovibles e irreconciliables, que es lo que quieren los sectores reaccionarios latifundistas, paramilitares, y narcotraficantes, que llevarían a más guerra, más víctimas, más desplazados, más violación de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, más justificación del paramilitarismo, más muertes de líderes sociales y defensores de los derechos humanos, más extorsiones, más ejecuciones extrajudiciales de miles de jóvenes inocentes que seguramente si estaban “recogiendo café”, más derroche millonario en armamentos, menos inversión en infraestructura, educación, salud y desarrollo, más corrupción, más voladuras de oleoductos contra la economía y la ecología del medio ambiente, menos confianza inversionista y más temor con los países vecinos, para que al final de tanta tragedia no haya derrota de la subversión.

De tal manera que el gobierno tiene que persistir en la negociación política con el Eln, en vez de estar persiguiendo con decretos policivos, inocuos y fascistas, la dosis personal de marihuana, si es que quiere tener un espacio de maniobra para ambientar su pacto por Colombia, para lo cual es fundamental el desmonte del paramilitarismo; parar el genocidio de los líderes sociales y de los defensores de los derechos humanos; y dar cumplimiento a la implementación de los acuerdos de paz, para poder llegar a lo que algunos denominan “una paz completa” con el Eln, y poder enfocar todas las energías de las fuerzas vivas de Colombia hacia un verdadero pacto nacional democrático, por la paz con justicia social.

 

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