Negociando con Efromovich: lecciones para empleados desesperados

Negociando con Efromovich: lecciones para empleados desesperados

"Jefes como él, cuyo talento inversionista se ha formado en crueles escuelas de ambición y poder, gustan de ser impredecibles para atemorizar tanto al amigo como al enemigo"

Por: Enrique Martínez Mejía
octubre 09, 2017
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Negociando con Efromovich: lecciones para empleados desesperados
Foto: América Economía

“Este sindicato dice que no tienen las condiciones de pilotos de otras naciones. Pues, si piensan eso, que se vayan para esos países; si lo que ganan en Colombia no les sirve, que se vayan o cambien de negocio” dijo Efromovich.

Sus palabras son duras y familiares, una variante del famoso “si no le gusta, pues...”. Se sabe por experiencia que el jefe que amenaza además de mediocre es bastante vulnerable, prueba de ello es que en lugar de abogar por mejores prácticas laborales internas pide más leyes favorables a papá gobierno, lo dice en la entrevista con total claridad: “Esta es una oportunidad para mencionar que, en mi concepto, tendremos que pasar rápidamente por una reforma laboral, de la misma forma que recibimos la tributaria el año pasado”.

Y lo comprendo, Avianca ha pasado malos momentos, que se sume un sindicato a hacer peor la tormenta altera el ánimo de cualquiera. El problema es que ese ánimo gerencial anda alterado en casi todos los ámbitos en Colombia, la humillación del empleado es un deporte latinoamericano, el gran mérito de algunos en su vida: soy jefe, ahora voy a poder decir “si no le gusta pues...”.

Entonces, ¿qué podemos hacer para negociar con esos malos jefes?

* No funciona: responder a la altanería con altanería.
* Sí funciona: hablar muy lento. Mientras Efromovich habla ofuscado en los medios de “actos criminales” la mejor respuesta es la mesura, el tono de voz bajo y lento, mostrando tranquilidad y firmeza, Jaime Hernández tiene ese don aunque no lo ha usado mucho en las redes sociales.

* No funciona: en las discusiones usar amenazas para forzar acciones.
* Sí funciona: preguntar ¿nos va a quedar grande ponernos de acuerdo? Tenga en cuenta que un jefe ha llegado a su posición superando obstáculos e imponiendo su ego, mostrar el desacuerdo como un reto y no como un conflicto ayuda a tocar su vanidad y movilizarse más fácil hacia un diálogo.

* No funciona: ante acusaciones graves responder con ataques.
* Sí funciona: ante acusaciones graves, como por ejemplo “lo que hacen es criminal” responder “sí, sabemos que lo que hacemos puede ser visto como criminal” Al hacer esto, como lo están haciendo los pilotos, están dando muestras de que entienden lo que quiere decir su contraparte, que comprenden su posición y que desean llegar a un acuerdo en beneficio mutuo.

* No funciona: tratar de tener el control de la situación, dominar al adversario.
* Sí funciona: dejar que el jefe piense que tiene el control. Es fácil hacerlo, pregúntele cosas como por ejemplo “¿cómo desea usted que acordemos esto?” “¿Qué opinan de este punto?” “¿Cómo cree usted sería más conveniente trabajar esto?” Estas preguntas ayudan a que el jefe baje la guardia y de paso conocer mejor sus intenciones en la negociación.

* No funciona: negarse a las condiciones del jefe sin dar chance de buscar otra salida sino la que yo creo es la correcta.
* Sí funciona: pídale consejo al jefe. Suena absurdo pero es esencial, cuando llegue el momento de negociar el salario y el jefe diga “no podemos en el momento” la respuesta no es hacer un paro, es preguntar “jefe, entiendo la situación, pero dígame ¿cómo hago con esto? ¿Qué me sugiere hacer para llegar al aumento?” Déjelo hablar, si intenta aprovecharse de su vulnerabilidad salga de ese trabajo, si en cambio da respuestas donde usted pueda obtener más claridad sobre sus intenciones y motivaciones, guárdelas, después le servirán para futuras negociaciones.

Jefes como él, cuyo talento inversionista se ha formado en crueles escuelas de ambición y poder, gustan de ser impredecibles para atemorizar tanto al amigo como al enemigo, su meta es mantenerlos en estrés constante para tener control sobre ellos. Ser hábil negociando con este tipo de jefes implica ponerlo en posiciones radicales donde no haya margen para que oculte sus intenciones, aunque al hacerlo se corre el riesgo de asesinar cualquier tipo de diálogo a futuro. Los pilotos quemaron su carta tratando de sacarlo de la junta directiva con un paro, ahora parece que los que se van son ellos.

 

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