Existen políticos que desde hace algunos años han planteado que en Colombia no ha existido un conflicto armado, sino una amenaza terrorista; por lo que hemos escrito en algunas oportunidades acerca de que el marxismo es intrínsecamente terrorista, de ahí que no podemos olvidar que las guerrillas creadas en las últimas 6 décadas se originaron orquestadas al amparo de la ideología marxista-leninista.
Cuando se habla de amenaza terrorista se puede pensar que el terrorismo solamente está al acecho para realizar sus acciones macabras, pero en Colombia, por el contrario, ha actuado con saña en contra de la sociedad y el Estado. Luego, el terrorismo que han practicado las bandas armadas comunistas en las últimas 6 décadas lo ha sentido la ciudadanía con todo su rigor, así que una cosa es la amenaza y otra la práctica del terrorismo.
Se ha dicho que con el terrorismo no se negocia y eso se ha visto a nivel internacional con grupos como el Isis o Al Qaeda, sin embargo en otras ocasiones ha habido diálogos como sucedió con la OLP en Palestina y se menciona que en Afganistán hay acercamiento con los talibanes. También, sin ir muy lejos, en Colombia se ha negociado con grupos como el M-19 y EPL, a principio de la década de los 90, y últimamente con las Farc.
En el caso colombiano, que ha sufrido los rigores terroristas de la narcoguerrilla comunista, hay que ser enfáticos en la génesis del conflicto político militar vivido en el país, en donde la responsabilidad exclusiva recae sobre la dogmática marxista para la toma del poder, rechazando argumentos bastante inanes sobre la pérdida de los “ideales” de la guerrilla, la falta de comprensión del marxismo, su falta de aplicación correcta o la pérdida como guía para la acción. Todo eso es mendaz, ya que esa doctrina totalitaria ha considerado a la fuerza bruta como la mejor manera de oprimir a las naciones, donde desde luego se encuentra inmerso el terrorismo.
No tiene sentido negar el conflicto armado en Colombia, por eso hay que ir a la esencia del mismo, que demuestra inequívocamente sobre quién recae la responsabilidad absoluta, pues al negarlo directa o indirectamente se está exculpando al comunismo totalitario o marxismo, algo que no contribuye para nada a la verdad histórica que tanto se necesita para no caer en los mismos errores.
No solo en Colombia surgió un conflicto político militar que propició la doctrina marxista a principio de la década de los sesenta del siglo pasado, sino que ello también tuvo ocurrencia en 13 países de Latinoamérica con 26 grupos guerrilleros, patrocinados por el régimen cubano de Fidel Castro y con la anuencia de la URSS, quedando bien claro que todas esas guerrillas seguían las orientaciones doctrinarias del totalitarismo comunista y buscaban igual que en Colombia tomarse el poder, demostrándose que sí ha existido un conflicto armado impulsado por un proyecto político absolutista.
Se ha tratado de indicar que por el hecho de que la guerrilla marxista en Colombia cayó en el narcotráfico, para financiar sus actividades criminales, dejó de tener objetivos políticos, lo cual es un argumento muy peregrino, cuando indudablemente el delito ha sido un medio para lograr fines políticos (ello ocurre con el marxismo) como lo hacía el genocida de Stalin a principios del siglo XX en Rusia, en donde maneja casas de lenocinio, realizaba atracos a los bancos y secuestros con miras a la “revolución”. Entonces, negar el conflicto en nuestro país crea confusiones, desconociendo la catadura criminal del marxismo con sus agrupaciones armadas, que ha tenido como estrategia la combinación de todas las formas de lucha.
Soslayar la existencia del conflicto armado en Colombia no contribuye en nada a la auténtica comprensión de la tragedia, por lo tanto lo que se debe de analizar sin atenuantes es dónde está la responsabilidad, conociendo los resultados calamitosos, porque no se puede olvidar que la organización genocida que más ha cometido crímenes en la historia de la humanidad es el marxismo-leninismo, desde donde surgieron las guerrillas comunistas en el país, que han utilizado el terrorismo como uno de sus métodos de lucha para someter a la población a sus instintos perversos mediante una dictadura perpetua.