¡Necesitamos más corrupción!

¡Necesitamos más corrupción!

Este artículo, elaborado hace seis años, cuando la corrupción en el país estaba en plena efervescencia viene a confirmar lo que en su tiempo señalé

Por: Luis Miguel Ariza
febrero 05, 2024
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¡Necesitamos más corrupción!
Fotografía: Canva

“Sin embargo, mi concepto es que realmente necesitamos un cambio de sistema urgente, pero con un gobierno mucho más corrupto que el actual”.

Este artículo, elaborado hace seis años, cuando la corrupción en el país estaba en plena efervescencia, no había esperanzas de cambio y era incorrecto no ser corrupto, por mucho que intentáramos no serlo, viene a confirmar lo que en su tiempo señalé.

Dije entonces que a nadie le servía un Estado trepado en el mástil de la rectitud, la justicia, la honestidad, las buenas maneras y todos esos románticos epítetos del ideal de un mundo correcto, como lo ha venido pregonando el presidente Gustavo Petro desde antes de su elección como presidente de parte de un país desesperado, porque a la hora de la verdad, los implicados saldrían como cucarachas en desbandada en busca de un escondrijo más seguro, vociferando indignados por todos los medios que el bien es el mal. Cunde el caos como si por casualidad se destapa un cajón infestado de alimañas. Todas saldrían despavoridas en busca de nuevos escondites, como está sucediendo.

El nuevo sistema de la honestidad y buenas maneras se llevaría por delante los ardides económicos para escamotear todo lo escamoteable en este país que parecía mangal cargado de frutos maduros, donde todos tiraban piedras y palos para alcanzarlos. Se acabaría el saqueo que viene desde las más altas esferas políticas y económicas del país, hasta las menos interesantes, empleados y gente común propendiendo por un sueldo sin importar lo de la corrupción porque el hambre y las necesidades pasan por encima de toda cordura moral. Pero peor el contratista y toda la estela que le sigue para efectos de coimas que implican justamente a los que luego se darían golpes de falsa moral y que hoy lloran el regreso del mal sobre el bien.

El Estado es una empresa y los empresarios, muchos de ellos adeptos a la corrupción, la trataban como asunto personal donde los amigos se repartían intereses, fijaban leyes a conveniencia, todo estaba bien porque así es la democracia al estilo de la delincuencia. Ya lo dijo el escritor García Márquez, “La democracia es el mejor negocio del mundo”. Y lo es, sin duda. La rebatiña para hacerse elegir indefinidamente en cargos públicos, como alcaldías, gobernaciones, asambleas, concejalías y hasta senaduría, no es porque los tipejos sean un dechado en virtudes filantrópicas y dedicados al bienestar de una nación que no ve bienestar de parte de ellos por ningún lado, sino porque es la manera selecta de alzarse con los dineros públicos de una u otra forma. La cosa inicia con la compra del voto al ciudadano y que sólo está mal y es condenable si lo quieren descubrir en otros, pero en ellos pasa desapercibido.

La nota premonitoria de más corrupción para combatir a la corrupción está intacta. Hoy, gracias a las denuncias que antes pasaban de lado, confirmamos que el país no es más que una anarquía sostenida por la mentira. La caja de alimañas ha sido estremecida y es la razón del despelote de radio, prensa, TV, redes, y gente de a pie, desesperados por evitar lo que sabemos: todos están implicados. Pero más quienes financian el torpedeo con la excusa de oposición democrática, que no ofrece nada a cambio, sólo lo que sabemos y todos hemos vivido en las últimas diez décadas.

Cuando los colombianos escuchábamos hablar de Notarías, Fiscalías, Procuradurías, Corte Supremas y otros entes, la mente se nos iba derecho a una ilusión sabiamente promocionada de organismos competentes, ecuánimes, ajustados a las normas jurídicas, transparentes e imparciales. Ahora tenemos la verdad que estuvo oculta. Son parte del entramado de la caja de alimañas que ya conocíamos en lo político y que no están interesados en que se marche. Al contrario, en las recientes elecciones regionales se emplearon a fondo para lograr mantener parte del poder que ostentaban desde todos los ángulos posibles desde la República.

No todos los electos lo fueron con honestidad. La consigna es evitar que se desarticule el entramado de las alimañas y para ello la estrategia está planteada: desinformación, acusaciones, ponderar lo bueno como malo. Somos un país de mente miserable, apelotonados en falsas poses morales, tanto religiosas como seculares, todo se nos va en sobrevivir como sea, médicos que no son médicos, abogados que no son abogados, profesores (al menos los nuevos), dispuestos a ajustarse a las normas de enseñar de acuerdo a las necesidades de la corrupción.

Son pocos los profesionales universitarios que no se les pueda señalar de algo. El robo y las malas maneras está en las mentes de casi todos. El país ha sido socavado de tal manera, que creo será imposible para el presidente enderezar las ramas de trupillo de un árbol cuya tendencia es crecer a los costados.

Necesitamos más corrupción, es la nueva mentalidad y a esta la buscarán entre los mismos responsables de la debacle de un país podrido mentalmente. Necesitamos más corrupción, es la consigna actual cuando ya nadie se inmuta por el alcalde o el concejal o el diputado electo señalado de algunos delitos. Necesitamos más corrupción cuando se descubre que la ponderada supuesta Corte Suprema se le destapa que sólo es un fortín político propiedad de la corrupción. Necesitamos más corrupción cuando vemos descaradamente al Fiscal, afanado, y ya sin taparse los ojos detrás de la falsa moral, buscando evitar a toda costa su salida porque al convertirse en un ciudadano común, podrían salir a flote todas las diabluras que pudo haber hecho amparado en el cargo. Necesitamos más corrupción cuando la Procuradora procura contra los enemigos políticos de sus jefes, pero se le descubre un largo rabo de paja imposible ocultar.  Necesitamos más corrupción porque el poder económico cree que el país debe funcionar con base a sus directrices y que la política sólo puede ser determinada por ellos. Necesitamos más corrupción que nos haga creer que la honestidad y rectitud es un defecto de los pobres. Necesitamos más corrupción cuando la caja de alimañas ha sido sacudida y ahora pretende asolar al mismo país por haber cometido la imprudencia de elegir como presidente a alguien que pretende hacer avanzar el percherón atascado de una sociedad enferma.

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