Cantinflas fue para México lo que Jaime Garzón para Colombia. Ahora bien, cuando muchos académicos y periodistas al servicio de los excluyentes y dominantes intereses políticos y económicos del país —en su gran mayoría seguidores de las normas de lo “socialmente correcto”— me oyen decir que me quedo con Cantinflas antes que con Charles Chaplin gritan "herejía". No aceptan que Cantinflas interpreta el sentir y la rebeldía latinoamericanos, mientras que la apología a Chaplin tiene mucho que ver con el eurocentrismo.
Cantinflas fue un duro crítico de la oligarquía mexicana y del país político. Sus denuncias y acusaciones le llegaban al alma del pueblo humilde, no solo de México sino de toda Indoamérica. Por eso, para mermarle fuerza a sus críticas, optaron por ridiculizarlo a fin de despojar sus mensajes críticos de la fuerza política que tenían y que estaban al alcance de los menos ilustrados. De ahí que acuñaran el término “cantinflesco” para quitarle importancia a sus agudas denuncias.
Ahora vemos que algunos periodistas del clan de la gran prensa tratan de descalificar a Claudia López señalándola de Cantinflas. Basta leer a Felipe Zuleta, uno de los enconados críticos que pretenden ridiculizarla, pretendiendo compararla con ese genio latinoamericano que fue Cantinflas, para comprender cuál es el origen de tales críticas, pues basta saber en qué cuna se crio dicho periodista.
Nieto de Alberto Lleras Camargo, a quien Jorge Eliécer Gaitán calificaba de “hombre con alma de secretario”, por haber fungido siempre como vasallo incondicional de los Estados Unidos, a los que les prestó permanentes servicios de servilismo, sin alejarse jamás de su fidelidad incondicional de los intereses norteamericanos.
También es nieto de Eduardo Zuleta Ángel, quien hizo desaparecer el informe de Scotland Yard sobre el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, cuando era ministro de Relaciones Exteriores de Mariano Ospina Pérez.
Pues bien, basta conocer la biografía de Felipe Zuleta para entender que sus raíces no pueden menos que llevarlo a rechazar a Claudia López, que no hace parte de las rancias familias que se han perpetuado en el poder y que para mantener su acaparamiento han utilizado la burla clasista contra quienes se atreven a ejercer la política rompiendo el monopolio impenetrable de las familias que nos vienen gobernando desde los tiempos de Santander.
Un honor para Claudia López que la comparen con Cantinflas, el aliado de las clases populares y enemigo de los que las explotan y que, por eso mismo, han ridiculizado. Hay que ver las películas de Cantinflas, de gran calado popular, para entender por qué las sempiternas familias criollas le teman a los Cantinflas y a los Jaime Garzón. Le tienen tanto pavor al sentido del humor como a las movilizaciones populares y al rescate de la historia popular con el derribamiento de estatuas, como sucederá, más temprano que tarde, con la erigida al conquistador Jiménez de Quesada que todavía campea en Bogotá, en medio de la plazoleta frente a la Universidad del Rosario.
