Necesitamos la novela del plebiscito

Necesitamos la novela del plebiscito

"Hubiera sido aconsejable tomar los acuerdos como el guion de una novela, así la mayoría se habría enterado de lo que decían y el rumbo de la patria sería otro"

Por: Álvaro Efraín Contréras Báez
octubre 24, 2016
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Necesitamos la novela del plebiscito

Según indican las encuestas, el colombiano promedio, pasa más de cuatro horas diarias frente a la televisión, al menos eso parece cierto, cuando se trata de las amas de casa, que hacen ingentes esfuerzos para no perderse la telenovela; incluso los niños más pequeños, se acomodan junto a sus padres frente a la hipnótica luz de las pantallas.

Existe algo que las autoridades en materia de medios llaman el horario familiar, y en esta franja, que se supone debería estar orientada a fomentar prácticas no digamos educativas, pero si constructivas, la oferta televisiva no podría ser peor: “Las muñecas de la mafia”, “la viuda de la mafia”, “sin tetas no hay paraíso”, “el cartel”, “Pablo Escobar el patrón del mal”, “el cartel de los sapos”, “los tres caínes”, “la reina del sur”, “el señor de los cielos”, “Rosario tijeras” y “el capo”, son algunas de las narco-novelas, vistas en Colombia, con más alto rating; la mayoría de ellas de producción nacional.
Estas producciones, llenas de violencia de todo tipo, violencia pura y dura, violencia que adopta todas las formas conocidas, introducen subrepticiamente un mensaje cargado de contradicciones, en donde se mercantiliza a las personas, y se les induce a creer que lo importante es tener dinero y que el éxito personal consiste en enriquecerse a cualquier precio.
Algunos personajes de la política colombiana, parecen haber salido directamente de la pantalla de TV, e incluso los actores de la vida real, son mucho peores que sus pares de ficción, su capacidad para engañar a millones de colombianos ha quedado demostrada, no solamente el domingo del plebiscito, sino en todas las elecciones. El patrón del mal ya no es ficción, es una dura realidad. No en vano, desde la más alta posición de poder dijo alguna vez: “Quiero pedir a los congresistas que nos han apoyado, que mientras no estén en la cárcel, a votar las transferencias, a votar la capitalización de Ecopetrol, a votar la reforma tributaria “.
Y no se diga nada de las muñecas de la mafia, – las feas claro, porque las de la TV no lo eran tanto - hoy asombran con los disparates que pronuncian en el recinto del congreso: “Propongo un referendo o una consulta para que el departamento del Cauca se divida en dos. Un departamento indígena y otro para los mestizos” dijo una de ellas y con en el mismo sentido pero en otro contexto, su copartidaria considera que “el ejército es una fuerza letal que entra a matar”.
Pero no solo se pronuncian los mafiosos que ya están en el Congreso. Uno de los más fieles sicarios del patrón del mal – del original, no se
su reemplazo- conocido con el alias de “popeye”, después de pagar 20 años de cárcel, por haber cometido más de 3.000 homicidios, según confesó, recientemente manifestó su intención de llegar al Senado, en horario estelar del canal RCN. Las narco-novelas llevan el mismo sello de los financiadores de la campaña del NO en el pasado plebiscito. Después de la confesión que el ex gerente de su campaña hizo acerca de su estrategia mentirosa, y del financiamiento por parte de algunos empresarios, entre ellos Carlos Ardila Lule, propietario de RCN y postobón, entre otras empresas, no cabe duda de hasta dónde están dispuesto a llegar para mantener la guerra. La guerra para ellos es un negocio muy rentable. Han creado un ejército paramilitar de mercenarios, destinado a desplazar campesinos para apropiarse de su tierra, ese modelo de “negocios”, propio de la oligarquía terrateniente, ha funcionado bien para ellos durante el último siglo, tanto así, que no están dispuestos a renunciar a la violencia y esa es la verdadera razón por la que se oponen a los acuerdos de paz.
La cultura mafiosa propia de la oligarquía terrateniente, que vive de la renta producida por la tierra usurpada a más de 7 millones de desplazados internos, se ha popularizado de manera perversa y subrepticia a través de los medios masivos de desinformación, con los que cuenta el establecimiento, no solo por medio de las narco-novelas, sino a través de esa frívola parodia de la vida citadina, que han dado en llamar noticieros.
Pobre Colombia, empobrecida y envilecida por la tiranía de los delincuentes que usurparon el poder del pueblo, y ahora se hacen llamar dirigentes. Resulta irónico, que solo después del bloqueo político de los acuerdos de paz, que significó el pírrico triunfo del NO, salgan a marchar miles de personas en todas las ciudades colombianas, principalmente jóvenes, todos exigiéndole al gobierno que ponga en marcha el acuerdo que ya se había firmado. Si tan solo hubieran salido a apoyar el SI a la paz, el domingo del plebiscito, no estaría el país en la encrucijada que hoy se encuentra.
La mayoría de los colombianos no leyeron los acuerdos de paz, nuestra gente no lee, nuestra gente mira televisión, hubiera sido aconsejable tomar los acuerdos como el guion de una novela, tal vez así, la mayoría se habría enterado de los que decían los acuerdos y el rumbo de la patria hoy sería otro, más promisorio y optimista, todo gracias a una novela.
La conclusión es dolorosa, pero inevitable, un país rico, lleno de pobres, empobrecidos por la fuerza, en su mayoría ignorantes de su propia tragedia; porque la ignorancia es el pilar en que se apoyan las oligarquías para dominar y subyugar al pueblo. Un país dividido políticamente en dos mitades: una que sigue ciegamente a la oligarquía terrateniente propiciadora de la violencia y una oligarquía
“yuppie” que finalmente comprendió, que sus “negocios” ya bendecidos por la legalidad, crecerían el doble en un país en paz.

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