A cincuenta años de la guerra de los 6 días que significó el más duro golpe para la población palestina desde la creación del estado de Israel, a partir del ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la dirigencia sionista acrecienta sus pretensiones y planes de hacer permanente la ocupación.
Tan grave es la situación que la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) denunció la detención por Israel de cientos de niños palestinos cada año, quienes sufren múltiples atropellos durante ese proceso. De acuerdo con el último boletín humanitario mensual en los últimos tres años, un promedio anual de 700 menores de edad palestinos fueron detenidos por los ocupantes en Jerusalén Oriental, bajo cargos de lanzar piedras o incitar a la violencia en las redes sociales.
Varios de esos casos dispararon las preocupaciones por los abusos cometidos por las fuerzas israelíes durante el arresto, el traslado o la interrogación de los niños, que son juzgados por tribunales militares, a lo que se unen los cambios en la legislación de Israel, dirigidos a endurecer las sentencias para los niños acusados de lanzar piedras, incluyendo algunos de hasta 12 años.
No resulta entonces extraño que recientemente, en el marco de la visita de la embajadora de los Estados Unidos ante la ONU, el primer ministro israelí se atreviera a pedir el cierre de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA por sus siglas en inglés). Netanyahu aprovechó un incidente en que se acusa a Hamas de utilizar un túnel en Gaza debajo de una escuela financiada por esa agencia, sosteniendo que “Ha llegado el momento de desmontar el UNRWA y que sus funciones se integren a la Alta Comisión de la ONU para los Refugiados”. Con un énfasis cercano al llanto de cocodrilo acusó a esa agencia de perpetuar la difícil situación de los árabes al conferirles el estatus de «refugiados palestinos».
Afortunadamente el secretario general de la ONU, Antonio Guterres ha ratificado su respaldo a la Agencia, que atiende a cinco millones 300 mil palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza, Siria, Jordania y El Líbano.
En realidad, si Netanhayu y los dirigentes israelíes quieren que la UNRWA deje de existir, ellos mismos pueden hacerlo devolviendo sus tierras a los palestinos desplazados y reconociendo la soberanía de Palestina. Ya no habría refugiados palestinos ni una agencia especial para protegerlos.
Ese sería el mejor marco para que se “re-examine la existencia continuada de la UNRWA” y de paso para que no se sigan viendo espectáculos tan grotescos, tan repugnantes y violatorios de la dignidad humana como los de soldados haciendo uso de la fuerza bruta contra menores de edad.