Nayib Bukele, con 37 años y carisma, toma las riendas de El Salvador

Nayib Bukele, con 37 años y carisma, toma las riendas de El Salvador

A punta de trinos y mercadeo político el exalcalde de San Salvador derrotó al izquierdista FMLN, dándole sopa y seco a los partidos tradicionales de su país

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febrero 04, 2019
Nayib Bukele, con 37 años y carisma, toma las riendas de El Salvador

Entre los fuegos artificiales que estallaban en el cielo de San Salvador, un exultante Nayib Bukele, con su icónica chaqueta de cuero, alzó la voz para declararse nuevo presidente antes de que acabara el conteo de las papeletas en los ya históricos comicios del 3 de febrero. “Ganamos en primera vuelta y sumamos más votos que Arena y el FMLN juntos", dijo ante la abigarrada multitud de seguidores. No había lugar a dudas, la victoria había sido arrasadora. A sus 37 años había roto el molde político que imperó en El Salvador desde que acabara la guerra civil de 12 años. El bipartidismo de la derecha de Arena y la izquierda del FMLN (el partido creado por los excombatientes) ya era cosa del pasado.

A Bukele lo llaman el Golondrino por el emblema de su recién formado partido, con el que tuvo que buscar aval de última hora en la derechista Gana, una escisión de Arena, salpicada por casos de corrupción a punto que su fundador, el expresidente Antonio Saca está condenado a 10 años de prisión. Pero Bukele, en campaña, dejó la certeza de su independencia con un discurso irreverente contra la agonizante política tradicional, muy lejos de sus yin, las medias de colores y la gorra.

Antes fue militante del FMLN. En el libro biográfico de Geovani Galeas se cuenta que una tarde de 1987 el candidato, que tenía entonces 6 años, vio cómo entraba en su casa en forma secreta el comandante Schafik Handal, uno de los cinco jefes de la guerrilla salvadoreña. No es de extrañar, entonces, que años después se hiciera miembro del partido formado cuando se firmó la paz.

Nació el 24 de julio de 1981, en una familia de origen palestino, su padre fue un químico industrial, Armando Bukele (q. e. p. d.), su madre Olga Ortez, sus hermanos Yamil y Karim. Con los jesuitas estudió Derecho en la Universidad Centroamericana de San Salvador, pero a los 18 años prefirió irse a trabajar en la agencia de publicidad de la familia. De esa experiencia, quizá, provengan las frases cortas y mediáticas con que alineó su electorado. “El dinero alcanza cuando nadie roba” fue repetida como un mantra en la campaña. Y a juzgar por los resultados, caló muy hondo entre los salvadoreños hastiados de la corrupción y el mal gobierno.

Del marketing y la publicidad quizá provenga la habilidad para crear su imagen con la chaqueta de cuero y los anteojos de sol, la facilidad para llegar a su generación de millennials fanáticos de las redes sociales donde se movió como pez en el agua, despreciando entrevistas, correrías, y debates de otras épocas.

La cercanía con los jóvenes fue impronta de su alcaldía en Nuevo Cuscatlán, un pequeño villorio de diez mil habitantes cerca de San Salvador, y posteriormente cuando llegó a regir los destinos de la capital, en la que llegó a proyectar en la Plaza Salvador del Mundo la serie animé Dragon Ball, una favorita de esa generación.

A ambas alcaldías llegó con el FMLN. Y con el partido estuvo hasta que lo expulsó el 10 de octubre de 2017, no solo por las discrepancias en torno al retiro de unos subsidios sino por haber agredido a una concejala, Xochilt Marchelli, tirándole una manzana a la cabeza y llamarla “bruja”, durante una sesión del Concejo. Algo que él niega. Como en el caso de Newton, la manzana que cayó le descubrió la clave política al formar Nuevas ideas, su partido alejado de la izquierda y la derecha salvadoreñas.

No obstante haber tenido que hipotecar parte de ese activo al unirse a Gana para poder inscribirse a tiempo para las elecciones, queda en el aire el fácil tránsito que ha hecho de la izquierda a la derecha. Los analistas políticos, que no pueden encasillarlo en ninguno de los dos extremos han optado por calificarlo como un populista que sabe sacar partido de los sentimientos en contra.

Esos sentimientos en contra quedaron en evidencia en el hundimiento del partido en el poder, el FMLN, después de diez años de Gobierno. La administración de Salvador Sánchez Cerén tiene un gran Talón de Aquiles en la corrupción y la violencia; el fracaso de su candidato Hugo Martínez con escaso 14,08 % de los votos lo dice todo. En la otra orilla, el candidato de Arena, Carlos Calleja, dueño de una gran cadena de supermercados, sucumbió con el 31,63 % de los sufragios.

Vendrá el juego político para armar un apoyo parlamentario que le permita a Bukele gobernar con una Asamblea Legislativa totalmente dominada por la oposición y que se renovará dentro de dos años.

Vendrán también las definiciones en política exterior, sobre la cual ya hay algunos indicios, llegados de su cuenta de Twitter. "Dictadores como Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua y Juan Orlando (Hernández) en Honduras jamás tendrán legitimidad porque se mantienen en el poder a la fuerza y no respetan a los pueblos", trinó hace unos días. Maduro ha perdido un alfil en El Salvador. De lo cuatro que tenía no le quedan sino tres: Cuba (Díaz Canel), Nicaragua (Daniel Ortega) y Bolivia (Evo Morales).

Con la llegada de Nayib Bukele, se refuerza en América Latina el giro del péndulo hacia la derecha y un cambio político generacional con tres presidentes, además del mismo Bukele, Iván Duque (42), Juan Guaidó (e) (35). La juventud estrena el poder en este continente.

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