Acaba la Navidad y nos alistamos para recibir el año 2019, llenos de esperanza y fe, pidiendo a Dios, para que el bienestar en familia y en sociedad, se construya en armonía, unidad, solidaridad, generosidad y bondad..., principios y valores que se alimentan por estos días cuando nos reunimos y nos deseamos lo mejor para todos.
¿Pero realmente nosotros hemos cambiado para ser coherentes con los deseos que expresamos? ¿Todos los años, nos deseamos lo mejor; pero nosotros somos mejores?
El espíritu de la Navidad nos recuerda y enseña, que el niño Jesús nació en un humilde pesebre en Belén de Judá, hace un poco más de 2000 años.
La Navidad es hermosa; aprendí a rezar la novena desde muy pequeño de la mano de mi abuelita y de mi linda mamá; mi papá, nos hacía panderetas con tapas de gaseosa que machacaba y pasaba entre un alambre; cuando las agitábamos, sonada con estruendosa alegría; entonces, salíamos a las casas vecinas llenos de gozo a rezar la novena, hasta el punto que aún la recuerdo textualmente; junto a mi linda esposa, la enseñamos a nuestros hijos, que hoy adultos, también la rezan de memoria.
Cada año cantamos en familia los villancicos y anhelamos tener nietecitos, para enseñárselas a rezar como nosotros aprendimos; estas tradiciones no pueden perderse y el verdadero significado de la navidad, tampoco.
Durante la celebración en la noche de la Navidad, el sacerdote de nuestra parroquia, el padre Luis Guillermo Robayo, nos pedía no perder nunca la esencia de la Navidad..., nos enseñaba a No dejarnos llevar por lo mundano y una anécdota que refería quiero compartirla con quienes leen esta columna.
Le dice María a José: Tuve un sueño, José.... no lo pude comprender, realmente no, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro Hijo; creo que sí…; era acerca de eso.
La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban las casas y compraban ropa nueva. Salían de compras y adquirían costosos regalos; era muy peculiar, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo.
Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños, todo lo colocaban debajo de un árbol; sí, un árbol, José, dentro de una casa.
Esta gente estaba decorando el árbol también. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban; ¡había una figura en lo alto del árbol, me parecía ver una estrella o un ángel, oh!; era verdaderamente hermoso; toda la gente estaba feliz y sonriente.
Todos estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros, José, pero, no quedó ninguno para nuestro hijito.
Sabes José, creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre; ¿no te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Tuve una extraña sensación: si nuestro Hijo hubiera estado en la celebración, hubiese sido un intruso solamente.
Todo estaba tan hermoso, José y todos tan felices, pero yo sentí enormes ganas de llorar; viendo ese árbol, era como si mi corazón me dijera que, en un árbol, pero sin decorar, iba a morir nuestro hijito.
¡Qué tristeza para nuestro niño Jesús, que, en su propia fiesta de cumpleaños, no es querido ni deseado, y no recibe ni un regalito! ¿Pero sabes José? Estoy contenta porque sólo fue un sueño.
¡Qué terrible José, si esto fuera realidad!
Que aprendí de la Navidad...
En casa, mis padres me enseñaron que cada uno de nosotros somos el Niño Dios; que preservar el espíritu de la Navidad, nos hace muy felices.
Cuando dejamos que Dios crezca en nosotros, cada uno de nosotros es un pesebre; cuando adornamos nuestra vida con los valores de Dios, cada uno de nosotros somos campanas de Navidad; cuando nos esforzamos por dejar sonar la voz de Dios en nuestro corazón, cada uno somos villancicos.
Finalmente...
Navidad se escribe con N de niño nacido.
Navidad se escribe con A de amor inmenso.
Navidad se escribe con V de vida plena.
Navidad se escribe con I de ilusión cumplida.
Navidad se escribe con D de don gratuito.
Navidad se escribe con A de alegría auténtica.
Navidad se escribe don D de Dios.
Que la Navidad nunca termine; que en nuestros corazones viva por siempre el niño Jesús, que Dios bendiga sus hogares y nobles trabajos; que nos lleve de su mano, que nos regale muchas alegrías y felicidades durante el año 2019...
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