El 31 de diciembre, minutos antes de que se acabe el día, suena “Faltan cinco pa’ las doce…” en la voz gozona de Aníbal Velásquez. Mientras deseamos feliz año y hacemos los nuevos propósitos, la voz fina y delgadita de Cuco Valoy se pregunta ¿Qué es lo que tiene el Carnaval de curramba?
Quienes viven en Atlántico, Magdalena o Sucre conocen el fenómeno. Así los deseos enunciados quedan en medio de un prematuro carnaval en el que las promesas se enredan con los cantos de “Yo te amé con gran delirio”... o “Este año el carnaval lo voy a gozá’ con ganas”.
Todo pasa en la primera hora del primer día de enero.
Es probable que en otros sectores del Caribe suene una gaita, un clarinete o un pito atravesa’o y se arme un repentino desfile. Adelantar una fiesta está reduciendo la precisión de la frase Cuando no ha sido pascua en diciembre.
Hay un afán moderno que genera la sensación que todo va más a prisa. La frese podría entonces cambiarse por Cuándo no ha sido carnaval en diciembre o Navidad en octubre… y lo ilógico de la frase se hace lógica en la realidad.
La sensación de acelere desbocado, que todo está pasando más rápido, la he vivido al caminar por un centro comercial y observar que allí es Navidad desde finales de septiembre. Que llega el invierno, no de lluvia, sino de icopor y telas blancas chorreantes por los techos de casas rojas y blancas.
Aparecen los bosques de árboles de pinos de plástico, de colores que van desde el verde claro hasta el dorado con lágrimas de nieve, pasando por el blanco cenizo con vetas verdolagas.
Salen los novedosos gorritos navideños en originales diseños y colores. Gnomos vestidos de verde, marrón claro y rojo, que invitan a tomarse una foto para recordar la Navidad que todavía no es.
Llega también el gordo recién envejecido de barbas blancas, que antes vestía de rojo y blanco; ahora de azul con dorado, que desea feliz Navidad en octubre y la gente sonriente le responde lo mismo.
Adelantar los tiempos, incluyendo el empeño del Barbita Vélez de poner a funcionar a Transcaribe en Cartagena o entregar obras inconclusas, alcanza su máximo nivel de acelere, al escuchar los gritos convincentes de compradores de textos escolares usados, dando inicio a un comercio cuya temporada regular es a mediados de enero.
Al grito “Compro libros usados”, me acerqué al comprador,
le pregunté por su grito tempranero y me respondió de inmediato
“Compa, hay estudiantes que desde agosto ya perdieron el año”
Curioso por aquel grito de “Compro libros usados”, me acerqué al comprador, y le pregunté por su grito tempranero para comenzar el negocio, me respondió de inmediato: “Compa, hay estudiantes que desde agosto ya perdieron el año, y antes de que pierdan esos libros en medios de las fiestas de brujas, Independencia y Navidad, hay que aprovechar y hacer la temporada escolar en noviembre. Así el tiempo pasa volando.