Muchos hoy en día pensamos en algún momento de nuestras vidas cambiar el país en el que vivimos, en busca de nuevas “oportunidades”. Pero, qué tan constante es este pensamiento para otras poblaciones aledañas del mundo, por ejemplo, ¿será que en áfrica también piensan en salir de sus países natales para ir en busca de mejores condiciones de vida? Pues sí, y no solo considerando que lo piensen, si no que realmente lo hacen.
El pasado domingo 19 de abril se dio unas de las peores catástrofes de inmigrantes en el Mar Mediterráneo, cuando un bote de 20 metros trataba de llegar desde las costas de Libia a Europa, con cerca de 700 personas provenientes de Siria y Eritrea, entre ellas muchas mujeres y niños. Este bote ilegal náufrago a unos 200 kilómetros de la Isla Italiana de Lampedusa. Es importante resaltar que este es tan solo el más reciente caso, ya que constantemente se presentan este tipo de situaciones.
Sí, esto es realmente desgarrador; pero ¿realmente merece la misma atención que el último accidente, que también se presentó en territorio europeo, como lo fue el siniestro del avión de Germanwings en Los Alpes franceses? Al parecer no. Sin embargo, que contradictorio tiende a ser esto, ya que si comparamos las situaciones no encontramos muchas diferencias: Primero los dos son medios de transporte: un avión y una embarcación; Segundo en los hechos hay una pérdida masiva de vidas; y por último, los dos involucran el territorio Europeo y nos arriesgaríamos a decir que existen más recursos logísticos y humanos para un rescate en el mar que en los Alpes franceses.
Pero al parecer el problema no es que hayan naufragios en el mar Mediterráneo, sino radica en cuál es la población que transportan estos barcos, es decir, población africana, vulnerables a crímenes como la trata de personas y que claramente a diferencia de la población que murió en el siniestro Germanwings no pagan impuestos a los países europeos, y no están en el excluyente listado de los “Ciudadanos de primer mundo”.
Aunque países como Italia y Malta de hecho ya hayan puesto en práctica operaciones como “Mare Nostrum”,esta se dio por terminada luego de que Italia pidiera ayuda a otros países europeos y no recibiera respuesta, ya que este invertía más de US$10 millones al mes. Esta operación consistía en el rescate y ayuda humanitaria de personas víctimas de las migraciones ilegales, que provenían de África, en específico desde Libia donde claramente el vacío institucional por el que pasa este país, tras la caída del régimen de Muamar Gadafi ha propiciado la instalación de redes de tráfico de personas.
Al dar por concluida esta operación, la Unión Europea responde poniendo en marcha la operación “Tritón” donde solo dedica un poco más de US$3 millones al mes. Es acaso esto un simple juego para la Unión Europea, ya que sostiene que si agrega más ayudas a esta operación solo dará incentivos a que más africanos quieran emigrar a Europa. La pregunta es ¿Qué importa más, la vida de millones de emigrantes africanos o la contención de la llegada de estos a esos países de “primer mundo”?
Ahora bien, la ruta del Mediterráneo no es el único trayecto para la inmigración, pues para buscar el beneficio se encuentra cualquier salida; como el caso de Grecia, Bulgaria, y Turquía. Esto como consecuencia de conflictos que agobian por causa de la inestabilidad política, los conflictos étnicos y la desigualdad económica, conllevando a la salida casi que inmediata de sus ciudadanos a tierras cercanas en busca de oportunidades.
En este orden de ideas, se ve como de manera impactante entidades internacionales como la Unión Europea no le da la importancia necesaria para atender la crisis humanitaria que dejo tan asombrosa catástrofe. Hipocresía, es lo que demuestra la Unión Europea al ceder a las peticiones de Italia para combatir el fenómeno de las inmigraciones, y ofrece un contentillo que no supera ni la tercera parte de la solución económica que había planteado Italia en ocasiones anteriores. En realidad, la solución que plantea la Unión Europea simplemente no soluciona nada, y es casi, que un mensaje para Italia a ver si es capaz de afrontar el problema solo y solventar tantas bocas africanas reunidas.
Pero, como no salir en busca de “oportunidades”, cuando el mismo continente africano tiene a sus ciudadanos excluidos y siendo víctimas de conflictos y guerras, algunas con más de medio siglo de duración y otras simplemente utilizando a la población para su beneficio. Es complejo que escuchemos a África, pues su reconocimiento internacional, ha estado limitado a ser el patio trasero de Europa. El continente africano no se ha independizado aun, su desarrollo depende de los valores occidentales, y las imposiciones de los poderosos.
No se puede impedir que las visiones eurocentristas dejen de aparecer; pero algo que no resiste justificaciones, es la incoherencia de las instituciones internacionales (UE) al dar un discurso formal de condolencias, pero actuando asimétricamente al salvar a los heridos de un avión pero ser indiferentes a los muertos de un barco, que quizá vieron en Europa una forma de cumplir la calidad de vida que no les garantizaron en casa. La sociedad africana estaba desesperada, pero por ser áfrica no fue rescatada.
Lo que sucede en África no es desconocido para estas latitudes. A diario vemos ciudadanos latinoamericanos desesperados y en busca oportunidades para sobrevivir. En África el sueño europeo, y en Latinoamérica el sueño americano nos desvela y nos lleva a cruzar una frontera anhelada, pero excluyente y que desprecia el valor de la vida. Un sueño de vida, que se convierte en una pesadilla de muertes y desapariciones que quedan en la sombra de la indiferencia.
Lizeth Carolina Velásquez y John Steven Caro,
Estudiantes de Negocios y Relaciones Internacionales de la Universidad de LaSalle integrantes del Semillero de Investigación In-Vestigium.