Natalia París tenía razón
Opinión

Natalia París tenía razón

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mayo 17, 2014
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… al preocuparse por lo que comen sus hijos. Por supuesto, sus declaraciones desinformadas causaron, además de indignación en gran parte de la población, chistes, burlasy hasta nuevas teorías(ella no es la única, Evo también lo dijo, y ya sabemos que los representantes religiosos son peores). Aparte de lo espantoso del comentario (como si la homosexualidad fuera una enfermedad), yo creo, y esto es mi opinión personal, que las preferencias sexuales de los hijos no son de la incumbencia de los padres. Que mejor se preocupen porque sean personas saludables, autosatisfechas, felices y útiles para la sociedad.

La ciencia es una herramienta muy útil, pero también peligrosa si cae en las manos equivocadas. Hace poco escuché también a Jeremy Jackson (¿lo recuerdan en Baywatch?) diciendo que no tomaba agua en botellas plásticas porque “causan bisexualidad”. Esto viene de un tipo que entra a un programa de rehabilitación porque se inyecta hasta droga animal para verse más cuajito (¿recuerdan lo que le pasó a Robert Paulson?). ¿Puede haber algo más contradictorio? Estos personajes del gremio del espectáculo y el entretenimiento que se llenan la boca diciendo que es importante cuidar lo que uno se mete en ella, aparentemente no se preocupan por lo que se meten por otros lados: implantes de silicona, aumento de labios, botox… en fin tantos cambios tan drásticos y drámaticos. Esto es mi punto, criemos hijos satisfechos con lo que son y cómo son (y que respeten las preferencias de los demás, por ahí derecho).

Ahora sí, vámonos a lo que, creo yo, causó toda esta confusión. Está comprobado que existe una gran variedad de químicos que simulan el comportamiento de las hormonas (ahí sí, como los que les dan a los pollos) y afectan sus funciones naturales y por ahí derecho las funciones del cuerpo. En particular, se ha encontrado que pueden tener efectos sobre el tamaño de los testículos y del pene, la cantidad y calidad de los espermatozoides, la forma de los genitales, hermafrodismo, la bajada de los testículos al escroto, cáncer vaginal, cáncer testicular, cáncer de seno, etc. La mayoría de estos efectos ocurren durante la gestación y algunos de ellos no se manifiestan sino hasta la adolescencia o adultez.

Y esto no es nada nuevo. Ya desde la década de los 90 los científicos han estado preocupados por los efectos que los pesticidas, fertilizantes y cocteles químicos que se forman en los desagües que caen a los ríostienen en la vida salvaje. Tal como Rachel Carson con su Primavera silenciosa, Deborah Cadbury advirtió de estos peligros en su libro La feminización de la naturaleza (resumido en el documental de la BBC Asalto a lo masculino). Estos científicos resaltan algo muy preocupante: no hay escapatoria, todo está “infectado” de estos químicos en el mundo “desarrollado” que hemos creado. Aunque queramos, no podemos protegernos nosotros mismos ni a los que queremos. Por ejemplo, se encontró que la comida enlatada contiene estos químicos (debido a los recubrimientos interiores de plástico de los enlatados), las calzas blancas en la boca los contienen, los filtros de agua (como el que tenía Jeremy para “protegerse” de la bisexualidad) los contienen, etc. Estos químicos son además bioacumulables, es decir, se acumulan en la grasa y a lo largo de la cadena alimenticia, de la cual nosotros somos el último eslabón. Las madres, sin querer, los transmiten a sus hijos al amamantar.

Desafortunadamente no estamos reaccionando a tiempo, y aunque quisiéramos hacerlo, es demasiado tarde. Nuestra sociedad está basada en estos químicos y retirarlos significaría su colapso (también presentes en protectores solares, cremas de dientes, jabones, cosméticos y hasta juguetes). Las prohibiciones que surgen aquí y allá tienen en realidad otros motivos. Ni hablar de los efectos de las fumigaciones de cultivos lícitos e ilícitos en la salud humana y no-humana.

Y la cosa se está poniendo peor, no mejor:

Me encantaría pensar, como muchos, que están echando un ambientador. Es Fenotrina, un insecticida usado para matar pulgas y garrapatas y recomendado por la OMS para el control de la malaria. Triple dosis:

  • Fumigar el interior de los aviones con los pasajeros a bordo, justo antes del despegue (es decir, encerrados en el avión).
  • Fumigar el interior antes de que entren los pasajeros.
  • Aplicación regular a todas las superficies del avión, menos donde se prepare la comida (piénsenlo dos veces la próxima vez al poner el pan en la mesita).

Tal y como en los campos de concentración o las cárceles (o las piscinas llenas de niños), rocían a todos los pasajeros con este veneno. No hay escapatoria. ¿Quiere viajar con su hija recién nacida a Europa? Piénselo dos veces. Se acaba de subir el “costo” de los viajes interoceánicos, ¿no? Supongo además que las maletas también son rociadas, o sea que chúpese la cuarta dosis cuando las abra en la casa.

Veo todo esto y me preocupo bastante, porque no veo escapatoria. Y veo a la gente preocupándose por cosas que no deberían preocuparles… y me preocupo aún más.

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