Natalia Montero creció en Cali viendo a su abuela manejar su pequeño negocio de costura con el que ayudaba a su familia. Al pensionarse, compró seis máquinas de coser con las que empezó a confeccionarle a diferentes marcas de ropa caleñas. Fue así como la modelo aprendió a usar la fileteadora, a etiquetar y a empacar prendas. Este fue su primer encuentro con la moda.
El golpe más duro para Natalia ocurrió en el 2015 cuando su abuela murió. El garrotazo no sólo lo sintió ella sino su mamá, a quien le tocó hacerse cargo de la casa. Las deudas y los gastos para mantener a sus tres hijos hicieron que la situación se saliera de las manos: “Había momentos donde literalmente nos acostábamos sin comer”- recuerda entre lágrimas.
Su sueño de estudiar psicología se diluía con los días. A los 16 años se graduó de bachiller y como no tenía recursos para pagar una universidad le tocó guerrearse la vida, razón por la que terminó trabajando de mesera en un restaurante en el Parque del Perro en Cali. Aun así, fue solo un turno de vacaciones por lo que se puso a enviar hojas de vida hasta lograr conseguir un empleo como cajera y en la isla de postres en McDonald’s.
En el 2016, la suerte tocó a su puerta. Un día mientras ella caminaba hacia su trabajo, el dueño de una agencia de modelos la abordó para insistirle en que podría ofrecerle un trabajo, pero ella, insegura, le dijo que no. La insistencia fue tal que Natalia decidió probar y sin dinero para costear sus gastos la agencia la becó.
Pero en ese entonces, en Colombia había cierta tendencia a usar rostros internacionales que le dieran cierto status a las marcas, por eso, Natalia no pegó. “Yo siento que mi color de piel, mis facciones y demás rasgos no coincidían con lo que los diseñadores y la estética colombiana que estaban buscando”- recuerda.
Natalia no se rindió y empezó a ver qué posibilidades había de trabajar en el exterior. Fue así como un día una agencia le escribió por Instagram, firmó contrato con ellos y se encaminó a salir de Colombia. Luego de esto, la modelo logra firmar nuevamente un contrato, esta vez con una agencia en Los Ángeles con la que consiguió su primer trabajo con el prestigioso sello Balenciaga.
Fue todo tan rápido que a los quince días Natalia tomaba su vuelo rumbo a París. Nunca había salido de Cali y nunca había viajado en avión. Tampoco hablaba inglés. Además, se fue con una maleta y unos pocos euros prestados, que se le fueron casi todos en el taxi del aeropuerto al hotel.
Después de salir victoriosa en la pasarela de Balenciaga, una de las marcas míticas de la industria de la moda, otras agencias se interesaron por su exótica belleza y fue así como logró firmar con Elite Model International. Luego de esto llegó la gran hazaña de su vida, desfilar para Prada, Versace, Salvatore Ferragamo, Carolina Herrera, Alexander Wang y Acnes Studios.
Pero sus logros no se miden solo en pasarelas. En julio de 2019, fue la primera modelo colombiana en ser portada de la revista Vogue. Aun así, Natalia Montero reconoce que el mundo del modelaje es un trabajo pesado y superficial, que cansa y que es muy exigente. Por eso, ella se mantiene fiel a su esencia: seguir sus instintos le ha hecho perder muchos clientes. Además, moverse en la densidad de un universo tan superficial y lleno de tentaciones como el modelaje le ha ayudado a desarrollar un talante de caleña brava.
Ahora en Colombia también se ha ganado un lugar en la industria nacional. Ha sido modelo de Johanna Ortiz, Agua Bendita y Kika Vargas, quienes han reconocido el esfuerzo y el trabajo de Natalia con otras marcas.
Como si fuera poco, gracias al trabajo que Natalia ha logrado, le ha permitido a su mamá seguir los pasos de su abuela por lo que ahora tiene un taller de confecciones. Pero, Natalia no solo es generosa con su familia, ya que también trabaja junto a una fundación en Bogotá que ayuda a combatir el maltrato animal.
Finalmente, Natalia ha decidido irse de las grandes urbes de la moda como Nueva York Y París para vivir en Bogotá con sus cuatro perros adoptados y su prometido. Porque si algo tiene seguro es que ha aprendido que no hay nada en el mundo como estar en casa, hablar el mismo idioma y estar rodeada de la familia.
Con casi 100 shows y proyectos realizados para las mejores marcas de lujo en el mundo, en menos de 4 años, Natalia Montero se proyecta como una de las mejores modelos del país. El futuro para ella no puede ser mejor.