La medicina no es una “ciencia dura”. Es un oficio que se ejerce, hoy con instrumentos científicos, en una cultura particular. A lo largo de la historia cada cultura ha tenido su medicina. La medicina, que es todo lo que el hombre hace con ese sufrimiento que llamamos enfermedad, es parte integral de la cultura. Desgraciadamente en la actualidad se ve solo como una ciencia, como una mecánica del cuerpo. Y quizás por eso en merecida venganza a su deshumanización muchas personas acuden a distintas medicinas alternativas, algunas muy alejadas de lo científico. Así se nos ha vuelto necesario y urgente “humanizar” al profesional de salud, desde su educación y para su práctica cotidiana. No queremos médicos mecánicos.
En respuesta a este reto pedagógico y clínico la Universidad Javeriana-Cali está organizando el I Congreso Iberoamericano de Medicina Narrativa para el 4 y 5 de noviembre del presente año. Asistirán invitados internacionales y nacionales a presentar conferencias y dialogar sobre sus narrativas médicas. Al decir Medicina, solo por abreviar títulos, se está convocando a todos los profesionales que trabajan distintos problemas y perspectivas de la salud: enfermeras, investigadores, terapistas, sicólogos, trabajadores sociales, escritores, cineastas, etc. Se aceptan ponencias y se compartirán experiencias diversas.
La Medicina Narrativa es un enfoque pedagógico de los últimos veinte años que se propone educar al profesional de salud en la escucha, lectura, escritura de narraciones para capacitarlo en el diálogo abierto con el paciente, la comunidad y la sociedad. Se inició formalmente en instituciones renombradas como Columbia University, liderado allí por la doctora Rita Charon. En nuestro país la Universidad Javeriana-Cali hace seis años ofrece la materia Medicina Narrativa a sus estudiantes y publica una revista igualmente llamada Medicina Narrativa que llega este semestre a su 10ª. Edición. Puede ser leída en la red con cuentos, poesía, ensayos cortos de estudiantes y profesores de esa facultad y otras.
El equipo de profesores que organiza este I Coloquio está convencido que es imperativo narrar, narrar a otros y a nosotros mismos nuestras experiencias médicas. ¿Por qué? La razón fundamental es que la enfermedad en sí misma es una narración. No hay enfermedad sin memoria: recordamos lo que nos está ocurriendo desde anoche, lo que nos ha pasado en las últimas semanas, a veces lo que está presente en nuestra historia familiar. Con esos recuerdos y acontecimientos se construye un diagnóstico en la mente del profesional que sabe escuchar. Luego viene el examinar el cuerpo, pedir pruebas de laboratorio o imágenes diagnósticas. El terapeuta que es hábil para el diálogo interpersonal ofrecerá entonces una narración explicativa de lo que está ocurriendo, lo que puede pasar y lo que se puede hacer. El diagnóstico, pronóstico y tratamiento pasan por un intercambio de relatos.
Entonces toda enfermedad es una narración personal en sus orígenes. No es una cosa. Ni una calificación de un caso con sus números. Menos aún una clasificación social, recordemos los peligros del aislamiento y la discriminación. Por todo eso es esencial la Medicina Narrativa en la educación y la práctica del profesional de salud si queremos en verdad una medicina personalizada.
Los diferentes sistemas operativos actuales,
se oponen al ejercicio de la medicina narrativa.
No hay tiempo durante la consulta.
Ahora, el Sistema, los diferentes sistemas operativos actuales, se oponen al ejercicio de la medicina narrativa. No hay tiempo durante la consulta. Al profesional dedicado a escuchar con atención a sus pacientes ni lo premian ni le pagan más. De hecho quien inmediatamente acude a pruebas y procedimientos complejos avanza rápidamente en su carrera. Quienes investigan y enseñan ética en medicina han llamado la atención sobre la poca apreciación social y salarial del médico prudente, aquel que sabe escuchar, conversar, esperar. Solo se valora la “eficacia” médica: muchos pacientes en menos tiempo y más “soluciones” de salud que no solucionan nada. Casi tenemos que rebelarnos, pacientes y médicos, ante un sistema que despersonaliza.
Los profesionales de la salud nos sentimos continuamente infravalorados por la opinión pública. Todo mal resultado es “error médico”. El personal clínico practica su oficio sintiéndose vigilado y amenazado. El País de Cali titula una nota reciente "Médicos con el corazón roto". Otro aspecto importante de la medicina narrativa sería permitir la catarsis de muchos sentimientos negativos del profesional de la salud.
Por último, usted mismo como paciente no se deje atender a la carrera y superficialmente. Para evitar esto es necesario saber relatar nuestra enfermedad al acudir a una cita médica. Conviértase en hábil narrador de sus dolencias. No todo es responder preguntas. Entonces todos, aún los mismos pacientes, estamos invitados al I Coloquio Iberoamericano de Medicina Narrativa en la Javeriana-Cali. Ojalá se recibieran ponencias de enfermos y asociaciones de enfermos. Es una oportunidad dorada para intercambiar experiencias de pacientes y terapeutas. Necesitamos dialogar sobre esa experiencia tan humana de enfermar y recibir ayuda con empatía. Narre, narre sus experiencias médicas.