En Nariño se presenta una gran incertidumbre debido al anuncio del gobierno nacional presidido por Gustavo Petro Urrego de presentar una reforma tributaria que afecta gravemente los intereses de los nariñenses. Varias voces señalan que nuestro departamento perderá el subsidio al transporte de los combustibles y en consecuencia se generará una ola alcista en los productos de primera necesidad y que afectará igualmente otros factores de nuestra economía como la construcción, la agricultura y el transporte en general. Me inclino a pensar que este anuncio se debe a descuidos de sus asesores o de sus ministros.
En el texto se deja en claro que “Con el propósito de incrementar la eficiencia del gasto tributario de la Nación, en este Proyecto de Ley se plantea la eliminación de la exclusión de IVA, las exenciones del pago de aranceles y del impuesto nacional a la gasolina y el ACPM en las Zonas de Frontera, lo cual implica una modificación al Artículo 19 de la Ley 191 de 1995". Hecho que a todas luces nos pone a los nariñenses en estado de alerta.
Lo cierto es que de aprobarse esta reforma tributaria tal como está redactada, lesionará y en materia delicada los intereses de los nariñenses. Se hace necesario revisar, corregir y mejorar un texto al que desde ya le formulamos reparos y observaciones.
Líderes regionales, entre los que se destacan el Gobernador de Nariño, han elevado su voz de protesta. Igualmente lo han hecho congresistas regionales del Pacto Histórico que ven con suma extrañeza este anuncio de un gobierno que siempre expresó su cariño y afecto por Nariño. Escuchamos la disertación del representante Juan Daniel Peñuela, quien hizo sentir el clamor de un pueblo en los recintos del Congreso de la República. Nos ha extrañado el silencio de otros congresistas que no se los ha visto ni escuchado en torno a esta amenaza que se cierne sobre el futuro y los intereses de nuestra región. Si algo nos ha enseñado Gustavo Petro Urrego es a ser rebeldes y a no callar cuando las injusticias dejan de ser sombras para convertirse en reales intimidaciones.
Igualmente se han pronunciado pequeños y medianos tenderos de barrio que no entienden cómo esa reforma tributaria amenaza sus intereses. Fuimos testigos de la lucha y apoyo de este sector económico de Nariño en su afán de llevar al presidente Gustavo Petro al poder. Sería injusto que ahora sufran los embates y embistes de una reforma tributaria que va en contra de sus intereses y golpea sus intereses económicos al gravar sus ingresos desde una base tributaria más amplia y más injusta.
Como nos extraña la afectación de esta reforma tributaria al sector cultural del país por cuanto librerías y actividades relacionadas con este sector sufren una afrentosa arremetida económica y tributaria. Las empresas que contribuyen con la cultura pueden ser beneficiadas con descuentos tributarios en sumas significativas y atractivas. De aprobarse esta reforma en estos puntos e incisos se caería una norma que favorece la actividad cultural. En consecuencia, solicitamos revisión de este acápite y evitar así dar un entierro de tercera a la cultura nacional. Mal haría un gobierno de carácter humanista en continuar con una reforma tributaria de esta naturaleza. Menos ahora que tenemos una ministra de cultura, Patricia Ariza, surgida de las bases populares del arte y los escenarios teatrales tan golpeados y perseguidos por gobiernos neo liberales.
Sobra decir que soy petrista y que me la jugué toda por el anhelo popular de arrebatarle democráticamente el poder a unas castas rancias que legislaban en contra de los pueblos y sus intereses. Eso no es óbice para exigir claridad en materia tributaria y máxime cuando es nuestra región y su gente la afectada. Antes que todo soy nariñense y nuestra voz no puede callar en momentos en los cuales se siente una amenaza que de concretarse se constituiría en una estocada mortal para nuestro futuro como región.
Defendemos, hasta que contemos con un poliducto, como lo expresa la ley de fronteras, los subsidios al transporte de los combustibles para Nariño. Si toca salir a las calles, pues salimos con la conciencia de estar defendiendo a nuestra patria chica, a la que tanto le han negado y quitado por la simple razón de mirar los hechos en contravía electoral. Nariño espera mucho de un gobierno como el de Gustavo Petro Urrego, y en derecho propio.
De otra parte, y como lo expresamos en diferentes notas, columnas y crónicas, de nada nos sirve a los nariñenses una embajada o un consulado que simplemente se constituye en el ego de quien se beneficia. Mal hace un presidente en tratarnos de esa manera en los inicios de su mandato. Lo que si queremos, por ejemplo, es la dirección de la ANI que nos permita destinar recursos para las vías de Nariño y reconstruir nuestra economía mediante las terciarias que hoy son una verdadera vergüenza nacional y el símbolo del abandono del Estado colombiano.
Queremos escuchar la voz de los congresistas elegidos por el pueblo para defender sus intereses y no para medrar en las sombras del poder. Somos nariñenses ante todo y esa debe ser nuestra consigna ante el gobierno nacional.