El día de ayer, en este país del sur del continente americano, era un día feriado debido a los carnavales de la alegría, que se llevan a cabo a lo largo y ancho de la Argentina. Recuerdo haberme despertado, tarde por ser feriado, y tras tomar algo de desayuno, ver como muchas personas en Twitter, hablaban de un asesinato impresionante en el hermoso barrio de Palermo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tras ver la cantidad de trinos, decidí encender mi dispositivo móvil, para poder acceder a noticias de una fuente “confiable”, porque veía como muchos involucraban a una joven colombiana en el atroz crimen. Por chismoso y por ser una persona que quiere, confía, cree y le duelen sus compatriotas alrededor del mundo, me dedique a seguir el segundo a segundo de la noticia con distintas fuentes, por supuesto.
Una hora después, todo parecía estar más claro. Una joven de 21 años, de nacionalidad colombiana, llamada Solange Trujillo, luchaba por su vida en el Hospital Fernández de la capital argentina, mientras su acompañante de un paseo en bicicleta, por una de las zonas más concurridas de la ciudad: Los Bosques de Palermo, Carlos Gutiérrez de 40 años y también connacional mío, había fallecido en el acto tras recibir una ráfaga de 11 disparos. Después de esto, se confirma otra parte importante de la noticia. Tras inspeccionar el cadáver de Gutiérrez, efectivos de la Unidad de Criminalística Móvil de la Policía Federal, hallaron en el pantalón del colombiano marihuana. Lo paradójico del caso, es que tras las descargas de la propia Policía Federal, ellos mismos argumentan que no era más que la dosis personal, la cual es más que común encontrar en cualquier pantalón de un argentino, francés, italiano, gringo, colombiano o ruso en la ciudad de la furia. Pero claro, los medios de comunicación argentinos, en lo único que hacían hincapié, era en la nacionalidad de las VICTIMAS y de la droga, que tenían en su poder. Lamentablemente, buscando con esto hacer más llamativa la historia de un crimen.
Por supuesto, después del cubrimiento “impactante”, que le dieron los medios audiovisuales a la noticia y teniendo como agravante que el ataque se dio a plena luz del día y en un espacio deportivo, donde había niños y adultos mayores, miles de argentinos empezaron a expresar por redes sociales, su repudio hacia miles de connacionales radicados en este lugar, generalizando y dejando de lado la objetividad en un caso de estos. “Narcos colombianos y la puta que los parió”, “Ándate a la mierda colombiano hijo de puta” y “Colombianos faloperos”, eran casi que la mayoría de estados o trinos de los argentinos indignados. Lo que me hace llenar de dolor, es que tras más de 13 meses en este país, no he conocido a un solo argentino que me diga que “odia” a los colombianos, al contrario la mayoría de ellos, tras escuchar mi acento por primera vez, en cualquier espacio me dicen: “¿Sos colombiano? Mira que linda tonada”, otros me hablan de los grandes personajes que han nacido en nuestro suelo o simplemente me preguntan cómo es el café en Colombia. Pero como no odiarnos, si los medios de comunicación les llenan las retinas y los oídos de información, poco o nada, agradable acerca de algunos de los colombianos residentes en el país de Borges.
En resumen, medios de comunicación como El Clarín, son los principales culpables de la terrible xenofobia, que existe por estos momentos en la ciudad porteña, contra los de pasaporte colombiano. Yo he denunciado anteriormente, la forma en la que juega con nuestro nombre el monstruo de la información en este país. El Clarín, un diario opositor, ha emprendido una terrible batalla contra los colombianos, para de esta forma “desestabilizar”, la visión favorable de la presidenta argentina Cristina Fernández y no apoyar la flexible política migratoria con la cuenta hoy en día la República Federal. También, es cierto que acá vienen colombianos a “arruinar”, lo bien que hacemos algunos otros, pero eso creo que pasa con todas las nacionalidades en todas las partes del mundo. Una vez más, hago un llamado a los miles de colombianos radicados en la Argentina, para que con acciones simples, borremos esa imagen de colombiano “garca” que tenemos, de forma innata y por unos “ídolos” nacionales como Pablo Escobar, y en un futuro no muy lejano, los oídos de todos mis compatriotas escuchen los mejores calificativos hacia nuestro suelo sagrado, cuando cualquier argentino con una taza de café en la mano, diga: “Que lindo que es Colombia”.
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