Nairo Quintana es un fenómeno. Eso acaba de demostrarlo en la versión 2014 del Giro de Italia que ganó con una suficiencia que dejó pasmado al país entero. Atrás quedaron leyendas del ciclismo colombiano como Cochise, Niño, Herrera, Parra, Botero, Mejía. Ninguno mejor que el pedalista de Cómbita.
Quintana llegó a correr el Giro contra su voluntad. La gente de Movistar se inventó una inverosímil figura para hacer que el colombiano no estuviera en el Tour de Francia de este año, pese a que en 2013 fue segundo en la general, ganó la Montaña y la camiseta del Mejor Joven.
“Corro el Giro porque así me lo ordena quien paga”, dijo un desconsolado Quintana cuando le fue notificado que no iría a la carrera francesa porque el jefe de Movistar sería el español Alejandro Valverde. Comparar a Quintana con Valverde es como comparar el día con la noche o a Falcao con Amaranto Perea. El de Murcia tiene 34 años y Nairo solo 24. En los 12 años que lleva como profesional Valverde solo ocupó el quinto lugar en la carrera francesa, en 2007. En su debut Nairo fue segundo. Lo mejor que ha hecho Valverde en su carrera fue el triunfo en la Vuelta a España de 2009.
Entonces, ¿a qué juega Movistar con Quintana? Se me ocurre que a Quintana le pasará algo similar a lo que en su momento le sucedió a Rigoberto Urán en Sky. Al de Urrao literalmente empezaron a manosearlo en el equipo británico. Prácticamente le dieron a entender que de por vida tenía que trabajar para Bradley Wiggins y Cris Froome. El antioqueño, que de bobo y sumiso no tiene nada, terminó atacando en el Giro del año pasado a Wiggins, su jefe de filas. Al final lo soltó y aseguró el segundo lugar en la general.
Conociendo a Nairo como lo conoce el país —es un tipo de carácter que el año pasado mandó para el carajo a un periodista del El País de Madrid que le sugirió que era un hombre pobre y de origen humilde—, estoy seguro de que su 'matrimonio' con Movistar no va a durar mucho. Y no va a durar mucho entre otras cosas porque en este momento cualquier equipo del pelotón internacional quiere tener en sus filas al hijo de don Luis y doña Eloísa. No hay que ser adivino para entender que Movistar con su decisión de cara al Tour-2014 favoreció a Valverde en contra de los intereses del boyacense y, por ende, de Colombia. Yo me la juego: garantizo que Valverde no hace podio en el Tour.
Pero cambiemos de tercio y miremos las bondades del gran Nairo Quintana. Yo vi correr a Herrera, a Parra, a Rincón, a Mejía y a Botero y seguro que todos están muy por debajo de las condiciones de Nairo. Nadie sube como Nairo. Nadie es tan táctico como él. Lo demostró el año pasado en el Tour y ahorita en el Giro. Nunca gasta más de lo que tiene. Cuando ataca es porque va a la fija. Sus rivales —no todos— quisieron empañarle su victoria cuando atacó en la etapa del 27 de mayo del Giro. Rigoberto Urán que se duerme, Cadel Evans que se duerme y Fabio Aru que se duerme y Nairo que los ataca sin ninguna compasión en un descenso. Cuando los otros patrones del Giro quisieron reaccionar ya Nairo los había arreglado. Les tomó más de dos minutos en una bajada y al final llegó a la meta con más de cuatro sobre sus competidores más fuertes.
Cuando terminó la etapa y empezaron los comentarios de mala leche contra Nairo, éste salió a defenderse con un argumento obvio: "les gané con mis piernas", dijo. Y se sentó a esperar que llegara su terreno ideal: la montaña. Un redactor de El País español lo comparó la semana pasada con Federico Martín Bahamontes, el Águila de Toledo, el primer español que ganó un Tour de Francia por ser el mejor escalador del mundo en su momento, pero quien tenía fama de no ser el más inteligente a la hora de correr. "Un Bahamontes con cabeza", escribió el redactor español al referirse a Nairo.
Después vino la cronoescalada. Era el día en el que Nairo tenía que ganar con autoridad. Y lo hizo. Destrozó todos los cronómetros. El único que estuvo cerca de sus tiempos fue el italiano Aru. El resto de pedalistas, incluido Urán, estuvieron lejos de Quintana. Fue la consolidación de su título. Ese día ya nadie podía afirmar que el pedalista de Cómbita había ganado con mañas. Y Nairo lo entendió así. También Urán, quien nunca peló el cobre y en ningún momento insinuó que su compatriota había ganado con marrullas.
Para el ciclismo colombiano solo quedan cosas buenas por estos días. En los años 80 se decía que no había nacido el colombiano que pudiera llegar como vencedor en los Campos Elíseos. Ese pedalista nació el 4 de febrero de 1990.
