Declaro no entender por qué Nairo tiene que dar el Giro de Italia. ¿Para alimentar el orgullo patriotero de los colombianos? ¿Para demostrarle al mundo entero que todos los colombianos no somos narcotraficantes? No, ese no es problema de Nairo.
Pero, ¿y cuántos colombianos tenemos bicicleta? Más aún: ¿cuántos salimos a montar en bicicleta?, ¿cuántos van al lugar de trabajo o a la Universidad en este vehículo tan ecológico y amigable con el ambiente? Soy capaz de imaginarme la respuesta a partir de lo observado. Casi nadie lo hace. Y los motivos abundan, sobre todo, porque para cierta cantidad de la población la bicicleta es símbolo de pobre y el carro, de riqueza. La bicicleta es para la gente pobre, que no puede comprarse un carro ni tiene con qué pagar el pasaje en el transporte público. Exacto, así como Nairo: campesino y boyacense.
Somos un país sin identidad y avergonzado de nuestras raíces más profundas. Lo común entre nosotros es nuestra inclinación a ser maníacodepresivos, bipolares y por ende tener el alma destrozada.
Por la mañana nos levantamos con un optimismo agresivo, pero por la noche lloramos hasta sobrepasar el infinito. A cada instante estamos en la búsqueda de razones para ser felices, pero las buscamos en el triunfo ajeno, lo cual genera impotencia y esta desemboca en el sentimiento de frustración. Se cree que la felicidad puede provenir de la pantalla del televisor si sintonizamos RCN y Caracol Televisión.
Cuando va a jugar la Selección Colombia la esperanza llega a su punto máximo. La fe es tal que mueve montañas, pero como siempre la Selección no gana. Entonces el ánimo pasa de un polo a otro de manera brusca. Los hinchas se quieren matar entre sí. ¿Eso somos los colombianos?
La verdad es que Nairo ya no necesita ganar nada, absolutamente nada. Tal vez sigue en el ciclismo por cuestiones de tipo contractuales con Movistar. Y sin embargo el hombre vierte todo su esfuerzo en cada competencia para complacer a sus seguidores, porque es un caballero por excelencia.
Ahora como nunca tiene cabida el proverbio del futbólogo Francisco Maturana de que “perder es ganar un poco”. Por eso, la recomendación para Nairo es a que esté tranquilo y disfrute su estancia en Italia con mucho espagueti.