La última llamada que hizo Jorge Enrique Pizano fue a su hija Maria Carolina en España. Pasara lo que pasara en las próximas horas, le pedía, no abandonara sus estudios. El cerco sobre el ingeniero se estrechaba, en lo emocional, lo físico y creía el, en lo judicial -lo dijo muchas veces que frente a un escenario de carcel prefería quitarse la vida. Aunque en enero su cáncer linfático había cedido, en mayo había reaparecido con agresividad. Según versión de Caraco radio, habría como demostrar por información derivada de pesquisas al almacén, que él mismo habría comprado el cianuro que el CTI halló en el baño auxiliar, con huellas suyas en el frasco.
La i formación conduce a fortalecer la hipótesis de un plan de suicidio. El miércoles 8 de noviembre Jorge Enrique Pizano tenía listo el escenario. La botella con la bebida endulzante estaba tapada, sobre su escritorio. Entro al baño de la habitación principal pero nunca salió. Fue encontrado sin vida producto de un infarto fulminante, según la auttopsia realizada en el hospital de Facatativa a donde fue conducido.
Maria Camila viajó desde España igual que su otro hijo Alejandro quien vivía en Barcelona. Lo acompañaba su esposa Eugenia, embarazada de cuatro meses. Viajó Humberto Martínez, el hijo menor del Fiscal General de la Nación, quien llegó desde Nueva York para acompañar el sábado 10 de octubre a acompañar a su mejor amigo, a su compañero desde los 5 años en el Gimnasio Moderno al funeral de su papa Jorge Enrique. Se despidieron sin saber que sería el último encuentro.
Alejandro Pizano, con ganas de saberlo todo sobre la muerte de su padre, viajó hasta la finca de Subachoque el domingo 11 de noviembre acompañado de su esposa, su mamá y su hermana Maria Carolina. En el estudio de la casa Alejandro tomó la chaqueta de su papá y se la puso. Se sentó en la silla frente al computador y su hermana le dijo “mira tan raro, mi papá tomaba bebidas azucaradas”., según versión de la familia comentada en Caracol. Alejandro quiso probarla. Apenas sintió el sabor en la boca se quejó. El líquido sabía, según sus últimas palabras, “inmundo”. Alejandro moriría camino al hospital. Humberto Martinez se encontraba aún en Bogotá cuando se enteró del desenlace fatal de su amigo íntimo; doloroso y trágico para el, y más con el rol de su papá quien como Fiscal debe investigar.
El director de medicina legal esta pendiente de cotejar las huellas en la botella con el ADN de Jorge Enrique Pizano, pero todo apunta a que se trató de una fatalidad del destino, que termino en una tragedia inimaginable: el padre preparado la pócima que hijo termino matando a su propio hijo.