Nadar contra la corriente. El editor independiente en Colombia

Nadar contra la corriente. El editor independiente en Colombia

Por: Carlos Andrés Castelblanco
octubre 28, 2013
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Nadar contra la corriente. El editor independiente en Colombia

Para que un libro llegue a nuestras manos se necesita del oficio editorial, y en el caso de las editoriales independientes en Colombia, esa labor es una aventura ardua e impredecible. Panorama
Quienes han asumido el trabajo ‘quijotesco’ de editar y publicar libros diferrentes, textos que retratan nuevas realidades: novelas gráficas cómic, fotogramas, libros de poesía ilustrada, relatos de autores desconocidos u olvidados, le presentan al lector contenidos y formatos cuidadosamente escogidos y ensamblados en pequeños talleres. Para lograrlo necesitan como herramientas de trabajo una alta dosis de creatividad y otra de terquedad.
La libertad para escoger un autor es la consigna del editor independiente. Lo esencial es el mensaje que transmita, no los estudios de mercadeo que lo antecedan. Marco Sosa, cofundador de La Valija de Fuego, librería y editorial del barrio Teusaquillo, define así la actividad de un editor independiente: “contra todas las dificultades financieras sólo editamos lo que nos gusta, sin censura corporativa. Pensamos que el lector tiene derecho a tener más opciones para entender las diferencias que hay en el mundo”
En Colombia han aparecido, en los últimos diez años, sellos editoriales independientes cuya apuesta es la literatura y el arte gráfico: La Silueta, Rey-Naranjo, Tragaluz, Jardín, Robot, E-Libros, La Carreta, El Peregrino, Ambidiestro, Ícono Editorial, Destiempo, Luna Libros. Algunos de ellos ya cuentan con más de 20 títulos en su catálogo, otros apenas con tres o cuatro, sin embargo todos desafían el concepto de negocio para sobrevivir en un mercado con pocos lectores.
A la falta de lectores y de librerías, se suma la centralización de la oferta cultural en pocas ciudades, los altos costos de distribución de los libros, la falta de visibilidad de esta empresa naciente y la idea en las personas de que la cultura es un elemento excluyente sólo para académicos y especialistas, como algunas de las más notorias dificultades o los ‘molinos de viento’ contra los que estas iniciativas culturales deben combatir.
Los editores consultados afirman que la ganancia es importante, pero ese no puede ser el único objetivo que se persigue con este tipo de trabajo editorial, “hay que correr el riesgo de editar cosas distintas para que la gente descubra realidades distintas” afirma Catalina González directora editorial de Luna Libros, fundada hace cuatro años y que ya cuenta con un catálogo de 13 títulos de historia, poesía, ensayo, crónica y novela.
El ingenio para buscar mayores ventas y sobrevivir en el intento por consolidarse como empresa editorial -hacer la distribución puerta a puerta y vender los libros en lanzamientos, pequeñas ferias organizadas por universidades, revistas y librerías independientes- no son la única estrategia para hacerse visibles y poder hacer circular sus libros.
A partir de julio de este año, siete editoriales independientes, decidieron crear una agremiación bajo el nombre de La Diligencia, y así centralizar el trabajo de distribución de los libros y la negociación de los porcentajes sobre las ventas con las librerías. “La unión hace la fuerza, y somos siete editoriales que tenemos en común algunas formas de diseñar los libros y de publicar ciertos contenidos culturales; estamos actuando juntas” indica Catalina González quien es la representante de estas editoriales ante la Cámara Colombiana del Libro.
Además, algunas de estas editoriales no sólo han participado en las últimas tres versiones de la Feria del Libro de Bogotá y de otras ferias en Colombia como las de Medellín y Manizales, sino que asistieron en el 2012 a la feria del libro de Los Ángeles y a la feria de Guadalajara, una de las más grandes en Latinoamérica, buscando oportunidades de contactos y de negocios como el de realizar coediciones con editoriales de otros países latinoamericanos y buscar nuevos canales de distribución en esos mercados.
“Vender los libros, entrar en el juego del mercado es un gran riesgo, pero siempre nos interesó porque esa es la manera de confrontar tu trabajo con los lectores, el mercado te habla y te va diciendo cómo estás haciendo tu trabajo, te muestra los aciertos y errores. Si regalas los libros en la esquina es muy posible que nunca sepas qué pasa con ellos” subraya Felipe González de Laguna Libros.
Son muchas y muy variadas las motivaciones para editar y publicar una obra cultural y es alentador encontrar que hay alternativas, diferentes canales de comunicación para que ese mensaje circule; el criterio propio y la buena calidad de los contenidos, de las ilustraciones, de cada uno de los ingredientes del producto final que es el libro, tal vez hace que el esfuerzo de editar de forma independiente tenga sentido. El reto para el país es formar más y mejores lectores.

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