Como nadie, Benkos Bohió —donde quiera que esté— debió celebrar lo que por estos días recordó el festival de Cine de Cartagena: la titulación colectiva de tierras a las comunidades afro de San Basilio de Palenque y la Boquilla. No “festejaron” los descendientes de Benkos, héroe cimarrón, el pomposo agasajo a la elite política y cultural de América. El motivo para sonreír fue un acto de justicia que llegó al cuarto aniversario: el reconocimiento de la historia, la cultura y el territorio del primer pueblo libre del continente.
Y es que Bohió, aquel “negro cimarrón” ejecutado el 16 de marzo de 1630 en las murallas de la Heroica, fue el libertador de su pueblo, de su gente y de su raza, cuando la sociedad colonial sometía a la comunidad afro a los agravios de la esclavitud en la costa Caribe. Faltaban años para la revolución que hoy conocemos —la de 1810—, cuando Benkos y sus “hermanos” africanos se dieron a la conquista de Montes de María —cerca de Cartagena— para después alcanzar su independencia del imperio español como Palenque, “la cuna del sol”. Y años también pasaron antes de que el Estado colombiano revisara sus libros de historia para reconocerles a los palenqueros la potestad sobre su territorio, aquella constituida como fruto del coraje de los rebeldes.
Olvidó la burocracia —y sus intereses secundarios— que antes de la minería y los grandes cultivos, hubo un pueblo de danzas, música y propio lenguaje, que se organizó y se gobernó de manera autónoma desde el siglo XVII. Solo el gobierno Santos en el siglo XXI, parece haber comprendido que los palenqueros fueron desplazados por los intereses del poder económico —así por la violencia paramilitar y tienen derecho a retornar a su territorio, a cultivar y proteger 3500 hectáreas propias, como comunidad histórica, símbolo de la libertad. Nada más lejano a la justicia que el equivocado propósito de promover el desarrollo del país despojando a su gente de la tierra que le pertenece.
Gracias a la decisión y la voluntad del gobierno, el poblado de Palenque y sus casi 4000 habitantes dieron hace cuatro años el primer paso para recuperar sus tierras y forjar su propio futuro. Además los 11.000 desplazados por la violencia y por una que otra locomotora económica, volvieron a ver el sendero despejado para rencontrarse con sus raíces y retomar el recorrido del progreso social. Pudieron los palenqueros demostrar a Colombia que sus tradiciones y costumbres son de profundo valor, y que su batalla por la libertad merece un lugar en nuestra historia.
Dirá la izquierda más hostigante que la voluntad del Gobierno es suficiente para alcanzar una verdadera reivindicación social. Alegará la extrema derecha que se está coartando el crecimiento económico, la minería y la agricultura. Lo único certero es decir que los palenqueros, en su cuarto aniversario, han dado un paso gigante “en su lucha de ser lo que son”.
@josiasfiesco